Juan Antonio Garcia Villa

El llamado a una gran alianza electoral

Pudiera suceder que Morena eventualmente pierda en 2021 la mayoría de integrantes que hoy tiene en más de la mitad de los congresos locales.

En las últimas semanas se han multiplicado las voces que convocan a la oposición a ir unida en una gran alianza electoral en 2021. El interés de esos convocantes se centra en las elecciones federales de medio término para renovar la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

Se ha vuelto lugar común decir que esos comicios del año próximo serán la madre de todas las batallas electorales. Quienes eso dicen no lo afirman pensando en la elección de quince gobernadores, lo que nunca ha ocurrido en una sola jornada electoral, ni en la renovación de más de mil ayuntamientos a lo largo y ancho del país y menos aún con motivo de que también se renovará la casi totalidad –excepto dos– de las legislaturas locales. Cuatro diferentes tipos de elección (para diputados federales, gobernadores, munícipes y legisladores locales), pero sólo una que concentrará reflectores y será fuente de nerviosismo.

El interés se ubicará en la elección de 500 diputados federales, 300 de mayoría relativa y 200 de representación proporcional, mejor conocidos como plurinominales. ¿Por qué? Porque se buscará, no sin razón, que Morena y sus aliados pierdan en la conformación de la nueva Cámara no sólo la mayoría calificada (las dos terceras partes del total) que hoy tiene junto con sus aliados, sino también la mayoría absoluta (más de la mitad de esos legisladores) por sí sola.

Si un resultado similar a 2018 se llegara a presentar en los comicios de 2021, López Obrador seguiría teniendo en sus manos el control prácticamente absoluto del país. Por el triple efecto que con ello lograría: 1. Facilidad para reformar la Constitución. 2. Nombrar cada vez más seguidores suyos en el Consejo General del INE. 3. Hacer anualmente del Presupuesto de Egresos lo que les venga en gana

Hoy la aduana que evita, aunque no siempre, la reformas morenistas a la Carta Magna, es que la oposición senatorial (PAN, PRI, PRD y MC) suma ligeramente más de una tercera parte, lo que hace que Morena y sus aliados no alcancen las dos terceras partes con facilidad. Pero a veces esa oposición senatorial falla, por algunos –dos o tres– senadores veleidosos que la integran. Si esa frágil aduana es sustituida por otra más sólida en la Cámara de Diputados como resultado de la elección de 2021, las cosas cambiarán y no será un perpetuo estar con el Jesús en la boca.

También pudiera suceder que Morena eventualmente pierda en 2021 la mayoría de integrantes que hoy tiene en más de la mitad de los congresos locales. Sería un candado adicional para impedir reformas arbitrarias a la Carta Magna.

Pero si continúa con mayoría absoluta (más de la mitad) aunque ya no con mayoría calificada en la llamada Cámara baja, lo cual se plantea como un escenario posible, López Obrador podría entonces seguir haciendo del Presupuesto federal de egresos lo que le plazca, toda vez que la aprobación de éste –y por mayoría simple– es facultad exclusiva de la Cámara de Diputados, es decir, no requiere la participación del Senado. Pero si esa mayoría simple también la llegaran a perder López Obrador y los suyos, terminaría el férreo control presidencial que en materia presupuestal hoy es un hecho.

Tienen razón pues quienes ven como cruciales los comicios de diputados federales del año próximo. Por eso convocan a que la oposición vaya unida. Lo cual no será fácil y quizá ni históricamente conveniente. Por la historia de vidas paralelas que a lo largo de su existencia han llevado las dos principales formaciones que hoy integran la oposición –PAN y PRI— y que las hace ser irreconciliables para siempre. Por lo menos en el terreno electoral.

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