Esta semana, tuve el privilegio de participar en las mesas de discusión de la Alianza Nacional de Inteligencia Artificial (ANIA), organizadas por la senadora Alejandra Lagunes. Mi participación se centró en la mesa de “IA e Industria”, donde se debatió la situación actual y los desafíos de la implementación de la IA en la industria mexicana. Buscamos alcanzar un consenso sobre los posibles pasos a seguir para ampliar la aplicación de la IA en el sector.
A continuación, presento algunas de las ideas que compartí en la mesa, las cuales reflejan en gran medida lo que hemos discutido en columnas anteriores. Actualmente, empresas mexicanas como FEMSA, Grupo Salinas y BBVA México están invirtiendo significativamente en inteligencia artificial. No obstante, otras compañías de renombre, como América Móvil, Bimbo y Grupo Peñoles, parecen no haber incursionado significativamente en esta área.
Para mí, la industria mexicana tiene una fuerte presencia tanto pública como privada. Contamos con potentes empresas estatales como Pemex, CFE y el IMSS. Lamentablemente, estas entidades, que dominan sectores vitales como la energía y la salud, no parecen tener áreas destacadas de inteligencia artificial.
Tanto las empresas privadas como las públicas tienden a ser consumidores de tecnología en lugar de creadores. El problema con la IA es que importar sistemas que no se diseñaron considerando la realidad mexicana puede ser desde ineficaz hasta peligroso. Necesitamos desarrollar sistemas internamente, y para ello, las empresas deben colaborar estrechamente con universidades.
Sin embargo, muchas de las principales instituciones académicas del país no muestran un interés genuino en colaborar con la industria, más allá de proyectos específicos o nichos. Debería haber un verdadero intercambio de conocimientos y recursos que beneficie a ambos sectores.
El éxito de la IA en la industria mexicana dependerá de cómo se aprovechen oportunidades como el nearshoring o proyectos gubernamentales recientes, como el Tren Maya. Si el gobierno está verdaderamente comprometido, debe garantizar que las nuevas instituciones, como el Banco del Bienestar, cuenten con áreas robustas de inteligencia artificial.
Se requieren planes de intercambio y fomento al desarrollo, donde las empresas reciban incentivos fiscales por usar herramientas de IA para generar más empleo e incrementar su productividad.
Es un desafío considerable. Confío en que iniciativas como la ANIA puedan prosperar. Sin embargo, observo cierta confusión en las cámaras legislativas, ya que casi simultáneamente se presentó una propuesta independiente: la Ley de la Agencia Mexicana para el Desarrollo de la Inteligencia Artificial. Se trata de un esfuerzo paralelo, pero no directamente relacionado.
Es esencial que las cámaras y gobernantes alcancen un consenso. Más allá de simples propuestas, es imperativo crear un organismo capaz de actuar, legislar y financiar proyectos de inteligencia artificial, dirigido por alguien con un profundo conocimiento de la industria, el gobierno y la tecnología que lo respalda.