Hace más de 100 años, en 1880, Edison obtuvo la patente por la lámpara incandescente, hoy llamada foco. Sería imposible enumerar las formas en las que nuestras vidas y la historia de la humanidad han cambiado y han evolucionado debido a este invento. Sin embargo, 20 años después de la invención de la bombilla eléctrica, tan sólo 3 por ciento de los negocios e industrias en Estados Unidos utilizaban la electricidad. ¿A qué se debe esto? ¿Por qué no aprovechar de inmediato las ventajas asociadas a la electricidad?
Para empezar, pensemos en un mundo que no está acostumbrado o diseñado para usar la electricidad de la forma en la que la usamos hoy en día. Es un mundo donde las horas laborales están limitadas, debido a que la luz otorgada por las velas es limitada comparada con la de las lámparas incandescentes. Es un mundo donde no existe aún una manera confiable y segura de transportar la electricidad para que llegue a todas las casas.
Es un mundo donde fuera de los focos, no existe otra necesidad de que exista el servicio en el hogar, por lo cual las personas no encuentran una necesidad de gastar en la instalación de una red eléctrica en un hogar, y mucho menos en una ciudad. La electricidad era objeto de curiosidad y experimentación para los millonarios y las empresas de nicho. No muy diferente a la Inteligencia Artificial hoy en día.
Sin embargo, hoy resultaría imposible concebir el mundo actual sin el acceso inmediato a fuentes de energía eléctrica. Desde actos tan mundanos como cargar una lámpara de noche, pasando por redes de transporte, hasta industrias fundamentales que sin la electricidad simplemente no podrían funcionar como aquellas que tengan procesos asociados a la fundición. La ciudad de Monterrey le debe su actual riqueza a esos procesos, a la electricidad.
Lo que vemos hoy en día con la Inteligencia Artificial no resulta muy distinto a lo que vimos hace tantos años con la electricidad. La realidad es que, si bien muchas empresas se pueden beneficiar del uso de la IA para sus procesos diarios, para poder obtener el verdadero potencial de la misma, se necesita rehacer sistemas desde el origen, que en muchos casos necesitan de la cooperación de múltiples elementos de la cadena de creación de valor.
Imaginemos que tenemos un sistema que nos permite predecir cuántos refrigeradores vamos a vender diario en una tienda, lo cual nos permite tener inventarios dinámicos que día con día van cambiando. Eso es muy útil hasta el momento en que entendemos que la variable que define el número de refrigeradores disponibles depende de la cadena de red de suministro. Si la red de suministro no es capaz del dinamismo asociado a una demanda dinámica, es efectivamente inútil conocer la demanda a nivel tienda.
Y vamos más allá. Supongamos que logramos empatar un modelo de demanda dinámica de inventarios con un modelo de cadena de suministro (donde hay que incluir transporte y centros de distribución). Aún necesitamos encontrar a un distribuidor o fabricante que esté dispuesto a trabajar bajo estas premisas de demanda dinámica.
Al final del día, tener un inventario verdaderamente inteligente, es una tarea y un proyecto de muchos años, que necesita de líderes e inversionistas verdaderamente visionarios y que entiendan que, para poder utilizar el potencial de la IA en las empresas, necesitamos paciencia, y un cambio sistémico dentro de las empresas. Un cambio cultural y operacional.
Así como el ejemplo del foco, tenemos muchos otros inventos que no fueron sino hasta años después que su verdadero valor transformador se vio. La Revolución Industrial empezó décadas después de la invención del motor a vapor, la revolución computacional comenzó años después del invento de la computadora.
Hoy estamos en ese periodo donde necesitamos mucho esfuerzo y mucha paciencia para encontrar ese valor transformador de la inteligencia artificial, y si bien tenemos varias aplicaciones, el verdadero potencial se dará hasta que le demos tiempo de madurar e integrarse a las cadenas de creación de valor, no como un elemento adicional, sino como parte del diseño de la cadena.
Hoy en México veo como muchos jugadores se impacientan y quieren soluciones rápidas, lo cual nos lleva a comprar soluciones en lugar de desarrollarlas. Los verdaderos ganadores de esta revolución serán aquellos que tengan la paciencia y la creatividad de generar el talento necesario y fomentar la cultura adecuada.