El 9 de septiembre tendrá lugar una reunión de gran relevancia para el futuro de las relaciones entre México y Estados Unidos. Una delegación encabezada por la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, y el canciller Marcelo Ebrard, viajará a Washington con motivo del relanzamiento del Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) entre ambos países. Este instrumento de cooperación fue creado en 2013 durante las administraciones de los presidentes Barack Obama y Enrique Peña Nieto, con el objeto de implementar actividades bilaterales de cooperación para fortalecer la competitividad, promover el desarrollo económico, y ejercer un liderazgo regional y global en materia económica y comercial.
Este foro formaba parte de la larga lista de iniciativas bilaterales y trilaterales que se conformaron en América del Norte desde principios de este siglo, tales como la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) o la Alianza México-Canadá. El ímpetu cooperativo con EU se perdió durante los años oscuros de la administración Trump, pero afortunadamente parece estar de regreso, como resultado de la visita a México de la vicepresidenta Kamala Harris, y la ráfaga de reuniones que han sostenido en los últimos meses la Cancillería y la Secretaría de Economía con sus contrapartes de la administración Biden.
La Secretaría de Relaciones Exteriores emitió hace unos días un comunicado en el que anuncia los cuatro pilares que se establecerán en el DEAN: reconstruir juntos; promover el desarrollo económico, social y sustentable en el sur de México y Centroamérica; asegurar las herramientas para la prosperidad futura; e invertir en nuestro pueblo. Se trata de propósitos sumamente nobles, y sin duda prioritarios para México. El reto ahora es darle cuerpo a este mecanismo de cooperación y desarrollar actividades específicas que nos permitan obtener resultados positivos en un tiempo razonable.
Dada la situación económica de México (y de la región), así como la coyuntura internacional, considero que existen cinco áreas prioritarias en las que México debería enfocar la discusión:
Fortalecimiento de las cadenas de valor de Norteamérica: Diseñar actividades encaminadas a aprovechar el fenómeno de nearshoring, y desarrollar una metodología que permita atraer, de la mano de EU, inversión extranjera a nuestra región en los sectores del futuro (manufactura avanzada, farmacéuticos, economía digital, entre otros). Además de los esfuerzos de promoción de inversión, la discusión debería centrarse en cómo fortalecer los vínculos entre los diversos clústeres industriales en México y EU, y coordinar políticas para mejorar la infraestructura de transporte, desarrollar proveeduría regional, y garantizar la disponibilidad de mano de obra calificada. México debería de aprovechar la reciente orden ejecutiva del presidente Biden a través de la cual instruyó a su gabinete a elaborar recomendaciones para fortalecer las cadenas de valor en EU, y sugerir que dicha iniciativa se implemente de manera bilateral.
Políticas conjuntas para enfrentar pandemias y reducir su impacto económico y en la salud: Aprender las lecciones de la primavera 2020, cuando cundió el pánico y la descoordinación entre los miembros del TLCAN en torno a la definición de industrias esenciales y los protocolos sanitarios para el sector productivo, lo cual agudizó la disrupción de las cadenas de valor en la región. A esta discusión deberían sumarse compromisos respecto a la donación de vacunas Covid (y para futuras pandemias), y la posibilidad de que los ciudadanos de la región TMEC puedan vacunarse en cualquiera de los tres países. Adicionalmente, convendría establecer canales institucionales para el intercambio de información científica que promueva un mayor conocimiento sobre la enfermedad, así como el desarrollo de vacunas y tratamientos más eficaces.
Estrategia conjunta para desarrollar el sector turístico: En el DEAN original existía el esbozo de una estrategia de promoción del sector, pero en la práctica no se aterrizaron acciones concretas. El sector turismo contribuye de manera importante al PIB de ambos países, y para México representa una fuente importante de empleo en todo el país, pero particularmente en las regiones donde se busca fomentar un mayor desarrollo (sur-sureste). Es también uno de los sectores más golpeados por la pandemia y la crisis económica, por lo que incluirlo como prioridad en cualquiera de los cuatro pilares propuestos por Cancillería hace todo el sentido.
Reactivar la cooperación en beneficio de las Pymes: Aprovechar el empuje original del DEAN a favor del emprendedor y de la innovación, para desarrollar herramientas que permitan aprovechar las oportunidades de la economía digital, mejorar el acceso a financiamiento, y aprender de las mejores prácticas de EU en el desarrollo de incubadoras de Pymes y aceleradoras de negocios, ya sea tradicionales o startups. Estos esfuerzos podrían enmarcarse en las actividades que promueve el capítulo de Pymes del TMEC.
Desarrollo de la frontera: Con el objeto de apuntalar los compromisos de facilitación comercial plasmados en TMEC, se debería establecer una agenda de cooperación para mejorar el cruce fronterizo y reducir la burocracia (aprovechando las tecnologías de información y la ventanilla única, por ejemplo). Esta fue una de las áreas más exitosas del DEAN original, en donde se concretó el primer cruce ferroviario transfronterizo en más de 100 años, así como diversos proyectos para modernizar las instalaciones aduaneras en ambos lados de la frontera. Adicionalmente, se debería impulsar un fortalecimiento del Banco de Desarrollo de América del Norte (Bandan), tema de discusión permanente en los foros de cooperación bilateral en los últimos 20 años. Asimismo, tenemos mucho que aprender de las experiencias positivas de la cooperación entre estados fronterizos, como es el caso de la Comisión Sonora-Arizona, para promover una mejor vinculación en materia de políticas públicas en beneficio de las comunidades de la frontera.
Debemos aplaudir el relanzamiento del DEAN como vehículo institucional de cooperación entre México y EU, pero para garantizar que esta iniciativa no se quede en el cajón de las buenas intenciones será necesario adecuar el mecanismo a los retos que enfrentamos actualmente como país y como región. En combinación con una implementación correcta del TMEC, el Diálogo Económico de Alto Nivel con EU puede contribuir a la profundización de la integración de América del Norte, lo cual no solamente nos permitiría salir más rápido de la crisis económica, sino que fortalecería la competitividad y el bienestar en México.
El autor es exjefe negociador del TMEC para el gobierno de México y socio en el despacho AGON, Economía, Derecho, Estrategia.