Ahora que está el periodo vacacional vale la pena acercarse buenas lecturas. Para los que ya tenemos cierta edad, ubicamos con claridad que en la revista Proceso, el gran José Emilio Pacheco publicaba una sección llamada Inventario. Realmente notable esa sección, que recorría distintos temas y casos en los que Pacheco desplegaba su afán erudito, sus conocimientos sobre múltiples temas –con énfasis en los literarios– y episodios de la historia. Hace ya algunos años que Editorial Era reunió lo publicado por años en tres volúmenes. Consultarlos de vez en cuando es una actividad agradable y aleccionadora. Van algunos subrayados.
“La intolerancia es la indignación de quienes no tienen opiniones”.
“Edipo y antiedipo, antiporfiriismo y esquizofrenia: setenta años de injurias no han logrado quitarle el ‘don’. Su imagen tuvo que retirarse de los cines a fin de que un amplio sector de los espectadores no estallara en aplausos. Ningún exorcismo nos ha librado de su siniestra grandeza”.
“Tolstoi lo elogió como el genio político más grande de su tiempo. Theodore Roosvelt lo juzgó el mayor estadista contemporáneo. El Pearson’s Magazine lo consideró ‘the greatest man on the continent’. Para Cecil Rhodes fue el gran civilizador del siglo 19. Para Andrew Carnegie, el Moisés y el Josué de su pueblo. Según Lerdo, era simplemente un rufián uniformado. A juicio de Luis Lara Pardo, su régimen se define en dos palabras: exterminio y prostitución”.
“Las celebraciones –del centenario de la Independecia– empezaron con la inauguración de un manicomio, la primera piedra de una cárcel y la apertura de una estación sismográfica”.
“¿Quién es el escritor más admirado en Colombia? Octavio Paz. ¿En México? Gabriel García Márquez. ¿Quién es el escritor más atacado en Colombia? García Márquez. ¿En México? Paz. ¿Cuál es el principal reproche contra García Márquez? Ser castrista. ¿Contra Paz? Ser anticastrista. ¿A quién propusieron los mexicanos para el Premio Cervantes en 1981? A Juan Carlos Onetti. ¿Y los uruguayos? A Octavio Paz”.
“No acabarían nunca los ejemplos del síndrome de Nazaret (‘cómo va a ser el Mesías si es el hijo del carpintero y yo jugaba con él en la calle’)”.
“Ya decía González Martínez que la admiración, si es sincera, es limitada. Uno de los horrores del poder (literario y del otro) es que ya no se tienen amigos, sólo aduladores y detractores”.
“También la orgullosa Alemania fue humillada y ofendida por los vencedores de la que hasta entonces se conoce como ‘La Gran Guerra’. Le exigieron pagar lo que no tenía, pulverizaron su moneda e hicieron que la inflación destrozara el pacto social. En 1938, para grandes sectores mexicanos Hitler tiene un atractivo muy muy particular. Además, todos nos han invadido y despojado, menos los alemanes. Aquí Alemania es la ferretera Boker, el Colegio Alemán, los instrumentos que sí funcionan, la química, la técnica, la ciencia, el orden, la eficacia. En secreto, Hitler convoca a lo más profundo y lo más oscuro de nuestro ser: el deseo de omnipotencia, la grandeza paranoica, la venganza absoluta contra todos los que se rieron de nosotros, nos cerraron las puertas, nos volvieron la espalda, rechazaron nuestras acuarelitas y tarjetitas postales”.
“A los guerreros, sacerdotes y escribas sacros que nos oprimen sólo para estar encima de nosotros, podemos reducirlos a nuestro nivel y aun pisotearlos merced al gran instrumento de la fantasía: la palabra, y su primer empleo literario: el chisme”.
“La dicha es muda, sólo la desgracia alcanza la elocuencia”.
Para que descanse el lector, esta columna retornará el 21 de agosto. Descansen, que después se va a poner rudo.