La Aldea

¿Golpismo?

No existe sombra alguna de golpismo, pero el presidente ya sembró el tema, lo dejó en la mesa, para ver si alguien se anima. ¿Golpismo? En Morena solamente.

En la celebración del Día del Ejército ayer en el Zócalo capitalino, el presidente de la República pronunció una frase preocupante: "gracias a los soldados y marinos de México por no escuchar el canto de las sirenas y dar la espalda al golpismo".

¿Existen elementos sólidos que sustenten la afirmación del presidente? ¿Hubo en algún momento, desde su victoria electoral o durante esta administración algún intento, complot, conspiración para un golpe de Estado?

Es de extrema gravedad que el presidente de México, el jefe del Estado haga una afirmación de esta naturaleza. Envía mensajes de enorme alarma a los mercados internacionales, a la iniciativa privada, a los partidos políticos, a la ciudadanía toda.

¿Es real? ¿O es una afirmación más –de esas que por su desmedido volumen y su incesante frecuencia– como las que dispara todos los días?

El presidente Vicente Fox fue señalado en su momento como lenguaraz, boquiflojo, irresponsable en afirmaciones y declaraciones, ligero y frívolo al salir a decir "cualquier cosa" para distraer la atención de otros asuntos. ¿Estamos ante un caso similar?

López Obrador gusta de la prédica cotidiana. De la declaración continua, del abordaje inútil y fatuo de todos los temas, desde la historia universal hasta la nutrición, de su rechazo y negativa antipática a abordar los temas sensibles y dolorosos de las víctimas. Lo hemos visto con los LeBarón, con las víctimas del huachicol, en el caso Ingrid, o Fátima. Tiene un repele casi epidérmico para abordar los temas que apuntan a una disfunción del Estado –especialmente el encabezado por él mismo– o a una incapacidad de gobierno. Nada más no puede reconocer que algo se hizo mal. Revise usted: la cancelación de la compra consolidada de medicinas tiene al borde del desabasto al sistema Nncional de salud pública; la inexistencia de una estrategia de seguridad pública nos tiene sumidos en la violencia más extendida y brutal de las últimas décadas; la política económica del recorte y el subejercicio nos tiene en parálisis de crecimiento.

Y todo esto envuelto y disfrazado con rifas, bailables en el Zócalo, puentes reprogramados, embajadas en venta, cartas al rey de España o la nueva insensatez de la semana.

Pero de ahí a decir que "el canto de las sirenas" y "la espalda al golpismo" apunta a una distorsión de la realidad.

¿Hubo algo que pudiera asemejarse o parecerse a la hipótesis de un golpe de Estado? Francamente me parece inverosímil, inaudito, increíble. Producto sólo de la fantasía tropical bolivariana, más cercana a Evo Morales y a Maduro que a un político serio.

El presidente López Obrador tiene muchos simpatizantes en México, aún, y tiene también muchos detractores que rechazan su estilo y sus políticas, no conozco a nadie en su sano juicio que se atrevería a pensar seriamente en una idea tan descabellada como separarlo por la fuerza de su cargo y de su investidura. Ni empresario, ni político, ni militar –a pesar de las voces de crítica– se atreverían a un rompimiento institucional de esa envergadura.

¿O es que hay algo que no sepamos? ¿Hay algo que el gobierno ha ocultado –además de sus pobres intentos para cubrir una cadena de incapacidades? Si hubo algo en este sentido o de esta naturaleza, ¿por qué no se procedió en consecuencia?

Mucho me temo que al más puro estilo foxista, estamos frente a un típico juego de espejos tabasqueños; se dice una cosa, para sembrar alguna sensación, para probar y medir con el discurso, para provocar mesas y debates, o insulsos columnistas que le dedicamos espacio a sus fantasiosas afirmaciones. Irresponsable, falaz, poco ético.

El Ejército ha sido multipremiado en esta administración. Como en ninguna otra. Recursos, presupuesto, armamento, equipo, obras, construcciones, desarrollos, y vaya usted a saber cuántas cosas más. El presidente lo convirtió en su aliado desde el día uno. Y tanto que se queja de Calderón que hizo lo mismo. Cierto, hoy no hay guerra contra el narcotráfico; lo que hay es festín absoluto del narcotráfico y del crimen organizado, porque nadie los persigue, los combate, los enfrenta. Entregaron la plaza.

No existe sombra alguna de golpismo, pero el presidente ya sembró el tema, lo dejó en la mesa, para ver si alguien se anima.

Después de la cena de la semana pasada y de la abundante contribución 'voluntaria' de los empresarios, todos los sectores están bajo el control y el poder político del presidente: los militares, los empresarios, las iglesias, los medios de forma creciente, los gobernadores sometidos con presupuestos al sensible y delicado tema de salud. ¿Golpismo? En Morena solamente.

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