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Reporte de la guerra chairo-gachupina

Una vez desatada la guerra entre el imperio mexica del siglo XXI y la Corona Española, comienzan los reportes de la guerra, escribe Juan Ignacio Zavala.

Una vez desatada la guerra entre el imperio mexica del siglo XXI y la Corona Española, comienzan los reportes de la guerra. El Presidente mexicano ha llegado vestido de "conchero" hasta el edificio del BBVA, conocido banco español, en céntrica avenida de lo que hace más de 500 años fue Tenochtitlán. Ataviado con taparrabos y un penacho con coloridas plumas, bailó el presidente AMLO una danza frenética con invocaciones en un desconocido dialecto, y al terminar pidió silencio. En eso apareció la senadora Jesusa Rodríguez, quien se aventó corriendo hacia la puerta del establecimiento y al grito de "¡pinches gachupines, chinguen a su madreeeee, no comaaaan carnitaaaaas!", hizo detonar una carga de dinamita que traía debajo de su ropa de manta. La senadora, enemiga jurada de la conquista, es la primera mujer-bomba en México.

A Veracruz ha llegado el portaviones Manolo. Un gigantesco buque del que despegan aviones que hacen reconocimientos y han intentado algunos bombardeos. Empezaron por la zona de Tamaulipas, en la que las aeronaves fueron recibidas con misiles tierra-aire para sorpresa de los pilotos ibéricos.

Y es que el crimen organizado se ha sumado a la guerra contra los invasores de ayer, anteayer, hoy y siempre. Los cárteles han tomado el lugar de las fuerzas armadas en muchos lugares, pues el presidente López Obrador, al inicio de su mandato, vendió todos los aviones y aeronaves porque le parecían "excesos".

Sin embargo, en otras zonas las tropas españolas avanzan a tambor batiente. Varias ciudades han caído y se han dado escenas terribles. Las milicias llegan disfrazadas de civil, los locales los confunden con los abarroteros de la comarca, ponen bocinas ocultas en varios lugares de ciudades medias. De pronto encienden la música a un volumen más que elevado con canciones de Los Churumbeles de España y de Mocedades. La gente mexica, desesperada, se avienta de lo alto de los edificios, se apuñalan entre ellos o quienes tienen arma de fuego se dan un balazo en la cabeza. Se tiene informes de que en algunos lugares la crueldad española ha llegado a poner canciones de Julio Iglesias y José Luis Perales para acelerar la muerte de los habitantes de la que fuera noble y gran nación.

Por supuesto no ha sido un día de campo para las fuerzas invasoras. Al aproximarse a Xalapa, las tropas encontraron en una plaza una jaula en la que adentro estaba un hombre regordete fumando, tenía un letrero colgado con su nombre: Paco Ignacio Taibo II. Un aviso colgado de la jaula decía: "Ya que regresaron, ahora sí llévense su mierda. Atte: CFN (comando fifí nacionalista)".

El ECHRN (ejército chairo de reivindicación nacional) se reúne en el Zócalo de la CDMX y desde ahí da ánimo a sus combatientes. En una gigantesca pantalla se transmite en vivo el despegue de los aviones que están en el Manolo. A la cuenta regresiva los miles de miembros del ejército chairo levantan y agitan las manos y comienzan a gritar: ¡eeeeehhhhhh!, y cuando despega el avión cierran con un atronador: ¡putoooooo! Después de eso todos ríen y se abrazan.

Los testimonios de odio mexica se multiplican ante la presencia de la prensa internacional, las razones del odio son un rápido repaso de 500 años de historia. Desde "se robaron el oro", "le quemaron los pies al Cuau", "tienen puros hoteles de paso y lavanderías, nomás están viendo que se chingan", hasta cosas como "yo vi varias películas de Pili y Mili y quedé traumada toda mi vida", "yo no les perdono que hayan regresado a Hugo Sánchez, pinches ojetes se lo hubieran quedado allá, hasta habla como español"; o más sofisticados: "Nos trajeron la viruela y el alcohol, y dicen que la viruela sí hizo mucho daño".

En fin, que la guerra ha comenzado. Hasta aquí mi reporte, Joaquín.

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