El Globo

Guatemala y Argentina

De aquí a octubre cuando se defina el futuro político de Argentina, podría haber fuga de capitales y una devaluación mayor en ese país.

El precio de los malos gobiernos es la derrota, el señalamiento público, el castigo en las urnas. Debiera ser así de fácil, pero no siempre lo es. Pasó en México cuando un segmento importante de los electores decidió, hace un año, sacar al PRI gobernante y optar por una alternativa medianamente nueva, muy conocida en campaña, pero desconocido en el gobierno federal. Aquí estamos un año después, en la batalla del aprendizaje, más que del cambio de modelo.

En Argentina se celebraron elecciones primarias el domingo o la primera vuelta electoral. El presidente Mauricio Macri en busca de la reelección que la ley permite, enfrentando a Alberto Fernández aliado a Cristina Fernández de Kirchner, la expresidenta, exsenadora y ex primera dama, sujeta a investigaciones por desvío de recursos y malversación de fondos. Con una muy holgada ventaja de 15 puntos el señor Fernández, excolaborador, ministro y asistente de la señora Kirchner obtuvo una primera victoria que dejó desconcertados al propio gobierno, pero sobretodo, a los mercados financieros y a la Bolsa de valores de Buenos Aires que perdió, de golpe, arriba de 30 por ciento de sus operaciones, con la caída brutal del peso argentino.

La primera lectura es que los mercados se 'apanicaron' de una vuelta a la demagogia populista de Cristina y los 14 años que representaron los Kirchner en el poder.

De aquí a octubre cuando se defina el futuro político de Argentina, podría haber fuga de capitales y una devaluación mayor. Veremos cómo reacciona el electorado ante esta sacudida económica con un resultado electoral adverso.

El candidato Alberto Fernández parece haber pactado con Cristina el apoyo de su extenso respaldo popular, vivo aún por los programas sociales y la repartición de dinero que se hizo desde su gobierno, a cambio de inmunidad. Cerrar los expedientes de investigación y dejarla, a ella y a sus hijos, libres y tranquilos para disfrutar de sus negocios, hoteles y demás beneficios obtenidos a la sombra del poder.

En Guatemala es diferente. El señor Alejandro Giammattei triunfa en su tercer intento a la presidencia. Fue opositor de Otto Pérez –hoy encarcelado por corrupción- y después del saliente Jimmy Morales, cuya calificación de gobierno no supera los 30 puntos de aprobación popular.

Giammattei puede representar un punto de oposición a Donald Trump y su forzado acuerdo de 'tercer país seguro'. Guatemala bajo un nuevo gobierno podría desafiar al controlador gobierno de Washington en materia migratoria, rechazar el plan de contención y recepción de ilegales deportados y romper con Estados Unidos en materia de ayuda migratoria.

Aún está por escribirse esta historia regional, pero apunta a cambios drásticos.

Macri lo intentó en Argentina, dar un viraje al desastre económico que heredó de Cristina Kirchner, pero no pudo con el FMI y los tenedores de deuda internacional.

No le alcanzó el capital político para conseguir un viraje productivo y de inversión en Argentina.

En Guatemala, Jimmy Morales estará aún sujeto a investigación porque si bien no cometió los escandalosos abusos de su antecesor, tampoco está limpio de polvo y paja en materia de corrupción.

El electorado se mueve, protesta y ejerce su poder frente a las urnas.

Buen mensaje para América Latina.

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