Leon Opalin

Economía de Israel

La economía israelí registró uno de los mejores resultados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

León Opalín

El Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo drásticamente su perspectiva mundial en octubre 2020, según la cual el PIB mundial disminuirá 4.4% este año en comparación con 2019, con un crecimiento positivo de 5.2% en 2021. El mayor daño se centrará en las economías desarrolladas, incluido las europeas y las latinoamericanas, el golpe será más moderado en las asiáticas.

En este contexto, la economía israelí registró uno de los mejores resultados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Desde mediados de los años 2000, el avance del PIB promedio de Israel fue de 3.7%, debido fundamentalmente a la población en edad de trabajar y la tasa de participación. El PIB aumentó 3.4% en el 2018, empero, el crecimiento se desaceleró ligeramente en 2019, cuando la ralentización global afectó las exportaciones y la inestabilidad política mermó la confianza de consumo y de negocios. Se preveía que en 2020 el crecimiento sería apoyado por la demanda interna y los grandes proyectos. Empero, empezó a moderarse por el final del estímulo fiscal y la atenuación en la inversión en virtud a la incertidumbre relacionada con tensiones comerciales y geopolíticas a nivel global.

En este contexto, de acuerdo al Informe del FMI del 14 de abril del 2020 se previó la acentuación de la pandemia del Covid-19 en el mundo y que Israel registraría este año la mayor recesión de su historia con una caída del PIB de 6.3% y la tasa de desempleo alcanzaría el 12.0%. El pronóstico es menos optimista al brindado por el Banco Central de Israel, que contempló una caída del PIB de 5.3% y una tasa de desocupación de 6.0%.

Los economistas del FMI estiman que Israel registrará un crecimiento del PIB de 5.0% en 2021, y Banco Central de Israel contempla una recuperación del PIB más rápida, 8.7%. En el marco de la recesión prevista en Israel el FMI considera que habrá una deflación en el mercado con una baja de precios de alrededor de 2.0% debido al paro de actividades económicas y a la disminución de la demanda. El único punto positivo que emerge del Informe del FMI está relacionado con el superávit de la cuenta corriente que ha tenido Israel durante la última década y media, el cual debería permanecer tanto en el 2020 como en el 2021.

Es de destacar que Israel, situado en Asia Occidental con una superficie de solo 22,070 km2 y una población de más de 9 millones, (tiene una alta densidad de población, 402 habitantes por km2) manifiesta un elevado nivel de vida, su PIB per cápita fue de 40,000 euros en el 2019, ocupó el puesto 22 del ranking de buen nivel de vida en relación a los 196 países del Ranking de PIB. El salario promedio en Israel es similar al de Europa, no obstante, el 25.0% de los israelíes viven en la pobreza y la desigualdad es relativamente alta.

El FMI ha expresado que Israel debe promover políticas para asegurar la integración social y económica de las minorías árabes y las ultraortodoxas. Además, las familias sufren por los precios de bienes raíces y altos costos de vida (según un estudio del Taub Center, el costo de vida israelí es 23.0% más elevado que el promedio de la OCDE).

Un factor que podría apuntalar la economía de Israel en el mediano plazo son los Acuerdos de Abraham (cuyo nombre se vincula al origen común de Árabes e Israelíes) que bajo el auspicio de EUA abrieron el diálogo y las relaciones económicas entre Israel y los ricos países del Golfo Pérsico. Estos Acuerdos fueron aparentemente sorpresivos, empero, la realidad es que desde hace varios años el gobierno de Israel había tenido contactos de muy alto nivel en temas económicos y de seguridad para la región. El acercamiento de Israel con las monarquías del Golfo le abre las puertas a importantes contratos de inversión y de exportación, sobre todo en el campo militar. Si bien los acuerdos tienen objetivos económicos culturales y de cooperación mutua, detrás de los mismos y de los discursos sobre la paz en el Medio Oriente y la hipotética solución del problema palestino israelí, está la belicosidad de Irán.

Ciertamente, desde hace dos décadas Irán logró consolidar un eje proiraní desde el Golfo hasta Líbano, pasando por Irak y Siria que rompió con la continuidad tradicional de los aliados sunitas de Arabia Saudita y aisló a las monarquías de la Península Arábiga. El hegemonismo iraní no es visto solo como una amenaza para los Estados árabes conservadores, sino también por Israel debido a la consolidación de la organización terrorista Hezbollah con sede en Líbano a la cual Irán ha entrenado militarmente y proveído de armamento sofisticado.

Sin embargo, los gobiernos árabes de la región en estos momentos se orientan de la confrontación con Israel a la confrontación con Irán, que vive un momento delicado en el que tiene limitada su capacidad de reacción. Los acuerdos han dado oportunidad a EUA de crear un tipo de OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) Árabe en la vía de unidad con Israel y de fomentar un asedio regional a Teherán.

Han sido cuatro décadas, desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979 de lemas "Muerte a EUA y Muerte a Israel, a los que desde hace años también se ha sumado el de Muerte a el de Muerte a Al Saud", en alusión a la Monarquía Saudí. La orientación de la política exterior de Irán hacia exportar la Revolución Islámica y su ideología de negación de ciertos países de la región está trayendo ahora consecuencias. Asimismo, la República Islámica está sumida en una grave crisis económica desde 2018 y el asesinato de Soleimani (por parte de EUA) el gran estratega de las operaciones de la Guardia Revolucionaria en el extranjero. Es probable que por ahora Irán "opte por la cautela para prevenir peligros".

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