Los tiempos cambian y para salir adelante hay que adaptarse a ellos. La vida tiene ciclos inevitables: el inicio, la madurez y un final. En mayo de 1999 EL FINANCIERO me hizo el honor de aceptarme como colaborador en su sección de Opinión. Nunca dejé de hacer mis entregas los miércoles para su publicación el día jueves. Prácticamente nunca me he referido a personas pero sí he sido muy crítico de muchos actos de gobierno (de cualquier partido) que me parecían negativos y/o injustos para la economía nacional; he realizado pocos análisis políticos pero he criticado con cierto vigor a la partidocracia mexicana. También tengo la profesión de antropólogo y por eso he escrito artículos en torno a los procesos culturales. Debo reconocer que en tantos años de colaboración con este periódico nunca he sido censurado ni se me ha corregido nada. Mi libertad de expresión ha sido total. Así, debo un reconocimiento y un agradecimiento a EL FINANCIERO.
Debo agradecer también a las numerosas personas que me han honrado con su lectura, sus comentarios estimulantes y sus críticas. Estas últimas me han sido muy útiles por haberme obligado a realizar una meditación más profunda y crítica en torno a mis comentarios e ideas.
Quiero despedirme con algunas reflexiones sobre el crecimiento económico mediocre que vivimos en la actualidad. Hay varios puntos que quiero resaltar en forma sintética.
1. El abundante conjunto de reformas, a las cuales ya se les están implementando las leyes secundarias, tienen algunos puntos positivos pero contienen también profundos elementos negativos; ya se ha discutido mucho al respecto. Además, ni en forma aislada ni en conjunto, las reformas configuran una masa crítica que sea capaz de impulsar a la economía mexicana. Cuando la masa crítica no es suficiente, las medidas de política económica no sólo no son efectivas sino que se tienden a disipar y a perder su fuerza.
2. La visión económica de nuestros gobernantes no solamente tiene un alto contenido neoliberal sino que también corresponde a una visión esquemática y lineal, tanto en lo que se refiere al estudio de las causas como a la implementación de políticas económicas. En la actualidad vivimos un cambio muy profundo en las concepciones de la teoría económica, en especial la visión lineal y causal que es la mayoritaria y la de nuestros gobernantes. Esta visión se está abandonado para dar lugar a un nuevo análisis fincado en los sistemas complejos adaptativos, que hace que se requieran diagnósticos que contemplen el conjunto de relaciones complejas entre los elementos y procesos económicos, así como las realimentaciones tanto positivas como negativas que se dan en ellos.
Se necesita también tomar en cuenta que las reacciones de los actores económicos tienen posibilidades muy diversas y no predictibles, y por eso las decisiones de política económica tienen que tomar en cuenta la complejidad de los procesos económicos y de las decisiones de los actores. Cuando no se hace de esta manera, como es el caso de la política económica actual en México, las posibilidades de resultados mediocres o de un fracaso son muy altas.
3. Las políticas económicas mexicanas están orientadas casi esencialmente al sector punta de la economía; éste es altamente competitivo a nivel internacional pero ha perdido lo fundamental: las conexiones con el resto del economía que es muy variada y compleja, por lo que el crecimiento de la economía mexicana de punta no arrastra para nada al resto del economía. El resultado global es un crecimiento mediocre. Se requiere una política económica que reconozca la diversidad y complejidad y que además esté orientada a restablecer las cadenas productivas entre las distintas empresas y sectores de nuestra economía. Mientras no se haga eso no habrá un repunte vigoroso.
4. Las cadenas productivas mexicanas han sido desintegradas por la política neoliberal y ha propiciado además una integración, desde hace varios lustros, a la economía de Estados Unidos. Cada unidad de Producto Interno Bruto requiere de una muy fuerte cantidad de importaciones de materias primas, implementos y bienes de capital. Exportamos más, es cierto, pero la relación de las importaciones por cada peso exportado ha crecido, y conduce a que el efecto de arrastre que tiene sobre el conjunto de economía sea muy mediocre. Además, la importación de todos los bienes de consumo que los mexicanos adquirimos ha crecido en forma gigantesca, sobre todo de productos asiáticos que han inundado nuestros mercados. Por eso, el aumento en el gasto público tiene muy pocos efectos tanto en las cadenas productivas como en el mercado interno de los productos de consumo.
5. El neoliberalismo irresponsable ha generado un México desestructurado en las cadenas productivas, en el consumo y en las relaciones regionales.
No vivimos una crisis pero sí un proceso de crecimiento mediocre que, por otro lado, tiende a concentrar en un pequeño sector de la población la poca nueva riqueza producida.
El autor es profesor investigador de la UAM-I.
Correo: asi_vamos@yahoo.com.mx
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