Opinión Jorge Berry

Apuntes de campaña

Donald Trump, en repetidas ocasiones, ha expresado su preferencia por enfrentar a Bernie Sanders, a quien considera el rival más débil.

El resultado de la primaria/asamblea demócrata en Nevada, en los Estados Unidos, no era inesperado, pero además reveló mucha información que incidirá en la designación final del candidato que los representará el 3 de noviembre, en la elección general contra Donald Trump.

Para no variar, uno de los temas principales en los días previos al proceso del sábado fue la injerencia rusa en las elecciones. Primero, el New York Times dio a conocer que la dirección nacional de inteligencia informó al Congreso sobre la evidencia que tienen que Rusia planea, de nuevo, tratar de influir en el ánimo electoral estadounidense, para favorecer la reelección del presidente Trump. Uno hubiera pensado que esto encendería las alarmas en la Casa Blanca, pero no. Lo que encendió fue la furia trumpiana, porque no quería que llegara al Congreso esa información. Acabó despidiendo al director de los 17 servicios de inteligencia. Trump, por supuesto, no quería que esa información se difundiera para poder aceptar de buena gana, y con una sonrisa, cualquier ayuda que le pueda brindar Moscú. En lo oscurito.

En ese mismo informe al Congreso, los servicios de inteligencia también concluyeron que Rusia está activamente buscando influenciar la designación del candidato demócrata. En lo individual, informaron al senador Bernie Sanders, actual puntero, que los rusos trabajan para que el candidato demócrata sea él.

Esto no extraña. Donald Trump, en repetidas ocasiones, ha expresado su preferencia por enfrentar a Bernie Sanders, a quien considera el rival más débil. Sabe que lo puede describir como un socialista radical, aunque en realidad no lo sea. Algo parecido a nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador llamando "conservador" a todos sus opositores.

Sanders, por supuesto, y a diferencia de Trump, condenó la intervención, y se deslindó de cualquier vínculo, pero lo cierto es que él no decide las operaciones que el Kremlin opta por poner en marcha. Por lo pronto, en Nevada, Sanders se llevó una contundente victoria, en la que es imposible saber si hubo alguna intervención rusa. Lo que sabemos que sí hubo fue una enorme votación latina a favor de Sanders.

Sanders ha montado un impresionante aparato para conseguir el voto latino. La operación la encabeza Jesús Rocha, quien trabajó con Sanders en 2016. Ahora, es el responsable de contrataciones, diseños comerciales, campañas de registro de electores y estrategias en comunidades minoritarias. Rocha sabe lo que hace. Sanders aplastó a la oposición, superando por 37 puntos a su más cercano rival, Joe Biden, en el voto latino. En general, Sanders, con arriba de 40 por ciento de la votación, superó en más del doble a Biden.

Por supuesto que Nevada solo aporta, en total, 36 delegados a la convención. Pero lo que presagia es halagador para Sanders, y muy preocupante para todos los demás. Este fue el primer estado con una población minoritaria importante, y Sanders arrasó. Si esa tendencia se mantiene para el supermartes (3 de marzo), al terminar esa jornada, Sanders bien podría ya haber amarrado la candidatura, si logra resultados similares a los de Nevada en Texas y California, ambos con enormes poblaciones minoritarias, y con cientos de delegados en juego.

Faltan dos escalones para el supermartes, cuando, además de los estados mencionados, votan otros 15: el próximo martes habrá otro debate entre los contendientes, y el sábado será la primaria en Carolina del Sur. Para Biden, este es un estado de vida o muerte. Si no gana en Carolina del Sur, con el voto predominantemente afroamericano, habrá muerto su campaña. Michael Bloomberg, por su parte, tiene que mostrar una actuación relevante en el debate, porque si pega otro petardo como el de la semana pasada, prácticamente habrá entregado sus posibilidades. Los demás, Buttigieg, Warren y Klobuchar, ya no tienen dinero, y solo una participación realmente estelar en el debate los puede salvar. Se ve como escalar el Everest sin oxígeno.

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