Jorge Berry

200 días de guerra

Volodímir Zelenski, el presidente ucraniano, se ha convertido en un símbolo mundial de la defensa de la libertad.

Nadie, ningún analista, vio venir el asombroso cambio que ha dado la guerra en Ucrania. El fin de semana pasado, el Ejército ucraniano retomó varias ciudades en el sureste del país, echando atrás buena parte de las ganancias territoriales de las Fuerzas Armadas de Rusia. Fuentes del Ejército ucraniano dicen que se les está acabando el espacio para mantener el enorme número de prisioneros de guerra que ha dejado la invasión. Miles de soldados rusos capturados. Las cifras de bajas no son mejores para el Ejército Rojo. Calculan que han sufrido unos 80 mil muertos entre sus tropas.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, mandó un dramático mensaje personal a Vladímir Putin. “Sin energía o sin ti, sin ti. Sin agua o sin ti, sin ti. Sin comida o sin ti, sin ti. Preferimos la sed, el hambre, el frío, que seguir siendo tus ‘hermanos’”. Esa frase tipifica el espíritu ucraniano que representa Zelenski. Zelenski se ha convertido en un símbolo mundial de la defensa de la libertad.

Hace ya más de seis meses que comenzó la guerra. Muchos pensaron que Kyiv caería en cosa de días. Eso es lo que le prometieron sus generales a Putin. Pero desde el principio, la campaña se empantanó. Los invasores rusos, la tropa, pues, ni siquiera conocían los objetivos. No sabían ni por qué peleaban. Esta baja moral, que aún persiste, se reflejó rápidamente en el campo de batalla. Empezaron a llegar informes de tanques rusos abandonados y sin combustible. Soldados rusos, de plano escapando a pie. Por ello, el avance sobre Kyiv, la capital ucraniana, se detuvo.

Ello no quiere decir que Putin se resignará. Ya el objetivo original de la invasión, que era tomar el gobierno e instalar un régimen títere del Kremlin, no se produjo. Putin está atorado en una guerra que no parece ofrecer un final feliz. Si las tropas que iniciaron la invasión tenían la moral baja, los refuerzos están peor. Putin ha tenido que mandar reclutar presos, porque ya no le alcanzan los soldados. Tuvo que llegar a un acuerdo la semana pasada con Corea de Norte, para comprar armas, porque necesitan más equipo.

El esfuerzo de Putin por quebrar la voluntad de la población ucraniana no ha dado resultado… hasta ahora. Su estrategia ahora es aterrorizar a la población. Por ello, los blancos de los bombardeos rusos ya son objetivos civiles, como hospitales, escuelas y plantas de energía. Putin tiene la esperanza de que, con el tiempo, esta campaña debilite la resistencia.

Mientras, empiezan a verse grietas al interior de Rusia. Cada vez hay más oposición a la guerra. Ya no sólo son las manifestaciones de la población, sino algunas organizaciones de funcionarios locales están expresando sus críticas. Sorprendentemente, en un programa de debate en la televisión, se afirmó que la guerra ya se perdió. Llama la atención, porque los contenidos informativos son celosamente controlados por el Estado. Y es que al interior del Kremlin hay malestar. Ya han sido despedidos, si no es que detenidos, varios altos mandos militares.

Putin, poco a poco, va quedándose sin opciones en Ucrania. Pero le queda una, la más peligrosa. Ya en el pasado Putin ha amenazado que está dispuesto a recurrir a una respuesta nuclear. No se puede descontar que lo intente. La esperanza es que haya suficiente oposición interna a una decisión de ese tamaño. La nomenklatura política del Kremlin debe disuadirlo, a querer o no querer.

En cualquier caso, no parece probable que Vladímir Putin pueda sobrevivir a los demonios que desató al invadir Ucrania.

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