La Aldea

Guerra a las calificadoras

El plan económico de Pemex y de la CFE –que no han difundido con claridad– produce más incertidumbre que certeza en los mercados financieros y crediticios.

Era de esperarse. Eliminar lo que no es cómodo, borrar lo que resulta medianamente cuestionador a las políticas, señales o planes anunciados por el gobierno. Nada que ponga en duda la estrategia económica, financiera o energética, más aún de infraestructura, puede ser cuestionado. Aquí no se trata de debatir, analizar, confrontar ideas y propuestas, contrastar; se trata de acatar ciega y servilmente lo que el gobierno dispone.

Muy peligrosa señal de Morena y de sus fieles partidarios.

El vocero de Morena en el Senado anunció ayer que "propondrán" –ya sabemos lo que eso significa– que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), esté facultada para retirar permisos de operación en México a las calificadoras internacionales. Se refiere a Moody's, Fitch Ratings y Standard & Poors, todas, organizaciones de calificación crediticia internacional que han emitido valoraciones negativas o "a la baja" de Pemex y la CFE en días recientes.

La diputada Dolores Padierna salió a sugerir que el secretario de Hacienda "hable más" con las calificadoras para explicarles el plan financiero de Pemex y la CFE.

Habría que recordarle a la señora diputada que ya fueron directivos de Pemex a Nueva York en enero a presentar un pobre y débil plan de refinanciamiento de la paraestatal que no sólo no convenció a nadie, sino que dejó profunda preocupación por funcionarios inexpertos al frente de la empresa. Eso ya sucedió y buena parte de lo que ahora vemos en sus predicciones, es resultado de aquella pésima presentación.

El plan económico de Pemex y de la CFE –que no han difundido con claridad– produce más incertidumbre que certeza en los mercados financieros y crediticios.

No hace falta repetir que la confianza y la certidumbre son los factores más relevantes cuando de inversión, otorgamiento de créditos y planes de financiamiento se trata. Y tristemente, esta administración y los señores al frente de Pemex, no han sido capaces de construir una estrategia que brinde esa confianza y tranquilidad en los mercados.

Ahora, al más puro estilo de Morena, se lanzan a la guerra contra las calificadoras. ¡Fuera! ¡Sáquenlos! ¡Que no vengan a México! ¡Que no brinden pronósticos o perspectivas de la economías mexicana!

Bueno, pues pueden intentarlo, pero las consecuencias financieras para México en el mundo serían desastrosas. En primer lugar porque la confianza de los inversionistas, la certidumbre de los bancos para otorgar créditos, fija criterios de confiabilidad a partir de lo que dicen las calificadoras. El trabajo de esas empresas es analizar múltiples valores económicos, de crecimiento, de inversión, de reservas, de seguros, etcétera para ofrecer una valoración de viabilidad de crédito e inversión.

Justamente ahora que vayan a pedir dinero para el famoso tren maya, que tan sólo el .56 por ciento del padrón aprobó, se encontrarán con que el costo del dinero, la tasa de interés que fijarán los bancos nacionales y extranjeros por financiar dicha obra de infraestructura, será más alta o más baja a partir de las perspectivas de las calificadoras.

La reciente cancelación de obra del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (Texcoco) donde había bonos e inversión extranjera muy relevante en el proyecto, no hizo sino desalentar la inversión internacional y producir un innecesario elemento de desconfianza. ¿Valdrá la pena invertir en México? ¿Serán serios con las obras y los proyectos? ¿Los van a terminar?, o ¿llegará un nuevo gobierno de otras siglas y los cancelará? Por eso resulta irresponsable tomar decisiones tajantes sin contemplar las consecuencias económicas. Hoy, los fondos internacionales y las firmas holandesas y francesas que tenían firmados contratos para el nuevo aeropuerto, evalúan caminos jurídicos y demandas al gobierno mexicano en tribunales internacionales por incumplimiento de contrato.

Entonces, antes que salga ningún niño o niña héroe envuelto en la bandera nacional contra las calificadoras, mejor reflexionemos en el daño que le hacemos a México. No nos gustan sus perspectivas negativas –que no calificaciones, como dijo con mucha mayor sensatez el secretario Urzúa, de Hacienda– entonces habría que revisar por qué el plan financiero de Pemex resulta inverosímil, y por qué la construcción de una o dos refinerías con financiamiento aún impreciso, resulta de baja rentabilidad y poco recomendable.

El presidente López Obrador se equivoca al decir que "es un castigo a las políticas neoliberales del pasado". Justamente en el pasado, bajo esas supuestas políticas, las calificaciones eran más altas y las perspectivas más que positivas. Además, [respecto a] esa queja de "dónde estaban las calificadoras cuando aquí se cometían actos de corrupción", pues habría que explicarle al presidente que las calificadoras no son fiscalías, ni procuradurías, ni investigadoras de delitos locales. Su trabajo no consiste en eso.

Resulta preocupante este lenguaje y esta retórica de repetida descalificación de todo señalamiento externo o interno que sea contrario a los planes del gobierno. Parece un discurso unívoco, donde sólo importa lo que el mandatario piensa, elige y decide.

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