No creo que se le deba regatear a AMLO el festejo de aniversario de su triunfo. Hay que admitir que fue una victoria de proporciones históricas y que el cambio que anunció sigue siendo parte de su proyecto a siete meses de haber iniciado labores de gobierno. El festejo fue a la manera de AMLO: con acarreados, muchas porras, los jefes del neoliberalismo paseándose entre los invitados, discurso larguísimo y populachero, muchos camiones y harto 'lonche'. Es la marca de la casa, el viejo PRI: lo que bien se aprende, no se olvida.
Hay que hacer notar contrapuntos a la información oficial que mencionó el presidente a manera de informe y que defienden afanosamente sus personeros mediáticos. Pero siempre hay otra versión de las cosas y también hay que hacerla pública aunque no tenga la misma difusión que la oficial. Aquí algunos puntos sobre el aniversario de AMLO en el poder.
• Los verdaderos ganadores están en las Fuerzas Armadas. Nunca como antes un gobierno había dependido del Ejército y la Marina para tantas funciones: combate a la delincuencia, transporte de gasolina, eliminación del sargazo, reparto de libros, perseguir y detener migrantes centroamericanos, distribución de medicinas… Ya nada más les falta dar clases de inglés.
• El gobierno de la izquierda, de los transformadores, de los que generarán –según ellos– un nuevo amanecer, es el que más ha dependido de la figura del presidente de Estados Unidos, el gobierno que más ha cedido.
• Nunca un secretario de Hacienda había tenido tanto poder como lo tiene el de López Obrador. Ni en el más neoliberal de los gobiernos de esa "larga noche" –como le llaman el presidente y sus seguidores–, tuvo la posibilidad de controlar desde el libro de texto, las becas, los lápices, las pipas de combustible, los recursos para la ciencia o la compra de medicinas. Tatcherismo puro.
• Si bien es cierto que en todos los gabinetes hay equipos que compiten a eliminarse entre ellos, lo natural es que compartan la visión del presidente en lo general. No es el caso en este gobierno donde cohabitan los extremos. Personas preparadas e ignorantes de olimpiada comparten funciones; modernizadores y gente que extraña el mundo en blanco y negro son compañeros de equipo. Es un equipo esquizoide.
• No solamente existe división sino un claro desbalance en el peso de las decisiones y el trabajo de cada uno. Jorge Guajardo lo sintetizó con claridad de la siguiente manera: "500 Ponchos Romos no compensan por un Bartlett cuando se trata de ahuyentar la inversión extranjera en México".
• Ningún presidente, por ignorante e inculto que fuera, calificado por la "inteligencia mexicana", había desatado una embestida en contra de las manifestaciones artísticas, sus creadores y quienes pertenecen a los institutos de investigación. Una verdadera rabia contra esos grupos es la que parece dominar al gobierno. Ni a quienes calificaron de palurdos –Fox y Peña Nieto– tuvieron manifestaciones tan patentes de desprecio a la técnica, la ciencia y el conocimiento en general. La cuarta transformación, en materia de apreciación por el conocimiento, parece la primera regresión.
• El ánimo de revancha no se ha colmado con el triunfo de hace un año ni con su ascenso al poder. El insulto y la provocación, al igual que el dislate y la ocurrencia, están en la boca del presidente todos los días. Nada hay que le dé más satisfacción que agredir verbalmente a sus adversarios.
• Su calificación es alta a siete meses, pero es casi la misma que a estas alturas tenían Fox y Calderón. Y ya sabemos cómo es esto: del plato a la boca se cae la sopa.
• Dejo como sello del equipo del presidente las declaraciones de la presidenta de Morena el día de ayer: "las guarderías no son para guardar a los niños, ni las estancias para que estén…". Creo que las palabras de Yeidckol definen estos siete meses.