El Globo

Diez días para el final

El escenario es desalentador; muchos empresarios y editoriales financieros en Londres señalan que el Brexit, en los hechos, ya sucedió.

El Parlamento británico votó ayer en contra de cuatro opciones para buscar alternativas negociadas a la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Todas fueron rechazadas.

El escenario es desalentador. Muchos empresarios y editoriales financieros en Londres señalan que el Brexit, en los hechos, ya sucedió. Inversiones que se mudan a Europa, un banco oriental que cambió su sede a Berlín y como esos, docenas más de grandes negocios cuyo destino natural era, hasta hace muy poco tiempo, la City financiera de Londres.

Entre las mociones rechazadas por los parlamentarios ayer lunes están: 1) mecanismos para mantener una unión aduanera con el resto de la Unión, un capítulo de los llamados 'soft Brexit' que no logró la mayoría; 2) fórmulas comerciales para mantener el mercado único con la Unión y que el Reino Unido conservara los privilegios comerciales, tarifarios y arancelarios del grupo, igualmente rechazado; 3) un paquete de medidas preventivas y de emergencia, en caso de llegar a la fecha fatal sin acuerdo marco, incluido en esto un voto abierto a la población, rechazado; y 4) la posibilidad incluso de votar para eliminar por completo el Brexit y empezar de cero negociaciones y consultas. Nada. A todo dijeron que no los señores miembros del Parlamento. Esta última, se quedó a sólo tres votos de alcanzar la mayoría, lo que refleja la profunda división de posturas y visiones de los parlamentarios, que son sólo reflejo de la sociedad.

En un estudio a población abierta realizado hace apenas dos semanas, se registra un 52 por ciento de la ciudadanía a favor de permanecer en la Unión, mientras hay un 48 por ciento empujando la salida. Así de complicado.

Toda la mañana de hoy en Londres, el gabinete de la señora May, quien incluso ofreció su propia cabeza y puesto, si se aprobaba su acuerdo -tres veces rechazado- está obligada a buscar otras alternativas, donde aparece como la más viable solicitar a la Unión una nueva extensión del fatídico día final: 12 de abril.

Son sólo 10 días a partir de hoy para encontrar una nueva ruta, reiniciar negociaciones, extender el plazo, buscar alternativas que mitiguen el impacto económico que se empieza a sentir tanto en Gran Bretaña como en los más cercanos socios y aliados comerciales dentro de la Unión.

Nadie quiere en los órganos de gobierno de la UE una salida brusca y de rompimiento, porque los daños serían graves. Con todo, la actitud de múltiples miembros del Parlamento británico parece enfocada al precipicio. Devaluación de la libra esterlina, disminución del turismo, imposición inmediata de aranceles que se refleja en aumento de precios y en inflación significativa, limitación de libertades comunitarias (de tránsito, de mercancías, de servicios y de mano de obra) se ven como las consecuencias inmediatas.

La jornada de hoy terminará con un nuevo plan de acción del gobierno encabezado aún por una debilitada Theresa May. Las opciones desaparecen de la mesa de negociaciones, sólo la extensión aparece como la única salida viable para evitar un rompimiento catastrófico en diez días.

Mientras tanto los ministros y funcionarios europeos parecen llegar a su límite: han dado todo tipo de facilidades para un largo y sinuoso camino de negociaciones a lo largo de dos años y medio, que sólo ha afectado la economía y la unidad comercial europea. Puede que rechacen una extensión, colocando al Reino Unido en un callejón sin salida: aprueban el acuerdo propuesto por el gobierno, o saldrán sin un marco negociado de plazos y términos para evitar daños y complicaciones en todos los terrenos. Esta semana, será tal vez, definitiva.

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