Autonomía Relativa

El caso de los López

Para bien de todos nosotros, ojalá que el gobierno, y particularmente el doctor Hugo López-Gatell, estén en lo cierto.

Ya estamos de lleno en la antesala del horror. Para bien de todos nosotros, ojalá que el gobierno, y particularmente el doctor Hugo López-Gatell, estén en lo cierto. Ojalá la estrategia que decidieron sea la correcta. Más nos vale, nos guste o no nos guste, es la estrategia que hay y debemos hacerle caso a las autoridades que, aunque se empeñan en no parecerlo, también son las únicas que hay. Es momento de dejar de hacerle caso a López Obrador y hacerle caso a López-Gatell.

El doctor López-Gatell puede pasar en las siguientes semanas a ser un genio de talla internacional, una figura imprescindible de la vida nacional –ser secretario le va a quedar chiquito– o un criminal de escritorio en los que la 4T ha destacado sin competencia alguna. Habrá cosas que queden en la historia personal del subsecretario de Salud (como su devoción irracional por la figura presidencial, que está ya en los almanaques de la lambisconería nacional), pero sin duda la historia de millones de mexicanos estará ligada a la de quien lidera la estrategia para enfrentar esta pandemia.

He escuchado y leído algunas de las entrevistas que ha dado HLG, y vuelvo a decir que es una persona que comunica bien, que tiene soltura, aparte de que muestra solidez en sus conocimientos. Su aspecto fifí le sirve para subrayar una personalidad confiable. Ya le tomó cariño al micrófono y ha causado buen impacto en sectores femeninos, que ya hasta organizan un club de fans. No hay funcionario en este gobierno, ni siquiera el Presidente, que haya contestado tantas preguntas. A parte de que son casi siempre las mismas preguntas, porque las preocupaciones son las mismas y las tenemos todos, el hombre da las entrevistas y se maneja con facilidad. Su necesario protagonismo seguramente le acarrea muchos malquerientes en el propio gobierno. Tiene eso que pocas veces tiene un político: el dominio técnico de un tema que todos quieren entender. Lo mismo da una entrevista en El País, en la que aborda parte de la atrofiada dinámica social mexicana y su carga de injusticia, que le contesta a la pandilla de esbirros oficialistas que se presenten en las mañaneras a cumplir una labor deleznable. Como buen doctor, el subsecretario muestra una paciencia que en ocasiones raya en lo franciscano.

Sin embargo, el problema no radica en la capacidad comunicativa de HLG sino en el gobierno del que forma parte. Las últimas semanas han mostrado el pavoroso desorden que impera en el gobierno federal. El doctor López-Gatell se quejaba amargamente la semana pasada de que no había permeado el mensaje de guardarse en casa. Pues cómo va a permear si ni siquiera en el gobierno le hacen caso. La semana pasada la secretaria de Gobernación difundió fotos de ella comprando boletos para la rifa del avión, junto con personal de la Secretaría. Se reúnen en Palacio, personas que, por su edad y vulnerabilidad – según ha dicho el doctor López-Gatell–, no deberían estar en la calle ni teniendo contacto social. El primer desobediente, por supuesto, es el otro López, el Presidente, que todo le parece una vacilada y que cree se puede hacer la vida como si no pasara nada. El fin de semana viajó, inauguró un estadio que nadie puede usar y se fue a pelear con unos "ventiladores" – así les dijo– que generan energía con el viento y que "afean" el paisaje. Esos ventiladores, dijo, los pusieron "los conservadores". En esas anda, en su planeta, muerto de la risa. La verdad es que es evidente que el Presidente está más aislado que nadie.

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