La Aldea

Circo en decadencia

López Obrador pasará a la historia como el presidente más insulso que hayamos tenido, el que dedicó más tiempo al inútil oficio de repetir tonterías.

El espectáculo matutino que Andrés Manuel ha montado como eje de propaganda y de gobierno los últimos cinco años, se aproxima al despeñadero del descrédito y el cinismo.

Ahora le ha dado al presidente por musicalizar sus conferencias.

En menos de un mes ha puesto 11 canciones, como señal clara de que el contenido se agota, los mensajes son no solamente cada vez más pobres, vergonzosos y lamentables para el país, sino que, además, exhiben el desgaste propio de quien repite por horas, todos los días, insensateces y mentiras rotundas.

Pero ya no importa. Todo decoro se ha perdido —si alguna vez lo hubo— en la repetición de consignas, denuestos, descalificaciones y francos insultos a nacionales y extranjeros.

López Obrador pasará a la historia como el presidente más insulso que hayamos tenido, el que dedicó más tiempo al inútil oficio de repetir tonterías.

Hace una semana, el señor Lebaron, del norte del país, aquel hombre cuya familia fue masacrada por un grupo criminal, le dijo al presidente: “usted siga con su fiesta presidente, no se preocupe, la nación espera”. Devastadora declaración de un mexicano a quien la inseguridad, el crimen, la delincuencia sin recato ni temor alguno a la ley, ejecutó a mujeres y niños. Mientras el presidente pone música, presenta melodías como maestro de ceremonias en fiesta de 15 años y, por si fuera poco, las comenta.

¡Vaya fracaso de gobierno!

Auténtica payasada. Entretenedor de circo.

Justo ayer, cuando la crisis de seguridad en Guerrero estalló con bloqueos, protestas, balaceras y secuestro de policías y funcionarios, el presidente invitó a los titulares de Marina, Seguridad y Defensa Nacional. El pomposo informe de seguridad, que no da cuenta del incremento de crímenes y asesinatos en Guerrero, desde el mal llamado gobierno de los Salgado Macedonio. Y para cierre, otra canción.

Descompuesto por la irrupción de Xóchilt Gálvez en la contienda por la candidatura presidencial, López Obrador ahora dirige su artillería contra José Ángel Gurría, a quien señala culpable de múltiples asuntos, entre ellos, el Fobaproa.

Y qué nos dice presidente de los bonos internacionales de un Aeropuerto Internacional (NAIM) que tendremos que pagar los mexicanos como deuda pública, por una obra que nunca se construyó, por capricho y berrinche del jerarca. O mejor, por qué no dice que la deuda más alta de su administración será la herencia oscura del monumental fraude a Segalmex por 15 mil millones de pesos, el doble de lo que fue la ‘estafa maestra’ en tiempos de Peña Nieto.

Andrés es un depósito de rencores, un amasijo de complejos y desprecios.

Por esto, todo lo malo es lo de antes, y lo que no logró, ni construyó, ni completó es de ahora.

Calderón combatió el crimen y elevó significativamente el número de muertos en el país: cierto y contundente, pero López Obrador ya duplicó esa cifra.

Peña permitió el elaborado esquema de la ‘estafa maestra’ para desviar dineros públicos a campañas y candidaturas, ¿en qué se gastarán los 15 mil millones de Segalmex? ¿O los dineros de las aduanas que fueron a dar al Estado de México? ¿O los programas sociales que interrumpen su entrega por dos y tres meses para luego regularizarse? ¿A dónde irá a dar todo ese dinero?

El circo de cada mañana derivará muy pronto en bailables y sones regionales, ante la incapacidad de ofrecer algún contenido medianamente creíble.

Ante el aumento desbordado del crimen y la inseguridad en el país, AMLO declara con el pecho orgulloso “me precio de tener muy buena relación con los líderes del narco”.

¿Perdió la razón? ¿Es el presidente de los criminales o de los mexicanos víctimas de abuso, extorsión, secuestro y asesinato?

Tamaulipas se desmorona ante la lucha intestina del crimen; en Guerrero hay registrados más de 10 grupos criminales en franca disputa por rutas, zonas y territorios; Sinaloa ha vuelto al mapa de las confrontaciones a tiros y balazos; el presidente dice que no hay masacres, pero cada semana vemos 5, 6, 12 y más muertos en hechos violentos colectivos.

¿Nos cubrimos los ojos o seguimos afirmando que es la herencia del pasado?

El fin de sexenio no apunta al mejoramiento de las condiciones en materia de seguridad.

Por el contrario. Y las canciones, no esconden el fracaso, sino que insultan a los mexicanos. Aquí cantamos, mientras allá fuera se matan. Humillante, lacerante.

El cinismo se apoderó del caudillo. La continuidad de su proyecto fallido de nación —hay suficientes evidencias en todos los ámbitos— es la prioridad, mediante la unción de su sucesor(a). Y para lograrlo, llegará a cualquier exceso, carnaval u opereta, presumiendo logros inexistentes, obras inacabadas —e inservibles— y despilfarro desbordante.

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