El Globo

Trump y de lo que es capaz

Aparecen todos los días señales preocupantes de un posible aparato de desconocimiento electoral, de fraude o de infiltración de las elecciones.

Muchos analistas rechazan la idea, desestiman la posibilidad de que Trump sea capaz de 'robarse' la elección presidencial en noviembre de este año. Lo consideran literalmente una locura descabellada incluso para el presidente más locuaz en la historia de Estados Unidos. Finalmente, lo ha reconocido él mismo, en una entrevista –firme, brillante y puntual– con Chris Wallace, en Fox News, Trump afirmó que no se compromete a aceptar el resultado de la elección.

Luces de alerta en todo el sistema electoral y jurídico estadounidense. Un presidente en funciones –incumbent– candidato electoral para su segundo mandato declara públicamente que si el resultado le es adverso, evaluará su posición.

No hay precedentes en la historia política de Estados Unidos. México tiene un amplio camino recorrido en esta materia antes de la existencia del IFE (INE), por el recurrente fraude que el partido de Estado (PRI) cometía incesantemente. Nosotros sabemos lo que significan candidatos afirmando que su posición dependerá del desempeño de la jornada. Pero en Estados Unidos esto es totalmente inédito.

Algunos incluso afirman que el panorama es tan sombrío para Trump, que señalan la posibilidad de que tire la toalla y se retire de forma anticipada. Se le ve extraviado, confundido, con mítines a 'medio gas', con discursos sin el punch y la garra competitiva que le caracteriza. Pero como dijo su exabogado Michael Cohen, con quien después se distanció y tuvo que declararse culpable ante la ley: "Lo difícil no será sobrevivir la presidencia de Trump, lo difícil será sacarlo de ahí".

Aparecen todos los días señales preocupantes de un posible aparato de desconocimiento electoral, de fraude o de infiltración de las elecciones.

La primera es la guerra contra el voto por correo, una costumbre arraigada en Estados Unidos para abrir la puerta a muchos votantes incapacitados de acudir a las urnas, muchos residentes en el extranjero, y muchos más que anticipan su decisión para evitar tumultos y concentraciones. Todos los sondeos que le otorgan ventaja clara a Joe Biden hasta por 15 o 17 puntos en algunos estados, señalan que más electores participan en unos comicios si envían sus votos por correo, y a mayor participación, menores posibilidades de Trump para reelegirse, por ello está totalmente en contra.

Otra señal presente desde hace un año consiste en el rediseño de distritos electorales. Es decir, redibujar el mapa electoral, para designar núcleos de votantes republicanos en aquellos distritos con franca tendencia demócrata. Con ello, modifican la inclinación del distrito, cargan la balanza hacia el lado republicano y, se acercan a ganar en los resultados finales. A más distritos a su favor, más votos electorales en la cuenta definitiva el día de la elección.

Nadie descarta que una consistente campaña de infiltración electrónica pueda reaparecer en estos comicios, tal y como –el amplio expediente del FBI así lo prueba– la inteligencia rusa consiguió en 2016 impulsando la victoria de Trump. Se rechazó por el Congreso el establecimiento de mayores controles y programas de defensa al sistema electoral y a las redes sociales de millones de ciudadanos.

Una señal más apareció este fin de semana, cuando Trump amenazó con enviar tropas a aquellas ciudades gobernadas por los demócratas, por su resistencia a implementar reaperturas económicas con la pandemia fuera de control y por las numerosas protestas sociales antirracismo. La amenaza podría hacerse realidad y agregarle un ingrediente de temor y de militarización de centros urbanos como Chicago, Los Angeles, Seattle y muchos otros.

El talante democrático de la Unión Americana está en riesgo, por las amenazas de un presidente desquiciado, ante la suma de escenarios adversos: el económico, el electoral, el político por el derrumbe de su gestión y el descrédito generalizado de su gobierno.

Por ello las luces de alarma no son inventos de simpatizantes con las conspiraciones; Trump es perfectamente capaz de descarrilar el proceso, desconocer los comicios, acusar de fraude a Biden y a los demócratas, con tal de permanecer en la Casa Blanca.

Faltan cuatro meses y toda descabellada idea puede ser factible, desde una invasión –Venezuela podría ser el mejor candidato–, hasta un conflicto armado de más amplia escala, como Irán o algún otro enemigo.

A medida que avanzan las semanas el riesgo aumenta, porque los números de encuestas y sondeos no le son favorables, y su margen de acción limitado ante la pandemia y las restricciones para eventos públicos, debilitan su campaña.

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