El dictamen acerca de las causas que provocaron el colapso en la Línea 12 del Metro capitalino, así como los expedientes construidos por la Fiscalía de Justicia de la Ciudad de México, demuestran con toda claridad un sesgo en la investigación y la acusación en contra de los presuntos culpables.
La señora Ernestina Godoy, fiscal capitalina, señaló a 10 personajes ligados exclusivamente a la administración que construyó el proyecto, la de Marcelo Ebrard (2006-2012) sobre el sustento de que fueron “errores de construcción” los que provocaron el desastre.
Inevitablemente surgen una serie de preguntas al respecto: aquel otro dictamen ordenado y realizado por la administración de Miguel Ángel Mancera (2012-2018) que cerró la Línea 12 por 14 meses y determinó que había errores de diseño, construcción, uso de materiales y selección de los vagones, establece un claro antecedente. Porque justamente la conclusión de aquella investigación, fue que la Ciudad de México tendría que pagar de 130 a 150 millones de pesos adicionales en mantenimiento especial al año, para evitar que en esa línea se presentaran siniestros.
El dictamen actual es coincidente, las fallas son de origen, pero, ¿y el mantenimiento?, ¿y los trabajos y millones de pesos adicionales empleados para evitar accidentes en una línea con errores desde el principio?, ¿de esos ni una palabra, doña Ernestina?, ¿habrá habido acuerdo en lo oscurito, como todo lo de Morena (y de todos los partidos) para que Mancera no chistara?, ¿y la señora Florencia Serranía, tan cuidada y protegida, como incapaz e ineficiente? De esas otras responsabilidades no hay nada.
Todo dirigido contra el señor Enrique Horcasitas, su equipo y los directivos de aquel entonces. Sin mencionar por supuesto a los responsables políticos del proyecto: Marcelo Ebrard y Mario Delgado.
La tragedia sucedió en esta administración. Peritos especializados afirman que la señora Serranía estaba al tanto de la fragilidad estructural en esas trabes desde 2018, ¿y quién hizo algo?, ¿será que el peritaje sí dice de los errores de mantenimiento no atendido y la autoridad lo oculta?
Andrés Manuel como siempre, pretende salir airoso de la tragedia. No hay responsabilidad política. Ni Ebrard, ni Mancera ni mucho menos Sheinbaum, bajo cuyo gobierno se derrumbó el Metro y arrancó la vida a 26 personas, rendirán cuentas a nadie, son sus protegidos. Mancera debe guardar un detallado expediente que señala más detalles que apuntan a responsabilidades, las actas de entrega recepción, el estado de la línea cuando entró el nuevo gobierno. Algo que podría ser muy perjudicial para doña Claudia.
La decisión política, acusar a los más vulnerables. Como dice de forma humillante López Obrador, ‘los de abajo’, los responsables menores y medios del proyecto, no los titulares de las áreas. Esos, ahora como antes, no los toca nadie. Por si alguien duda que estos son diferentes a los que nos gobernaron en el pasado.
El balance político favorece a Sheinbaum y deja mal parado a Ebrard. Vamos a ver qué dice Horcasitas cuando lo empiecen a interrogar y señale inevitablemente a sus superiores. Igualito que Lozoya, “yo no hice nada, fueron los de arriba: recibí órdenes”.
¿Cuál justicia? El colapso de la Línea 12 arrastrará entre sus escombros, además de las 26 vidas arrebatadas, a la justicia tan elusiva como manipulada, una vez más, desde el poder.
El binomio AMLO-Claudia, que cada vez estará más presente en la discusión política, en las redes y sus mensajes, exculpará a Marcelo, a Mario, a Miguel Ángel, porque el presidente no puede permitir después de sus tropiezos sucesorios, que se descarrile la construcción de la ungida.
Marcelo, con su vergonzosa disculpa –”no podía estar pendiente de los pernos”– que resulta insultante a las familias de las víctimas, tendrá que guardar silencio y asumir que sus excolaboradores sean llevados al banquillo, en aras de salvar –a medias– la reputación de todos.
El problema de fondo es la corrupción sempiterna y presente en todos los flancos, que le está quemando el discurso a un presidente que enarboló esa bandera. No hay combate a la corrupción, es un mito la lucha frontal, la ética y la moral de gobierno repetidas mil veces por AMLO. Pretende ir a Nueva York en unas semanas, a dictar cátedra frente a la Asamblea General de la ONU, cuando su política sobre el tema se desmorona. ¿Dónde están los casos, los expedientes, las evidencias irrefutables? No hay.
La justicia es selectiva y su función consiste en golpear y debilitar a la oposición. Para eso sirve Lozoya –cada vez más pobremente y con mayores consecuencias para el fiscal y para el gobierno– y para eso servirá Álvarez Puga en cuanto sea detenido y extraditado. Le ofrecerán un acuerdo muy similar al de Lozoya: tu esposa se puede ir a su casa a cuidar a sus no pocos hijos, mientras que el Mai, empieza a cantar y a contar todos los negocios que hizo, lavó dinero, desvió fondos y construyó fortunas y patrimonios a múltiples políticos de todos los colores y membretes. La urgencia consiste en que suceda antes de Nueva York. De otra forma, el discurso será hueco y vacío como todas las peroratas desde el púlpito matutino.