La Aldea

El nuevo-viejo PRI

¿Será el PRI una auténtica fuerza de oposición? La respuesta a estas alturas es dudosa, pero a juzgar por los resultados de su elección interna, pareciera de muy baja expectativa.

Ganó Alito Moreno por una aplastante cantidad de votos, arriba de un millón y medio. Querían –muy a tono con la cultura priista– no dejar duda de la preferencia y la maquinaria. ¿Quién es el nuevo líder? Uno, y sólo uno.

La jornada, en la que según las cifras del partido participaron alrededor de dos millones de personas, el 30 por ciento de su padrón que era de 6 millones, estuvo marcada por irregularidades. Las clásicas, las que hicieron al PRI famoso: las urnas embarazadas, los padrones alterados, la improvisación de listados de votación, y muchas más. Parece que la historia no deja lecciones claras y contundentes a los priistas, o que ellos se resisten a aprenderlas.

La ciudadanía rechaza de forma consistente a los partidos precisamente por esas prácticas, por el carrusel que representa el otorgamiento de cargos, puestos y presupuestos. Los partidos, este partido, han consolidado un camino de acceso al poder, al trabajo y al dinero público. Los electores se muestran cansados de ese mecanismo que parece defender los intereses de los militantes por encima de los simpatizantes.

El PRI no hizo un ejercicio de autocrítica. No revisó a fondo las causas de su derrota en 2018. No se propuso, más allá del discurso, un proyecto de reconstrucción que condujera –si así lo decidían sus directivos y bases electorales– a la refundación del partido. Seguimos, como dijeran los oficiosos de siempre, en las mismas.

Alito Moreno tendrá el enorme reto de 'renovar' al PRI frente a la ciudadanía, ofrecerle opciones innovadoras, planteamientos propositivos que puedan ser atractivos. Cambiar no sólo el discurso, sino las formas, los estilos de hacer política, dejar a un lado las trampas, las componendas y los compadrazgos.

El país demanda oposición, requiere de una o varias fuerzas serias, profesionales, que puedan representar un contrapeso al gobierno y a la gravedad aplastante de su partido, que hasta con el liderazgo de las cámaras se quiere quedar y cambiar la ley y hacerla a modo. ¿Dónde habrán aprendido?

¿Será el PRI una auténtica fuerza de oposición? ¿Será capaz de construir con el PAN y otras fuerzas un frente enérgico, sólido, que equilibre la balanza legislativa y política en este país? La respuesta a estas alturas es dudosa, pero a juzgar por los resultados de su elección interna y, sobre todo, de la forma en que se dieron, pareciera de muy baja expectativa.

Tal vez Alito jugó al juego de sombras con AMLO para inflarle el ego todopoderoso y rendirse a sus designios bajo el mote de Amlito; tal vez sólo fue un efecto para impedir que le bloquearan el acceso al liderazgo priista. Nadie lo sabe con certeza. Será a partir de ahora que el nuevo líder del PRI muestre su verdadera consistencia y temperatura.

México exige un contrapeso político, fuerzas o frente de oposición que levante la voz, que se oponga a la 'Ley Garrote', que rechace apasionadamente el ultraje Bonilla en Baja California. ¿Cuáles son los irrenunciables del PRI? ¿Hasta dónde no están dispuestos a ceder, negociar, inclinarse, 'colaborar'?

Beatriz Paredes, distinguida priista que lo ha sido todo, dijo que se opondría vorazmente a cualquier iniciativa de reelección presidencial. Claro y transparente. ¿Qué más? En esta era de austeridad, donde instituciones y servicios públicos se sacrifican a costa de rescates financieros (Pemex) y obras de infraestructura (Dos Bocas, Santa Lucía) altamente cuestionables e inviables, los partidos callan. No se escucha la voz de aquellos que fueron oposición con los gobiernos anteriores.

¿Qué pasará cuando se toque, afecte, debilite a la Suprema Corte de Justicia y al Poder Judicial en su conjunto? ¿Qué pasará cuando se afecten las autonomías del INE, del INAI, del Coneval –ya rendido a los apretones gubernamentales?

Todos los partidos y el joven Alito en la histórica silla tricolor deberán trazar y construir frentes de principios irrenunciables. Está a punto de desaparecer el Seguro Popular, con sus luces y sus sombras, para substituirlo ¿por? Nadie sabe qué, ni cómo, ni con cuánto.

Ya desapareció el INEE, valioso instrumento autónomo de análisis y seguimiento educativo. Hoy sabemos que desconectan internet de escuelas públicas, les quitan la conectividad y las regresan al siglo XIX, al tiempo que 'libros alternativos' engargolados por la CNTE recorren Michoacán, Oaxaca, Chiapas (como una herramienta de propaganda ideológica). Y nadie dice nada, nadie actúa, nadie moviliza, nadie toma la tribuna y dice ¡hasta aquí!

El PRI sabe y tiene con qué, tiene la experiencia y el camino andado, como gobierno pero también como oposición. ¿Cuál será su estrategia? ¿Convertirse en apéndice del poder, figura decorativa y complaciente de Palacio? ¿Apostar por un frente de oposición sólido, plural, conformado por otras fuerzas y partidos, construir agenda compartida? ¿Podrán superar los rencores y sinsabores de aquél Pacto por México?

Hay tanto por escribirse, pero las definiciones urgen y ha llegado el momento de probar de qué están hechos. ¿Son de verdad o fueron sólo empleados y beneficiados de la maquinaria del poder, que ahora se les escurre entre los dedos? Es ahora o nunca.

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