El Globo

Ardiendo

Nadie quiere decir que la humanidad debe detenerse, aunque sea un instante, para redirigir el curso energético del planeta.

El globo eleva substancialmente su temperatura, mientras que los líderes mundiales prometen, bromean y buscan excusas para evadir un compromiso.

Estuvieron en Roma, el G20, donde inevitablemente se abordó la crisis climática y el último reporte de la ONU: tenemos 1.5 grados centígrados más, que la temperatura registrada en la era preindustrial, hace un par de siglos.

Quemamos gas, petróleo y carbón en exceso, generando una crisis de consecuencias -han dicho los propios científicos- apocalípticas. Y seguimos en el discurso.

El momento más impactante de las sesiones en Glasgow, Escocia, sede de la cumbre (COP26) fue la transmisión ayer de un video donde un dinosaurio menor aparece en la asamblea general de la ONU -en el salón de plenos- toma el micrófono y le pregunta a los representantes del mundo ¿por qué están eligiendo la extinción? –nosotros, dice el dinosaurio, tuvimos un meteorito, pero ¿ustedes? Gastan billones de dólares al año en subsidiar combustibles fósiles, es como si nosotros hubiéramos invertido en meteoritos.

No elijan la extinción concluye el dinosaurio.

Más claro no se puede.

Pero el sacrificio de los gobiernos y del avance de las economías es enorme. Nadie quiere detener el crecimiento de una industria, el abastecimiento de fuentes de energía en ciudades, parques industriales o transporte aéreo. Nadie quiere decir que la humanidad debe detenerse, aunque sea un instante, para redirigir el curso energético del planeta.

Es demasiado costoso poner una pausa al crecimiento. ¡Tal vez nos haría tan bien como especie!.

La meta es el cero neto, la emisión nula de gases de calentamiento que han fijado para 2050, una meta demasiado tardía de hecho. Pero Rusia, China y Arabia Saudita proponen 2060 -diez años más tarde… India tuvo el descaro ayer de decir -con la pena, se entiende- que ellos hasta 2070, antes no pueden.

Es de risa. Es como si usted llega a una sala de operación en un hospital con un cáncer avanzado y le dicen: no, mire, permítannos tantito, ahorita estamos ocupados en atender el aire acondicionado del hospital. Lo podemos operar hasta en unos años.

Parece que nadie entiende.

Las economías más dependientes de los combustibles fósiles se rehúsan a abandonarlas, bajo el pretexto de que primero los otros; los países que se han atrevido a establecer metas exigentes para su reconversión nacional, fuentes alternas como la eólica, o la fotovoltaica (Noruega, Suecia, Dinamarca, Alemania, Francia) están dispuestos a invertir en países más atrasados. Noruega ha prometido 1 billón de dólares para Nigeria.

De México, pues ya ni hablamos. Aquí estamos obsesionados, obnubilados con un primitivo proyecto político que ha secuestrado la mente de científicos, académicos, intelectuales -cada vez menos por cierto- quienes afirman que todo eso no es prioritario. Ahorita hay que transformar, aunque el país se vaya al carajo. Mire usted, hasta Claudia Sheinbaum, alguna vez una académica de prestigio en la UNAM, secretaria del medio ambiente de la Ciudad de México 2000-2006, ha guardado todos sus libros, su conocimiento y sus datos científicos para construir su campaña “en apoyo al presidente López Obrador”.

Esa pobre mujer, todo lo que piensa, consiste en apoyar a AMLO, no importa que la realidad nos diga todos los días que esa ruta es equívoca y nos conduce al precipicio.

Y mientras tanto, Bartlett haciendo pedazos la ecología -de por sí indefensa y dañada de este país- con la quema brutal de combustóleo y gas para generar electricidad.

Nada de eólicas , porque esas “afean el paisaje”, dijo el caudillo en un inolvidable e ignorante video hace año y medio. Nada de paneles solares, eso es de extranjeros, neoliberales.

El planeta arde, los líderes del mundo -donde por cierto México no tiene presencia con su presidente y jefe de Estado- se pelea en si antes o después, si esperamos a que ya de verdad lleguen tormentas globales que arrasen con ciudades costeras, mientras que en México se debate una reforma retardataria, contaminante, expropiatoria y absolutamente perjudicial para el planeta.

No importa, nada de eso importa, porque aquí se trata de la transdestrucción.

COLUMNAS ANTERIORES

Las primeras despedidas del 2025
El fin de la globalización

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.