Autonomía Relativa

Sonreír o morir

Tener éxito, nos dicen, pasa por pensar en positivo todo el tiempo y desear de verdad lo que se quiere, sólo entonces se logrará.

Llevamos décadas en que el pensamiento positivo es una especie de obligación para todos. Para quien no está contento porque solamente siendo positivo puede alcanzar un estado de felicidad, y para quien lo está porque todavía puede ser más feliz, megafeliz; si alguien tiene una enfermedad casi mortal, debe pensar positivamente, porque en realidad se trata de una oportunidad de disfrutar la vida de manera distinta; si fue despedido del trabajo, se debe de ver como un área de oportunidad, una bendición, un acercamiento a la buena suerte, y no como una calamidad que debió pasarle a otro. Tener éxito, nos dicen, pasa por pensar en positivo todo el tiempo y desear de verdad lo que se quiere, sólo entonces se logrará. Este tipo de pensamiento, desarrollado mayormente en Estados Unidos, en la religión a principios del siglo XX, está ya en todas las áreas de la vida: en la empresa, en el trabajo, en los deportes y, claro, en la desgracia y la enfermedad. Hay quienes gobiernan y creen que basta el puro voluntarismo para que sucedan las cosa.

Hace algún tiempo, Bárbara Ehrenreich publicó un libro con una crítica demoledora a ese tipo de pensamiento: Sonríe o muere (Ed. Turner). Se trata de una mezcla de ensayo y reportaje que comienza cuando le detectan cáncer de mama y se topa con toda una organización que impone el estado de ánimo positivo. Ehrenreich viaja, entrevista a los autores de best seller, a los preachers, a los grandes vendedores del estado de ánimo. Aquí alguno subrayados.

"Existe, se nos asegura, una razón pragmática que compensa el esfuerzo: el pensamiento positivo no sólo nos hará sentirnos optimistas, sino que favorecerá que de hecho las cosas salgan bien. Si uno espera que el futuro le sonría, el futuro le sonreirá.

"Pero una idea mucho menos racional está extendidísima también: la de que, misteriosamente, los pensamientos pueden tener una incidencia directa en el mundo real. De algún modo, los pensamientos negativos producen resultados negativos, mientras que los pensamientos positivos se materializan en forma de salud, prosperidad y éxito.

"Esta forma de almibarar el cáncer, lejos de dar sustento emocional, se cobra un tributo terrible. Primero, porque requiere que se nieguen una serie de sentimientos tan comprensibles como la ira y el miedo, que deben quedar enterrados bajo una capa cosmética de alegría. Esto les viene muy bien a los profesionales sanitarios, e incluso a los amigos del afectado, que sin duda preferirán las bromas a las quejas; pero al que sufre no les resulta tan cómodo.

"Está claro que el peso de no ser capaz de pensar en positivo, gravita sobre el paciente como una segunda enfermedad.

"El cáncer de mama, ahora puedo decirlo con conocimiento de causa, no me hizo más bella ni más fuerte ni más femenina, ni siquiera una persona más espiritual. Lo que me dio, si es que a esto le queremos llamar 'don', fue la oportunidad de encontrarme cara a cara con una fuerza ideológica y cultural de la que hasta entonces no había sido consciente; una fuerza que nos anima a negar la realidad, a someternos con alegría a los infortunios y a culparnos sólo a nosotros mismos por lo que nos trae el destino.

"En este punto, conviene recordar aquello de que la cultura corporativa estadounidense había cambiado tiempo atrás la racionalidad deprimente de la gestión profesional por los atractivos emocionales del misticismo, el carisma y las corazonadas. Y así, la empresa estadounidense, galvanizada por sus motivadores a sueldo y dirigida por personas llenas de inspiración divina, llegó a mediados de la primera década del siglo XXI en pleno éxtasis de expectativas ilusorias, que se contagiaron a la primera línea de mando".

Sugiero la lectura del libro. Nada malo hay en tener ánimo ante la vida, pero culparse a sí mismo de las calamidades terrenas no es una buena idea. Creer que pensar positivo nos sanará, nos colmará de beneficios y evitará las desgracias, es un buen camino para convertirse en idiota.

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