Opinión Jorge Berry

Amor perdido

Esa es la historia de un informe altamente politizado, que más pareció un mitin de campaña, que la entrega de un documento serio.

Tim Ryan y Seth Moulton son dos congresistas de Estados Unidos que pertenecen a la mayoría demócrata de la Cámara de Representantes. Ambos asistieron el martes al Informe del presidente Donald Trump, y ambos se levantaron y se salieron del recinto. "No aguanté tantas mentiras", dijo Ryan. "No puedes estar hablando de la grandeza del creador, cuando le pagas a actrices porno para que se acuesten contigo", concluyó Ryan.

Esa es la historia de un Informe altamente politizado, que más pareció un mitin de campaña, que la entrega de un documento serio. La cosa empezó mal desde que entró Trump al recinto. Los republicanos empezaron a corear "cuatro años más, cuatro años más" al más puro estilo Morena, cuando corean a nuestro presidente en San Lázaro que "es un honor… estar con Obrador". Sean serios.

Trump subió al podio de la Cámara baja, entregó copia de su discurso a la presidenta Nancy Pelosi, líder de los demócratas, pero la dejó con la mano extendida, negándose a estrecharla. Como siempre, un ordinario.

Luego empezó el discurso, que fue el mejor que ha pronunciado desde que llegó al poder. Además de bien escrito, añadió elementos de espectáculo de televisión, cosa que sí sabe hacer. Regaló becas (a una niña afroamericana), otorgó medallas (a Rush Limbaugh, un periodista radiofónico ultraconservador que fue diagnosticado con cáncer terminal) y reunió familias, regresando del frente a un padre de familia. El problema fue que todo el mensaje estuvo salpicado de mentiras, afirmaciones engañosas y una soberbia espectacular.

No haré el recuento de falsedades, porque se acaba el espacio, pero ya todos lo conocemos bien. Tal como sucede en nuestras mañaneras, pintó un país que solo existe en su imaginación, pero que, sorprendentemente, comparten millones.

El momento de más trascendencia internacional, fue sin duda la inesperada presentación de Juan Guaidó, el líder venezolano, que miraba al recinto desde la galería. Trump lo llamó "el presidente legítimo de Venezuela", y prácticamente prometió que restauraría la democracia en el golpeado país sudamericano, prometiendo "acabar con el socialismo en el hemisferio", aunque creo que quiso decir 'continente'. Tal vez fue una velada crítica, y no la única, que lanzó sobre Bernie Sanders, uno de sus posibles rivales en noviembre.

También es interesante mencionar sobre lo que no habló. No mencionó a López Obrador, aunque muchos lo esperábamos. Y eso es bueno, porque aleja la posibilidad de que México sea usado como peón en el ajedrez electoral estadounidense. No habló del Brexit, ni de la Unión Europea ni de la OTAN. Omitió mención de coronavirus, pero en temas de salud, dijo la mentira más grande de todas: afirmó que lucha para que los seguros médicos no puedan excluir pacientes con enfermedades preexistentes, cuando su propio Departamento de Justicia lleva un litigio actualmente buscando precisamente lo contrario. Y, finalmente, y esto sí que fue una sorpresa, tampoco tocó el tema de su destitución, de la que fue absuelto ayer en el Senado.

Al concluir su mensaje, se dio la media vuelta sin despedirse de la presidenta Pelosi, al tiempo que ella rompía por la mitad las hojas con el texto del Informe. No hay amor perdido entre ellos dos.

Iowa

Después del desastre total del Partido Demócrata estatal en el conteo de los resultados de sus asambleas el lunes, finalmente emergió como triunfador Pete Buttigieg con el mayor número de delegados, seguido por Bernie Sanders. Les fue mal a Elizabeth Warren y a Joe Biden, aunque sin mucho impacto por las irregularidades del conteo. El martes habrá primarias en New Hampshire.

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