Soy pesimista. A diferencia de las declaraciones del gobierno mexicano, en el sentido de que la renuncia de Justin Trudeau no tendrá consecuencias importantes para el futuro del T-MEC, hay elementos que indican lo contrario. Trudeau fue uno de los contrapesos más importantes que enfrentó Donald Trump durante su primer periodo de gobierno, siendo uno de los críticos más agudos de su política comercial. Impulsó los esfuerzos para modernizar la OMC y actualizar su mecanismo de solución de controversias, a través de la creación del Grupo de Ottawa –del que México es miembro–, de modo que el organismo no perdiera vigencia y responder a las críticas de Estados Unidos. Y, aunque pareciera un sin sentido, ha sido uno de los principales proponentes en su país para que México siga siendo parte del tratado, a pesar de las críticas y objeciones del partido Conservador y de un grupo de parlamentarios y premiers provinciales.
Cuando Trump anunció en mayo del 2018 la aplicación de un arancel del 25 por ciento a las importaciones de acero y aluminio provenientes de México, Canadá y la Unión Europea, argumentando la seguridad nacional de su país, Trudeau reaccionó inmediatamente, definiendo la medida como “inaceptable” y “un insulto” luego de que Canadá –junto con México y Brasil– es uno de los tres principales proveedores de acero para Estados Unidos, y de que la producción canadiense se hace en base a las normas requeridas por la industria estadounidense. Las declaraciones del premier de Ontario, Doug Ford, reflejan la importancia de la industria acerera para Canadá y explican en parte el apoyo que ha logrado de Danielle Smith (Alberta) y de los otros 11 premiers canadienses. Las quejas en contra de la industria del acero de México no terminarán hasta que haya un pronunciamiento oficial del gobierno.
Las autoridades mexicanas han dicho que a Estados Unidos y a Canadá les conviene que México siga siendo parte del T-MEC porque se complementan. Pero para el partido Conservador de Canadá –encabezado por Pierre Poilievre y quien seguramente será el próximo primer ministro–, México es el principal competidor de Canadá en su mercado más importante, por lo que excluirlo le permitiría exportar bajo mejores condiciones de acceso a su mercado número uno, aumentar su participación de mercado y sus ingresos, y aplicar otro candado a las importaciones chinas. Hasta noviembre del año pasado, México representó el 15.4 por ciento del comercio total de Estados Unidos; Canadá, el 13.8 por ciento, y China, el 11.3 por ciento. Mientras que para Canadá, Estados Unidos representó el 70 por ciento de su comercio total; China, el 5.6 por ciento y México, sólo el 2.5 por ciento, de acuerdo a las estadísticas de Global Affairs Canada.
El próximo 27 de enero cierra el registro de candidatos a suceder a Trudeau y la elección se hará el 9 de marzo, dos semanas antes de que concluya la prórroga parlamentaria. Mark Carney, quien fuera gobernador del Banco de Canadá, Chrystia Freeland, que fue ministra de Finanzas, y el actual ministro de Innovación, François-Philippe Champagne, son los principales contendientes. Quien resulte ganador lo hará con una plataforma mucho más conservadora y cercana a algunas ideas de Trump, de manera de tener una mejor oportunidad de competir en las elecciones, que pueden ocurrir entre mayo y el 20 de octubre.
El gobierno mexicano no puede seguir esperando para tomar acciones. Ya sabe quiénes son los críticos de la 4T para iniciar los acercamientos y tratar de resolver las molestias generadas por el gobierno anterior relacionadas con el mal trato a las empresas mineras y del sector de energía que operan en México. Si el encuentro de Sheinbaum con Trudeau en Río de Janeiro no fue tan terso como se esperaba, también fue un reflejo del distanciamiento de México hacia Ottawa. Cuando la ministra de Relaciones Exteriores, Mélanie Joly, visitó a Sheinbaum como presidenta electa en junio, tuvo sólo 15 minutos y, según fuentes canadienses, la reunión de Río ocurrió luego de que el gobierno canadiense insistió por varios días. Poilievre apoyaría un tratado bilateral con Estados Unidos, si ello ayuda a promover los intereses de Canadá. El Congreso de Estados Unidos podría actualizar el tratado de 1988, aún vigente, con el contenido del T-MEC y cualquier revisión que se haga, dejando a México a merced de una larga y difícil negociación con Trump. Entretanto, mañana inicia la confirmación de los nominados al gabinete de Trump, incluyendo a Marco Rubio (Estado), Scott Bessent (Tesoro), Pam Bondi (Procuradora) y John Ratcliffe (CIA).