La elección presidencial que tendrá lugar en EU el próximo 3 de noviembre será de vital importancia para el mundo entero. Está en juego el liderazgo del país más poderoso del mundo, y las visiones del presidente Trump y del exvicepresidente Biden respecto al papel que EU debe jugar en el mundo, no podrían ser más diferentes. Al llegar al poder, se temía que Trump implementara una política exterior aislacionista, y tras cuatro años en la Casa Blanca nos dimos cuenta que ésta ha sido mucho peor de lo que se esperaba.
No solamente presenciamos un repliegue importante de EU del escenario internacional, sino que el presidente Trump ha impulsado medidas que sistemáticamente debilitan a los organismos y mecanismos de cooperación internacionales, como es el caso de la OTAN, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Comercio (OMC), entre otros. En materia comercial, el único logro tangible para Trump es la conclusión exitosa del T-MEC y su puesta en marcha. En los demás frentes comerciales, hemos presenciado la guerra de EU con China, y una permanente animadversión hacia sus principales socios comerciales. En la práctica, la política comercial de Trump ha generado muy pocas iniciativas constructivas que mejoren el acceso de EU a los principales mercados internacionales, o que avancen las negociaciones comerciales a nivel multilateral.
Ahora que los estadounidenses tendrán que decidir si renuevan el mandato del presidente Trump, o le brindan la oportunidad a los demócratas de regresar al poder, debemos preguntarnos cuál de las dos es la mejor opción para nuestro país. Existe una percepción generalizada en México de que al país le va mejor cuando los republicanos ganan la Presidencia, por tratarse de un partido que está más a favor de los intereses empresariales y es menos proteccionista que los demócratas.
Esta visión es anticuada, y corresponde a la realidad política que imperaba en Washington a mediados de los años noventa, 'década de oro' en términos de crecimiento económico en EU, y en donde no existía el grado de polarización política que tenemos hoy en día. Las grandes iniciativas comerciales de EU en los 90, desde la negociación del TLCAN hasta la creación de la OMC, fueron posibles gracias a la existencia de una masa crítica de políticos moderados, tanto demócratas como republicanos, que fueron capaces de llegar a acuerdos bipartidistas y con una visión económica de largo plazo.
Hoy en día, ese espíritu bipartidista ha desaparecido, al igual que la imagen tradicional del Partido Republicano como el 'partido de los empresarios'. México sufrió en carne propia la transformación del liderazgo republicano durante la negociación del T-MEC, en donde la Casa Blanca puso sobre la mesa propuestas que iban completamente en contra de los intereses empresariales de su propio país, y de la política comercial que EU había impulsado en los últimos 30 años. Los intentos de la Casa Blanca por eliminar las protecciones a los inversionistas, así como cancelar los mecanismos de solución de controversias e imponer medidas de comercio administrado en los sectores de exportación más exitosos de América del Norte, como el agrícola o el automotriz, resultaron ser más proteccionistas que lo que impulsaban los propios demócratas, y prueba de ello es el apoyo total que Trump le brindó a los sindicatos estadounidenses a lo largo de la negociación.
Fue a través de un trabajo arduo, de casi año y medio de negociaciones, que México y Canadá lograron desactivar las propuestas más nocivas de EU en el T-MEC, y obtuvieron una negociación balanceada que preserva el libre comercio en Norteamérica y moderniza el acuerdo comercial más importante para nuestro país. Mucho de esto se logró por la presión del propio sector privado (mexicano y estadounidense), el cual peleó a capa y espada en contra de este nuevo proteccionismo/nativismo que buscaba, para efectos prácticos, desmantelar los beneficios del libre comercio en nuestra región.
Lo mejor que le puede suceder a México, y al mundo, es que haya un cambio de régimen en EU. Si Trump llega a reelegirse, es probable que sus ataques en contra de México y de los migrantes en general se agudicen, así como las posturas extremas en contra de los principales organismos internacionales. Ya sin la necesidad de moderar sus políticas, puesto que no le sería posible buscar la reelección, Trump tendría todos los incentivos para implementar una política exterior aún más incisiva, basada en la confrontación, en la humillación de sus socios y rivales, y en su visión mercantilista de la economía mundial.
Por otro lado, una victoria demócrata también sería un reto para México, ya que los sectores más radicales de ese partido (el ala pro Bernie Sanders), seguirán impulsando la visión de 'nacionalismo económico' que comparten con Donald Trump. El propio Biden, en un intento de quitarle el apoyo al presidente de sus 'bases' en los estados con mayor fortaleza sindical, ha señalado que apoyará iniciativas como Buy American y recompensará a empresas que decidan no invertir en otros países. Asimismo, México tendrá que estar preparado para los embates del ala liberal del Partido Demócrata, la cual buscará en todo momento presionar a México en los temas laboral y ambiental al interior del T-MEC.
Sin embargo, hay que entender que Joe Biden es un demócrata moderado (ciertamente más conservador que Barack Obama), que tendrá cuatro grandes tareas al llegar a la Presidencia: dar golpe de timón en materia de salud y controlar la pandemia; recuperar el camino del crecimiento económico; sanar las heridas de la polarización que abrió Trump al interior de EU; y reconstruir los puentes con la comunidad internacional. El gobierno de México deberá trabajar con el equipo de Biden para convencer a la nueva administración de que la cooperación con México es esencial para el bienestar económico de EU.
Joe Biden es el presidente que México necesita en estos momentos en la Casa Blanca, ya que por un lado apoyaría el T-MEC y no buscaría su renegociación, y entendería que es una herramienta fundamental para el enorme sector exportador estadounidense. Adicionalmente, intentaría recuperar el liderazgo internacional que EU ha perdido de manera estrepitosa en los últimos años, lo cual por sí mismo es algo bueno para México. Al final de día, México se beneficiaría enormemente de un regreso a la institucionalidad y a la predictibilidad en las relaciones con EU.
El autor es exjefe negociador del T-MEC para el gobierno de México. Socio en Agon-Economía|Derecho|Estrategia .