La Aldea

Guerrero arde

Si alguien ve a Evelyn Salgado, díganle que los guerrerenses siguen esperando que aparezca para que gobierne. Total silencio y complicidad desde el gobierno federal.

Se han documentado múltiples incidentes que apuntan a un franco abandono de las fuerzas de seguridad en Guerrero. No sólo se trata de localidades controladas por grupos criminales, sino de la total inexistencia de las autoridades estatales.

Guerrero no tiene gobierno, porque la gobernadora Evelyn Salgado no opera, no funciona, no despacha, no atiende los asuntos delicados de la entidad, y pasa mucho tiempo ausente de sus oficinas. Eso dicen funcionarios de nivel medio en el gobierno estatal.

“A veces resulta más frecuente ver a su papá, el senador, participar en reuniones y encabezar juntas”, afirma un funcionario de la oficina de la gobernadora.

Esta semana Félix Salgado Macedonio festejó, muy a su estilo, entre grupos musicales, tragos y mucho baile: Félix, Félix, Félix...

Lo sabemos por las imágenes que circulan en redes y que consignan la celebración del senador, con peligrosas intenciones de reelegirse en el cargo.

No hay gobierno, no hay autoridad, no hay titular del Ejecutivo porque Evelyn no ejerce y porque su papá anda en fiestas y ‘tlapehues’.

Mientras eso sucede, los niveles de inseguridad desbordan Chilpancingo, Iguala, Acapulco, Taxco, Ayotzinapa y tantas otras comunidades, presa del crimen organizado.

Félix Salgado abrió la puerta entera a los grupos criminales que hoy ocupan buena parte del espacio público.

Esta semana observamos imágenes de golpeadores y criminales cacheteando a transportistas; está el grave incidente del policía que asesinó a un joven normalista y a quien se le permitió escapar en medio de un enjambre de colusión y complicidades.

En Acapulco no hay ley ni autoridad. Después de los daños de Otis, el puerto ha sido prácticamente abandonado por la autoridad ante la lenta llegada de ayuda y de los esfuerzos de reconstrucción.

¿Recuerda usted la promesa presidencial “Acapulco estará en pie a finales de año” pronunciada por AMLO —en medio de escoltas y marinos a bordo de un buque de la Armada— en una de sus muy breves y distantes visitas al puerto?

Todo es un fracaso y un engaño. Ni hubo reconstrucción, ni se recuperaron viviendas ni instalaciones hoteleras, y lo peor, se abandonó al imperio del crimen y la delincuencia.

El otrora bello puerto, simbólica perla del Pacífico mexicano que vio glorias doradas en el pasado, es hoy un espacio de locales cerrados, comercios abandonados, hoteles en ruinas, patrullas esporádicas de una Guardia Nacional que nunca aparece cuando hay actividad criminal.

Las carreteras de Guerrero son controladas por el crimen. Los pasos y corridas, el cruce de mercancías, la cada vez menor llegada de apoyos a centros de resguardo y albergue.

Ellos deciden quién pasa y quién no, cuándo salen, hacia dónde se dirigen.

¿Y el gobierno? Se preguntan ciudadanos golpeados por la tormenta, la insalubridad, la carestía y ahora, para colmo, la delincuencia. Ausente. No hay.

En el primer reporte de la policía del joven normalista asesinado, el secretario de Gobierno habló de “evidente actividad criminal, armas de fuego, ataque a los policías”.

En pocos días, la versión se derrumbó junto al prestigio —si todavía queda alguno— del presidente López Obrador, que cambió su reporte de los hechos cuatro veces en cuatro días. Ya hasta le pidió al policía que se entregue.

Y se molestan funcionarios y la candidata de Morena, cuando hay señalamientos internacionales de inseguridad y crimen desbordado. Se ofenden, “los medios magnifican los hechos”, “es una campaña de guerra sucia en nuestra contra” afirman los serviles propagandistas.

¿Y los hechos? ¿Y los transportistas asaltados y amenazados, hasta asesinados? ¿Y los jóvenes reclutados? ¿Y las madres de familia que claman justicia y seguridad para poder salir a las calles? ¿Y los comerciantes de Chilpancingo e Iguala, quienes afirman se les exigen pagos, derecho de piso, extorsión flagrante?

Nadie hace nada. Guerrero es una bomba de tiempo, producto de la irresponsabilidad criminal de un gobierno que permitió al acusado de violación, controlar e imponer a su hija, incapaz y sin mérito para el tamaño de la tarea.

Salgado Macedonio debería rendir declaraciones múltiples, sobre una larga lista de delitos, y retirarle cualquier posibilidad de volver a tener fuero y ocupar un escaño en el Senado.

La señora Evelyn, si alguien la ve, salúdela. Dígale que los guerrerenses siguen esperando que aparezca, que haga algo, que organice un comité de emergencia, un gabinete para salvar al estado de las garras del crimen.

Total silencio y complicidad desde el gobierno federal.

Todo está bien, dicen. Nosotros exageramos.

COLUMNAS ANTERIORES

La oscura mano de Andrés
Lecciones electorales

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.