Opinión Jorge Berry

De debates y virus

Se habló poco del presidente, mientras abundaron los ataques políticos, pero también personales, entre los candidatos demócratas.

Los aspirantes a la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos, ahora sí, se dieron hasta con la cubeta el martes en Charlestown, Carolina del Sur, en el último debate antes del supermartes. El ejercicio, conducido por CBS News, resultó imposible de controlar para los conductores, cuya tibieza permitió que, por interminables lapsos, todos hablaran al mismo tiempo, sin que se pudiera entender gran cosa. La atmósfera estuvo, por decir lo menos, intensa.

En el afán de sobresalir, en lo que para varios fue la última oportunidad, los candidatos perdieron de vista su principal prioridad, que es vencer a Donald Trump en noviembre. Se habló poco del presidente, mientras abundaron los ataques políticos, pero también personales, entre los candidatos.

Elizabeth Warren, por ejemplo, parece haber sepultado su posibilidad de ganar la candidatura. El debate empezó bien para ella. Empezó marcando contraste con Bernie Sanders, quien no solo es el puntero, sino que lleva el estandarte progresista, postura que le pelea directamente Warren. Pero, inmediatamente después, decidió irse en contra de Michael Bloomberg, con una acusación personal, sustentada débilmente, que ocasionó hasta abucheos en el auditorio. Bloomberg tuvo un pésimo primer debate, y en este segundo ejercicio fue apenas mediocre. Además, no tiene ningún delegado aún, puesto que no apareció en las boletas de los primeros cuatro estados. Desde el punto de vista estratégico, el debate debió haberse concentrado en Sanders, el rival a vencer.

El propio Sanders no salió ileso. Demostró que no ha modificado sus posturas radicales, y eso será oro molido para Trump, si termina siendo su rival. La controversia gira en torno a los regímenes dictatoriales de izquierda que ascendieron al poder en Cuba y Nicaragua. Sanders ha alabado en el pasado, y reiterado en el presente, su admiración por algunas de las políticas impuestas en esos países. La base dura del apoyo de Sanders es juvenil, en su gran mayoría nacidos después de esos acontecimientos. Ni se acuerdan, ni les importan. Pero para una elección general, donde hay que atraer a un sector moderado de los republicanos, esos comentarios ahuyentan votos, y Trump los explotará al máximo. Este es, ciertamente, un punto de debilidad de Sanders si se convierte en el candidato demócrata.

La máxima sorpresa del debate del martes fue sin duda Joe Biden. El exvicepresidente tuvo su mejor debate desde que empezó el ciclo, y si esto se traduce en una victoria importante en la primaria de Carolina del Sur el sábado, Biden bien podría obtener resultados competitivos en el supermartes, cuando votan 14 estados. La esperanza del ala conservadora del partido, que era Mike Bloomberg, parece alejarse cada vez más, aunque nunca hay que descontar el poder del dinero. Bloomberg lleva meses anunciándose en medios de esos 14 estados, virtualmente sin competencia. Eso debe pesar.

En cualquier caso, la posibilidad de que Bernie Sanders pueda amarrar la candidatura el martes, obteniendo un alud de delegados a la convención que haga matemáticamente imposible otra candidatura, por el momento parece haberse alejado.

Ante lo accidentado del proceso de selección del candidato demócrata, más los informes de la inminente intervención cibernética de Rusia en el proceso, muchos analistas empiezan a dar por descontado el triunfo de Trump. Pero los informes de la muerte de los demócratas, parafraseando a Mark Twain, son prematuros.

Todo el edificio trumpiano está construido sobre la base de una economía sana y en crecimiento, pero eso, como vimos esta semana, puede cambia tan pronto como decir coronavirus. El derrumbe en Wall Street tiene seriamente preocupado a Trump, a nivel de empezar a tratar de manipular la información sobre el virus para no causar pánico en los mercados. Pero eso solo causa más pánico, puesto que es imposible creerle a un presidente que miente por sistema.

Siguiente escala, primaria en Carolina del Sur el sábado.

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