Jorge Berry

¿Trump para rato?

La transición está en marcha y ya nadie duda que el 20 de enero Biden rendirá protesta como el presidente número 46 de Estados Unidos.

Exactamente un mes después del cierre de las urnas en Estados Unidos, se extinguió la última esperanza que tenía Donald Trump para mantenerse en la Casa Blanca. En un fulminante uno-dos, William Barr, su incondicional procurador general, emitió un comunicado el martes, admitiendo que el Departamento de Justicia a su cargo no había podido encontrar evidencia de un fraude electoral masivo que pudiera revertir el resultado a favor del demócrata Joe Biden. Y el mismo día, Mitch McConnell, el líder de los republicanos en el Senado, aceptó tácitamente el triunfo de Biden, al decir que habría que esperar propuestas de "la nueva administración" antes de determinar el siguiente plan de rescate económico.

La transición está en marcha y ya nadie duda que el 20 de enero Biden rendirá protesta como el 46º presidente de Estados Unidos.

Biden ha dicho, y con razón, que no quiere que su presidencia sea definida por Trump, pero eso no será fácil de lograr. La más grande adicción del actual presidente es ser el objeto principal de los medios de comunicación, y, por lo pronto, lo sigue siendo. Basta con echar una mirada a los temas que ocupan y preocupan a Washington en este momento.

Perdones 'cobija'

Se filtran conversaciones en la Casa Blanca sobre pláticas sostenidas por Trump y sus abogados, barajando la posibilidad de emitir perdones presidenciales 'cobija', es decir, que abarquen delitos aún no procesados ni investigados. Los recibirían los hijos de Trump, Ivanka, Don, Jr. y Eric, además del yerno, Jared Kushner. También habría uno para Rudy Giuliani, quien en el proceso de llevar la defensa de Trump ha cometido barbaridad y media, que le puede costar, cuando menos, su licencia como abogado, si no es que la cárcel. Y, ya encarrerado, Trump podría intentar perdonarse a sí mismo. Está en cuestión la legalidad de los perdones, dado que Trump ha pervertido por completo el proceso para concederlos. Y parece, también, que según un documento expuesto por un juez federal, el DOJ investiga un caso de otorgamiento de un perdón presidencial, a cambio de una contribución política en efectivo.

El presidente Trump ya sólo hace caso a Giuliani y a Mark Meadows, el jefe de su oficina, y están diseñando un plan maquiavélico para el 20 de enero. Fuentes cercanas a la Casa Blanca dicen que Trump no se presentará a la toma de protesta de Biden, lo que de alguna forma, se esperaba. Pero la sorpresa es que Trump armaría un mitin masivo paralelo, donde anunciaría su candidatura para la presidencia en 2024. Conociendo a Trump, es capaz.

El problema es que ese proyecto, si bien lograría su propósito inicial, que es seguir en los titulares, reforzaría la motivación de las autoridades a perseguir todos los delitos cometidos por Trump antes y durante su mandato. De una u otra forma, Trump conseguirá inmunidad de delitos federales, pero con los estatales tiene para pasarse un rato largo en prisión. Parece impensable que un presidente de Estados Unidos acabe en la cárcel, pero Trump ha atropellado tantas normas democráticas, que una más, sería lo de menos.

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Gran Bretaña se convirtió en el primer país del mundo en aprobar la vacuna contra el Covid-19 producida por Pfizer. Las primeras vacunas estarán disponibles la próxima semana, y las autoridades británicas de salud decidirán quiénes serán los primeros receptores, pero sin duda serán los trabajadores de salud y pacientes con alto grado de vulnerabilidad.

En México, la vacuna aún se ve lejana, y su compra y distribución siguen arropadas en la opacidad que ha caracterizado a este gobierno desde que empezó su gestión. Dada la nula experiencia de las autoridades actuales en distribuir medicamentos, nada raro sería que se creara un mercado negro, con los gravísimos riesgos que ello implica.

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