La Aldea

Los arrebatos de la partida

Andrés Manuel, acostumbrado a hacer su santa voluntad y su capricho imperial, ha rebasado todo límite de decoro o respeto hacia la nueva presidenta.

En primer lugar, hoy es un día histórico: el Tribunal Electoral entrega constancia de mayoría a la primera mujer electa como presidenta de México.

Este motivo debe celebrar el ánimo y la esperanza de un México mejor, de una mujer preparada, honesta, con un compromiso –declarado– por el bienestar, la paz y la justicia en beneficio de todos los mexicanos.

Enhorabuena a México y los mejores deseos para la próxima presidenta de nuestro país.

Dicho lo cual, podemos abordar los excesos del gobierno que termina.

Andrés Manuel, acostumbrado a hacer su santa voluntad y su capricho imperial, ha rebasado todo límite de decoro o respeto hacia la nueva presidenta.

Hemos visto desde la ‘recomendación’ pública de funcionarios para el próximo gobierno –varios de los cuales han sido incluidos–, como el nuevo director del IMSS-Bienestar Alejandro Svarch, hasta la imposición de agendas, actos públicos, mítines y rituales simbólicos con la aparente transmisión del poder.

Y es aparente porque lo que menos quiere López Obrador es transmitirlo; quiere seguir mandando, gobernando, decidiendo todos los detalles de la próxima administración.

Por lo menos seis de los siguientes secretarios de Estado son cercanos colaboradores a AMLO. Ya no diga usted los gobernadores, los titulares de las paraestatales, y todos los legisladores de Morena.

Hace dos semanas, la hasta hoy presidenta electa salió a anunciar la ratificación de Zoé Robledo como director del IMSS-Bienestar, con la peculiar ausencia del funcionario ratificado. Llamó la atención, a pesar de que la presidenta señaló que cumplía labores de primera importancia. Hace dos días presentó a otro director del IMSS-Bienestar, y como tantos otros retorcidos nombres y funciones inútiles del gobierno que termina, hay confusión: el primero (Zoé) dirige el Instituto Mexicano del Seguro Social y permanecerá en ese cargo y función. El segundo (Svarch) recogerá las ruinas y los despojos de lo que alguna vez fue el derruido Seguro Popular, después convertido en el inútil Insabi y hoy, la entelequia extraña del IMSS-Bienestar.

Pero lo relevante del anuncio es que ese día Claudia Sheinbaum tenía previsto anunciar a los nuevos titulares de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y de Pemex. Los nombres seleccionados por la próxima presidenta de México no fueron del agrado, horas previas, del habitante todopoderoso de Palacio: los vetó, con manotazo y berrinche de por medio.

Claudia no tuvo más remedio –los medios estaban citados a jueves de nombramientos– que salir a anunciar a Zoé que ni siquiera se presentó. Toda una improvisación para cubrir los arrebatos del presidente que se va.

Andrés quiere imponerlo todo.

Ha insistido hasta la saciedad para que el inefable e inútil Octavio Romero Oropeza, actual director de Pemex, permanezca en el cargo.

La nueva directora designada hace apenas un par de días, Emilia Calleja, al frente de la CFE, aparentemente no era la opción original de la doctora, pero fue la que se logró ante los excesos de Andrés Manuel.

Déjeme decir más aún: tuvieron la pretensión de que el general secretario Luis Cresencio Sandoval permaneciera en el cargo, rompiendo con ello una tradición de más de 90 años en la transmisión pacífica de mandos en la Secretaría de la Defensa Nacional.

AMLO ha sido un auténtico dolor de hígado y de cabeza para la próxima presidenta.

Lo alaba en público, lo aprecia en privado, pero su margen de maniobra ha sido, hasta ahora, sometido y controlado por el caudillo.

Hace dos días, en pleno Zócalo capitalino —es de su propiedad— la señora esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez, presentó el libro Feminismo silencioso, con templete, estructura metálica, sonido, vallas y todo el aparato a disposición del presidente y su esposa.

Y llegaron –escuche usted– múltiples funcionarios de este gobierno y del siguiente. La corte imperial de Andrés Manuel, aunque él es un presidente diferente a sus antecesores.

Me hizo recordar los excesos de Martita y Fox, cuando la primera anunció su Fundación Vamos México y todos pasaron a respaldar, donar y contribuir a la obra de la entonces primera dama.

Pues la primera dama de ahora no solo dispuso de la plaza central para su acto personal, sino que acusó a los presentes en caso de permitir un desvío del movimiento, o por lo menos así fue entendido.

Este miércoles el presidente de la República dedicó más de tres horas a su mañanera; durante poco más de una hora arremetió contra Mexicanos contra la Corrupción, sus donativos, sus declaraciones y las relaciones con la agencia estadounidense de ayuda internacional (USAID).

Los arrebatos de la partida nos tienen reservados aún varios espectáculos, excesos y linchamientos. Permanezca sintonizado.

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