Juan Antonio Garcia Villa

Sobre las elecciones del domingo

Los resultados oficiales de los comicios en Coahuila e Hidalgo parecen indicar que el PRI literalmente salió de la tumba.

El pasado domingo 18 de octubre, en medio de la terrible pandemia que azota al país, se celebraron elecciones locales en los estados de Hidalgo y Coahuila. Los resultados oficiales de estos comicios parecen indicar que el PRI literalmente salió de la tumba, con lo cual pretende demostrar que no sólo no ha muerto sino que sigue vivo y coleando. Sin embargo, la realidad es engañosa.

Antes de entrar propiamente en materia, vale la pena apuntar tres datos que considero importantes. El primero, que ambos procesos locales fueron absolutamente ignorados por los medios nacionales de comunicación, en particular los electrónicos –radio y TV— que prácticamente nada informaron a su audiencia sobre estos procesos electorales. Ni siquiera el domingo de los comicios estuvieron monitoreando el curso de éstos, como lo han venido haciendo desde hace cuando menos quince años. Ahora absolutamente nada, salvo un brevísimo corte informativo al final del día para anunciar rápidamente cómo apuntaban los resultados. Y fue todo. Información que reprodujeron en los noticieros matutinos del día siguiente.

Se dirá que ambas entidades carecen de la importancia demográfica, económica o política que sí tiene cuando menos una docena de otros estados. Es probable que esto explique el segundo dato que aquí apunto. Sin embargo, hay al menos dos circunstancias que daban un toque de especial interés a los procesos electorales de Hidalgo y Coahuila: 1. Que son –o fueron– las únicas elecciones previas al megaproceso electoral del año próximo, que ya desde ahora se le llama "la madre de todas las batallas electorales". Eran importantes pues estos comicios para conocer cómo apuntan, antes del 6 de junio de 2021 –fecha de la megaelección– las tendencias o preferencias del electorado nacional. Pero ni eso les interesó.

Dos, otro dato relevante de este par de procesos electorales locales es que, por la pandemia de Covid-19, ambos estuvieron suspendidos, desde principios de abril hasta finales de julio, algo nunca antes visto. De manera tal que las elecciones, que debieron haberse efectuado el 7 de junio, tuvieron lugar hasta el 18 de octubre. Como lo más probable es que las condiciones sanitarias del país no cambiarán mucho en el curso del proceso electoral de 2021, los de Hidalgo y Coahuila debieron haber tenido mayor seguimiento de medios y autoridades para aprovechar la experiencia y tomarla en cuenta para el año entrante. De nueva cuenta, ni esto llamó la atención.

Finalmente procede señalar, como ya lo han apuntado algunos analistas, que tanto Hidalgo como Coahuila son de los pocos estados que prácticamente en un siglo no han tenido alternancia. Están pues anclados en el pasado político.

Así las cosas, la explicación de lo sucedido en Coahuila es sencillo de exponer. Hidalgo puede ser un caso diferente. En Coahuila el grupo priista lo único que hizo fue apostar al abstencionismo y obtener segura ganancia de él. En esta entidad las elecciones de gobernador y para diputados locales van juntas. Obviamente cada seis años. Cuando esto sucede, es decir, que van los comicios simultáneos, los índices de participación ciudadana han sido como sigue:

En 2005 de 52.7 por ciento, en 2011 de 61.4 y en 2017 de 60.9 por ciento. Y cuando las elecciones han sido sólo para renovar el Congreso: de 39.9 en 2008 y de 39.6 por ciento en 2014. ¿Puede sorprender que en este año de 2020 dicha participación haya resultado de 39.4 por ciento? A nadie le debe extrañar pues el resultado.

En términos gruesos fue lo que sucedió en el estado norteño. Dejó de votar 20 por ciento del padrón electoral. Eso lo conoce perfectamente de tiempo atrás el priismo local, a sabiendas de que su voto duro, básicamente clientelar, fácilmente puede ser movilizado a las urnas. Por eso dejaron de sufragar alrededor de medio millón de coahuilenses, que muy probablemente sí acudirán a las casillas el año próximo. Y entonces la historia será diferente. Así de sencillo.

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