Juan Antonio Garcia Villa

Auditoria sanitaria externa y síndrome de Hibris

Gobierno y legisladores oficialistas padecen del llamado Síndrome de Hibris, que se caracteriza porque quienes lo padecen son prepotentes, narcisistas y de ego desmedido.

¿Cómo se ha gestionado en México la pandemia de COVID-19 desde el pasado mes de febrero y hasta lo que va de agosto? ¿Bien, mal o regular? Ante la evidente catástrofe que por esta enfermedad sufre el país, se impone una evaluación de cómo se ha atendido. Tarde o temprano tendrá que realizarse. No faltarán quienes consideren que esta tarea es mejor llevarla a cabo cuando todo haya pasado y esté ya en la memoria colectiva sólo como una horrible pesadilla.

Pero otros creerán, de hecho así es, que resulta de más valor realizarla "sobre la marcha y sin pérdida de tiempo" con el propósito de que "se afine la estrategia actual con la cual se enfrenta la gestión de la pandemia en México" para que "cambie aquello que no ha dado el resultado esperado, con el objeto de alcanzar de inmediato el control" de aquélla y "atenuar el pronóstico en el número de muertes".

La verdad es que el planteamiento tiene sentido, pues en la hipótesis planteada muy al principio de la crisis por el zar de la pandemia, el inefable doctor López-Gatell, cuando dijo que ésta podía extenderse hasta los primeros meses del 2021. Así es que aún falta como medio año.

Tesis que hasta hoy sigue vigente, a diferencia de otras que han sido fallidas como las relativas a los pronósticos del aplanamiento de la famosa curva de contagios, que Gatell los ha venido modificando a contentillo: que a principios de mayo, que a mediados de junio, que a finales de julio. Y nada, la curva, rebelde, continúa en clara tendencia ascendente. Así es que la propuesta de una evaluación a estas alturas cobra sentido, cuando estamos casi justo a la mitad de este viacrucis. Y sobre los pronósticos de los decesos ya ni hablamos. El propio Gatell dijo, el 4 de julio, que en el escenario más catastrófico el número de fallecidos llegaría a 60 mil, cifra que antes de que concluya esta semana se habrá alcanzado. Entonces el país, en concepto de Gatell, estará en una crisis peor que catastrófica (en caso de ser válida la expresión).

Lo anterior viene al caso en razón de que el diputado Éctor Jaime Ramírez Barba, prestigioso médico guanajuatense, quien ya fue secretario de Salud en su estado y en otra legislatura presidió la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, a nombre de los legisladores de Acción Nacional presentó en reciente sesión de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión una propuesta en tal sentido: Realizar una auditoría externa sobre la gestión de la pandemia de coronavirus SARS-CoV2 en México.

Esa evaluación o auditoría sanitaria debe ser independiente e imparcial, realizada sobre bases científicas y con información validada, por un panel de expertos internacionales y nacionales, ajenos a cualquier conflicto de interés, mediante el modelo de la Organización Mundial de la Salud.

¿Con qué propósito? No sólo con el de conocer, según ya se dijo, cómo ha sido la gestión de la actual pandemia y corregir en lo posible lo hecho mal, sino el de "prepararnos para enfrentar eventuales pandemias u otros fenómenos de igual naturaleza que pongan en riesgo a nuestra población al país".

El expositor, Dip. Ramírez Barba dijo que "el gobierno federal y sus legisladores han sostenido que el manejo ha sido el correcto", y por ello cabe suponer que aceptan tal auditoría externa. Sin embargo, todo parece indicar que no es así. Porque ambos, gobierno y legisladores oficialistas padecen del llamado Síndrome de Hibris. Éste "se caracteriza porque quienes lo padecen son prepotentes, narcisistas y de ego desmedido, tienen ideas fijas preconcebidas y rechazan posturas que no sean afines a sus ideas".

Y agrega: "los que padecen Síndrome de Hibris necesitan de una cura de humildad y realidad". La realización de esta auditoría sanitaria externa podría además significarles la cura de este padecimiento. Para el bien de ellos y también del país.

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