Jorge Berry

Monte Rushmore

El monumento está convertido en objeto de controversia nacional, a la luz de la presión actual por incorporar a los afroamericanos a una verdadera igualdad.

El Monte Rushmore es, debatiblemente, el monumento más impresionante dedicado a honrar a los fundadores de los Estados Unidos de América. Se localiza en Keystone, Dakota del Sur, y es una gigantesca escultura creada por Gutzon Borglum y su hijo Lincoln, que reproduce los bustos de cuatro presidentes: George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Theodore Roosevelt. Cada busto mide unos 18 metros y está esculpido sobre granito.

Seña de nuestros tiempos es que por primera vez en la historia el Monte Rushmore está convertido en objeto de controversia nacional, a la luz de la presión actual por incorporar a los afroamericanos a una verdadera igualdad. ¿La causa? Grupos defensores de la igualdad racial flotaron la posibilidad de eliminar a Washington y a Jefferson de la escultura, puesto que eran dueños de esclavos.

Quedará para otra colaboración el análisis de los méritos de la propuesta. Por ahora, basta señalar que esto ocurre bajo una profunda sacudida cultural, en la que se está eliminando cualquier vestigio de reconocimiento a la causa que defendieron los estados secesionistas en la Guerra Civil. Las principales ciudades del sur, en Alabama, Georgia, Louisiana, y otros, han eliminado, sobre todo, estatuas que glorificaban a los generales sureños. Quedó también borrada la famosa bandera secesionista, que aún se conservaba en algunas banderas estatales. Quienes aún defienden la permanencia de estas manifestaciones, son profundamente conservadores.

Después de todo, y a diferencia del Monte Rushmore, los generales sureños de la Guerra Civil no sólo eran dueños de esclavos. Se levantaron en armas contra la unión, y armaron un poderoso ejército rebelde, que estuvo cerca de vencer a Lincoln en la Guerra Civil, y que costó miles de muertes en ambos bandos.

Con este marco, el presidente Donald Trump decidió montar un macroevento para conmemorar el 4 de julio, día de la Independencia de Estados Unidos.

El discurso de Trump fue, previsiblemente, lleno de odio y división. Despotricó contra sus rivales, contra lo que llamó "la destrucción de nuestra cultura", al defender las estatuas derribadas, y prometió construir lo que llamó "el parque de los héroes americanos", donde se conmemore el pasado de la nación, aunque no dio detalles de cómo representaría el parque la negra época de la esclavitud americana, y el racismo sistémico que aún padecen las minorías en el país.

Pero además de la controversia cultural, con fines francamente electoreros, Trump de nuevo violó y solapó a los asistentes que hicieron lo propio, todos los protocolos aceptados para impedir nuevos contagios de Covid-19. El hecho de que Estados Unidos haya registrado 50 mil contagio en un día por tercera vez consecutiva, no parece importarle. Y es de no creerse que, dada su conducta irresponsable, él mismo no se haya contagiado. El servicio secreto, encargado de la seguridad del presidente y su familia, y del vicepresidente y la suya, obligó a que Mike Pence cancelara un evento, porque no alcanzaban los agentes para protegerlo. Así de alto es el número de agentes del servicio secreto que están aislados luego de dar positivo en las pruebas de coronavirus.

El próximo miércoles, el presidente Trump recibe en la Casa Blanca al presidente de México Andrés Manuel López Obrador. Faltaría Jair Bolsonaro de Brasil, para reunir a los tres mandatarios que más irresponsabilidad han mostrado en el manejo de la pandemia. Desde ahora, es razonable anticipar que ninguno de los dos, ni Trump ni López Obrador, usarán cubrebocas, y que se saludarán de mano, dando así un pésimo ejemplo a los ciudadanos de ambos países, en donde todos los días mueren y se contagian miles de ciudadanos. Es populismo, es ignorancia, es vanidad o son intereses políticos personales, pero mientras buena parte del mundo está llegando a la otra orilla de la pandemia, México y Estados Unidos no tienen para cuando.

Aquí los espero el jueves con la crónica de la visita.

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