El Banco Mundial acaba de anunciar que sus previsiones sobre el crecimiento mexicano para 2014 sólo llegan a 2.3 por ciento.
Desgraciadamente he tenido razón en artículos que vienen desde hace tiempo, al señalar que nuestras perspectivas económicas son mediocres.
La discusión sobre la reforma energética se encuentra ya en la Cámara de Senadores. Será como siempre, un monólogo entre muchos. Los votos ya están predeterminados. La sociedad civil está ausente. Los pocos que disponemos una tribuna periodística algo podemos opinar al respecto.
Me ocuparé del proyecto de ley de hidrocarburos y, en particular, de las funciones que ahí se especifican para las denominadas empresas productivas del Estado. En este proyecto se señala: "… Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad se convertirán en empresas productivas del Estado, y que contarán con las siguientes características:
-Su objeto será la creación de valor económico e incremento de los ingresos de la Nación, con sentido de equidad y responsabilidad social y ambiental.
-Contarán con autonomía presupuestal, técnica y de gestión.
-Su organización, administración y estructura corporativa serán acordes con las mejores prácticas a nivel internacional".
Se trata de hacer de Pemex y de la CFE empresas como cualesquiera otras, cuya función clave es generar rentas y ganancias que se utilizarán en el presupuesto de la nación. Se les elimina totalmente en sus funciones la posibilidad de que estas empresas sean un punto neurálgico en el impulso de orientación en crecimiento del PIB, en la reestructuración del desarrollo regional.
Pemex y la CFE no producen mercancías como cualquier otra, sino que su producto es la energía física, que es un bien o mercancía fundamental.
Se denominan mercancías fundamentales a todas aquellas que juegan un papel esencial, ya sea en los procesos de producción o de consumo. Cuando una mercancía interviene como parte de todos los procesos de producción la podemos considerar fundamental.
Pensar que todas las mercancías son como jabones o zapatos es un grave error. Hay grados fundamentales distintos que conducen a una necesidad de diferentes tipos de regulación. Los mercados libres son válidos en las mercancías poco fundamentales pero, no contar con regulaciones en las mercancías fundamentales, es un grave error.
Los pregoneros de la iniciativa privada y del gobierno, nos quieren poner ante la disyuntiva de mercados contra el Estado. Esta es falsa y por ende, demagógica, ya que hay distintos grados de regulación que nos son fundamentales y que requieren una política económica totalmente distinta de la neoliberal actual.
Denominamos como recurso fundamental a aquél que se encuentra en el centro de un conjunto de procesos productivos que son importantes para el desarrollo de todo el proceso industrial.
En este caso, los recursos claves tienen dos elementos básicos de importancia: a) toda modificación en calidad, cantidad y precio de un recurso clave, repercute con amplitud en el resto de la industria y, b) el control de un recurso esencial implica un poder que se extiende más allá de la propiedad directa para llegar al conjunto de la sociedad. Otorgar un poder de este estilo a compañías privadas y extranjeras, es perder el control de nuestros propios procesos y, por ende, una pérdida de soberanía importante.
Es un mito pensar que solamente la eficiencia proviene de los mercados. Es cierto que, en ocasiones, los mercados impulsan la eficiencia, pero también son generadores de caos, manipulaciones, desestabilizaciones, monopolios, etcétera. Los mercados, para que puedan generar una eficiencia adecuada, deben ser regulados y, un mecanismo esencial de regulación, es mantener bajo control a los recursos claves.
El petróleo, como bien fundamental y como recurso clave, puede ser la palanca esencial para no sólo impulsar un fuerte crecimiento de la economía, sino para que éste sea a nivel nacional y con una distribución del ingreso que beneficie a todos los mexicanos.
Por medio de la ubicación de refinerías, o de productos de capital, o de materias primas, o implementos que se requieren para la extracción de petróleo, refinación del mismo y generación de energía eléctrica, se pueden configurar sistemas regionales que conformen una masa crítica económica que sea el punto de arranque para el crecimiento de una región. La energía puede ser un sector que funcione como máquina de empuje y de arrastre para un conjunto de industrias y actividades económicas que se consideren convenientes para la nación. Privarse de estas funciones es hacer de las llamadas empresas productivas del Estado unos organismos cojos e insuficientes para las necesidades nacionales.
El autor es profesor e investigador de la UAM-I.
Correo: asi_vamos@yahoo.com.mx
Juan Castaingts Teillery
Las empresas productivas del Estado, ¿están cojas?
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