El Globo

Trump en el G7

Ahora Trump, amigo servicial de Putin, pide su readmisión y anticipa que cuando sea anfitrión del G7 en Estados Unidos invitará a Putin por su propia cuenta.

No pasó nada. Reunión de trabajo del G7 (las siete economías más potentes del planeta –EU, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Canadá y Japón) en París con el presidente Macron como anfitrión y 'descafeinaron' la cumbre.

La tóxica presencia de Trump, desde la última reunión en Canadá, provocó que en esta ocasión retiraran todos los temas de gran trascendencia.

Macron eliminó –en su calidad de anfitrión– el comunicado conjunto, el documento mediante el cual todos los jefes de Estado difunden los acuerdos alcanzados. No había acuerdos y es un espacio natural de confrontación: comunicar los temas compartidos y los puntos de acuerdo colectivo. Por ende, Macron se ahorró, y les ahorró a sus colegas, el bochornoso acto de emitir un comunicado.

Otro desafío de Macron consistió en invitar al ministro iraní de Relaciones Exteriores, una cuña para Trump y sus ríspidas relaciones con Irán a partir de la ruptura del acuerdo nuclear, que la Unión Europea continua defendiendo.

El presidente de Estados Unidos, en su acostumbrado protagonismo, filtró que Macron le había consultado sobre la visita del ministro de Irán, a lo que Trump accedió y de hecho "autorizó", dijo después. No veo a Macron pidiendo permiso a Trump prácticamente para nada.

Pero el hecho es que la cumbre transcurrió sin pena ni gloria. El presidente francés intentó poner en la prioridad de la agenda el rescate de la Amazonia, que fue ensombrecido por un torpe retuit de Bolsonaro en Brasil acerca de la esposa de Macron. Lo consideró un insulto.

Pero el tema de fondo es la insistencia de Trump para invitar a Putin y a Rusia al G7. A la Federación Rusa le fue retirada la membresía al selecto grupo de poderío económico global cuando invadió Ucrania y se anexó Crimea. Todos, especialmente Estados Unidos, entonces dirigido por Barak Obama, consideraron el hecho como un atropello a la democracia y al derecho internacional y le aplicaron un significativo paquete de sanciones. Entre ellas, la salida del G7.

Ahora Trump, amigo servicial de Putin, pide su readmisión y anticipa que cuando sea anfitrión del G7 en Estados Unidos –donde por cierto pretende que la sede sea su complejo turístico en Miami– invitará a Putin por su propia cuenta. El antecedente iraní de Macron no será de mucha utilidad entonces.

Trump ha probado su eficiencia para cumplir todas las estrategias de posicionamiento global de Rusia: desestabilizar la OTAN, desestabilizar la Unión Europea y sin duda la democracia estadounidense, y regresar al G7.

La tragedia del Brexit para la Gran Bretaña en octubre lanzará una grave crisis económica en ese país, con daños substanciales a la Unión. Y qué decir del estado que aguarda la democracia en Estados Unidos.

Aquella vieja hipótesis de que Putin poseía material incriminatorio de Trump, cobra solidez y realismo cada vez que el mundo observa la obsequiosa conducta de Donald hacia su amigo personal, Vladimir.

COLUMNAS ANTERIORES

Alerta mundial
Andrés y Cayetana

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.