Antes de comenzar este artículo, conmino a mis lectores a buscar sus centros de acopio más cercanos y apoyar a la población de Acapulco que esta semana ha sido víctima de un terrible desastre natural.
El Centro Nacional de Huracanes, reconocido a nivel internacional, se ha destacado por publicar en su sitio web investigaciones detalladas y meticulosas que les brindan las herramientas necesarias para predecir huracanes con precisión. Además, han establecido colaboraciones con grupos de inteligencia artificial en Estados Unidos para publicar artículos que se adentran en el estudio y predicción de estos fenómenos atmosféricos en diversas ciudades del país vecino, reflejando una integración de la ciencia y la tecnología en este campo.
En nuestro país, México, contamos con dos entidades destacadas: el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) y el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Ambas instituciones tienen la responsabilidad de monitorear y alertar sobre fenómenos climáticos. No obstante, al explorar su plataforma digital, se percibe una notable carencia de investigaciones profundas y de datos estructurados que permitan a investigadores y entusiastas desarrollar o afinar modelos predictivos propios. Aunque es evidente que utilizan modelos matemáticos y técnicas avanzadas, la interfaz de su sitio web podría ser más amigable y facilitar el acceso a información valiosa.
La reciente tragedia en Acapulco ha dejado en evidencia una preocupación latente: la falta de aplicaciones de inteligencia artificial dirigidas al beneficio y protección de la población. Al realizar una búsqueda en Google Scholar, una plataforma académica de renombre, sorprende no encontrar estudios nacionales que apliquen la inteligencia artificial en la predicción y gestión de fenómenos naturales, lo cual evidencia un área de oportunidad significativa.
No solo es fundamental predecir estos eventos con antelación, sino que, una vez ocurridos, es esencial coordinar esfuerzos, recursos y estrategias para llevar ayuda y comenzar las labores de reconstrucción en zonas afectadas, como Acapulco. Históricamente, hemos visto casos como el de Katrina, donde áreas devastadas sufrieron procesos acelerados de gentrificación, desplazando a comunidades enteras. Acapulco, dada su proximidad y relevancia turística con respecto a la CDMX, podría ser susceptible a una dinámica similar. Es mediante modelos de machine learning y análisis predictivo que podemos anticipar y planificar frente a estas dinámicas, generando alertas tempranas para las autoridades competentes.
Para enfrentar y anticipar desastres de esta magnitud de manera eficiente, es imprescindible el uso estratégico de datos y herramientas de IA. Urge que el gobierno actual, y los futuros, adopten y fomenten políticas de inteligencia artificial en todos sus organismos y niveles, sentando las bases para una estrategia nacional en IA que sea integral y proactiva. Si bien las propuestas actuales parecen inclinarse hacia la regulación de esta tecnología, es esencial que se promueva su uso en beneficio del progreso y bienestar nacional.
Concluyendo, es mi esperanza y expectativa que las futuras administraciones reconozcan esta imperiosa necesidad, adopten medidas concretas y establezcan alianzas sólidas con la academia y el sector privado, con el objetivo de consolidar a México como un referente regional en inteligencia artificial y tecnología aplicada al bien común.