Julio Madrazo

Más de los Midterms

El resultado del martes no se siente del todo satisfactorio para los demócratas, ya que no han salido por completo de ese desierto; las elecciones nos dejaron en claro que todavía no tienen una propuesta.

El pasado martes, 114 millones de estadounidenses salieron a votar en la elección intermedia de Trump. Fue un nivel de participación histórico que llevó a los demócratas a retomar control de la Cámara de Representantes después de ocho años. El Partido Demócrata tuvo un cambio neto de +38 curules, con lo que controlan la Cámara baja. Esta es la mayor ganancia neta en la Cámara para los demócratas desde Watergate. Asimismo, retuvieron las senadurías de Ohio, Pennsylvania, Michigan, West Virginia y Wisconsin, estados que Trump ganó en 2016. Los demócratas ganaron el voto popular nacional por siete puntos porcentuales, lo que no es cualquier cosa, considerando la falta de una narrativa potente a nivel nacional.

Sin embargo, la victoria se siente agridulce. Tres de las campañas de mayor perfil fueron la senaduría de Texas y las gubernaturas de Georgia y Florida. Beto O'Rourke, Abrams y Gillum, respectivamente, llevaron a cabo campañas frescas, jóvenes, liberales y emocionantes, pero no les alcanzó.

Después del fracaso de 2016, los demócratas amanecieron en el desierto, tuvieron dos años para encontrarse y definir cómo se iban a presentar en 2018 ante un electorado cada vez más conservador. Estas elecciones fueron su primera prueba antes de 2020; usaron diferentes tonos en distintas partes del país. Sin embargo, no queda claro cuál fue la narrativa que los llevo al triunfo. El resultado del martes no se siente del todo satisfactorio para los demócratas, ya que no han salido por completo de ese desierto; las elecciones nos dejaron en claro que todavía no tienen una propuesta ni un discurso contundente que los pueda llevar a la Casa Blanca. Más grave aún, les hace falta un líder que abandere su proyecto.

Ahora, con el poder dividido en Washington, vienen dos años de conflicto político y no queda claro si tendrán el tiempo suficiente para definir con claridad qué representan y cómo lo van a comunicar. El Partido Demócrata ha sido una carpa unificadora de minorías bajo un proyecto común de nación, pero en un país cada vez más polarizado esta tarea parece más difícil que nunca. Ser simplemente anti-Trump no será suficiente para ganar en 2020.

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