Autonomía Relativa

La tentación del engaño

Juan Ignacio Zavala escribe que más allá de aprobaciones e ideologías, no se puede confundir la nobleza de acción con la incompetencia de la autoridad.

Todo gobierno –salvo una dictadura– ante un problema, un imprevisto, necesita dar explicaciones y ofrecer soluciones públicamente. No es algo que haga nuestro gobierno por diversas razones. Aventuro algunas de ellas: acaban de entrar, están tratando de entender cómo se juega, están rebasados por algo que pensaban era sencillo, están en su colchón del triunfo electoral, creen que la enorme cantidad de votos que recibieron los van a sacar una y otra vez de los problemas en que se meten, son incompetentes o están espantados con el nivel de la responsabilidad, unos; otros, confundidos porque tienen que tomar decisiones. A la fecha el resultado de estas semanas de administración es un increíble desabasto de gasolina y la pérdida del empleo de decenas de miles de personas que trabajaban en las dependencias federales. Es el problema de convertirse en profesional de la queja, especialista en consignas: uno no es responsable de nada.

La realidad siempre alcanza al gobernante. Habrá un momento en que tendrán que dar datos concretos, explicaciones específicas. Y ese momento llegará pronto. La crisis de combustibles en estos días se ha salido de control. Lo importante no es si AMLO baja en las encuestas o no –si alguien espera que esto tumbe su apoyo, es absurdo, pues es su primer gran problema–, sino el modelo de hacer gobierno que nos están mostrando. Sin duda, el presidente López Obrador es un líder fuerte y tiene el suficiente capital político para resistir. No es el caso de sus subordinados que, por ejemplo, en el caso de la gasolina tanto la secretaria del sector como el director general de Pemex han mostrado una manifiesta incompetencia. El caso de Romero es particularmente llamativo: es el hombre de piedra, no emite una palabra, no ha explicado nada y sólo sabemos que es el primer agrónomo que dirige la petrolera, que no tiene ninguna experiencia en el ramo y que su figura transmite fracaso.

En todo este asunto de información a medias y a cuentagotas, el gobierno ha mostrado que no conoce bien el alcance del control que puede tener sobre la información. Se entiende que quieran esconder datos, ocultar errores, es la tentación de cualquier gobierno. Ojo: no digo que estén mintiendo. Digo que quieren dosificar la información y, como cualquier gobierno, manejarla a su favor. Pero creen que son la única fuente de información de todo. Este es todavía un mundo abierto, la tecnología permite acceder a información sin ir a las fuentes oficiales. Temas como la contratación o no de gasolina a Estados Unidos, el de los barcos esperando descargar gasolina, han salido a la luz a pesar de que el gobierno no quiso hacerlo. Lo mismo el desastre que resultó la junta con inversionistas en New York del director de Finanzas de Pemex, a quien, según un asistente a esa junta, no se le vio claridad ni en el conocimiento del tema ni en los planes sobre la empresa. Creen que pueden tapar, ocultar todo. Es imposible.

La tentación del engaño es algo propio de cualquier gobierno, nada más que a este le ganaron los errores más rápido y quiere frenar todo pensando que no hay consecuencias. Una situación tan grave como la falta de gasolina en una buena parte del país, no es un problema cualquiera. La disposición de los ciudadanos a poner su parte en la lucha contra el crimen tiene lógica con el nuevo presidente. Pero más allá de aprobaciones e ideologías no se puede confundir la nobleza de acción con la incompetencia de la autoridad. A la solidaridad ciudadana se debería de responder con información completa y no con el engaño y el manipuleo de datos y decisiones.

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