La Aldea

Incomprensión

Llama la atención la posición defensiva, vergonzosa del presidente que descalifica al movimiento como “conservador”, “neoliberal” o “falsamente feminista”.

Persisten sectores que rechazan el movimiento 'Un día sin nosotras'. La acendrada cultura machista de México nubla la visión y la capacidad de comprensión de algunos, quienes siguen interpretando este grito por la justicia, la equidad, la seguridad y la protección como un oscuro interés de manipulación política.

La creciente violencia contra la mujer no sólo ha crecido en términos estadísticos, crímenes, escandalosos feminicidios, agresión cotidiana, robo, acoso y muchos más. Ahí están las cifras. El tema es que a pesar del empoderamiento femenino en muchos sectores, subsisten estos vulgares intentos por sobajar, marginar, condenar a personas por su género y condición. Especialmente preocupante me parece el discurso de la autoridad, que pretende desclasificar el delito tipificado como feminicidio, porque resulta muy difícil probarlo, según el propio fiscal Gertz Manero. ¡Patético! Cuando todas las instituciones debieran estar comprometidas en diseñar e implementar medidas, reglamentos, estatutos que eliminen la cultura machista y otorguen a la mujer el justo estatus de igualdad total frente a la ley, encontramos jueces que les imponen sentencias más altas a los mismo delitos cometidos por los hombres.

Llama la atención la posición defensiva, vergonzosa del presidente que descalifica al movimiento como "conservador", "neoliberal", "falsamente feminista".

¿Por qué pensará este hombre que todas las causas justas sólo pueden ser patrimonio de él mismo y de su deformada conglomeración política?

El nuevo feminismo no reclama espacios, los toma. El nuevo feminismo no busca reconocimiento ni visibilidad, puesto que los posee y los exhibe y hace uso de ellos.

Las mujeres del siglo XXI no están dispuestas a ser pisoteadas o marginadas por criterios legaloides de jueces y ministerios, muchas veces, tristemente, dirigidos y encabezados por mujeres.

¿Por qué matan mujeres? Porque pueden hacerlo sin castigo alguno. Porque nadie los detiene, porque la impunidad es infinita.

¡Basta! Es el grito extendido de una movilización femenina global, que rebota en Chile y brinca a Inglaterra, cruza por España e incluso alcanza los tradicionales y muy convencionales países árabes. La mujer tomó el micrófono para no dejarlo, para demandar iguales salarios por funciones idénticas; prestaciones de salud; protección policíaca; castigos ejemplares a los violentos y criminales.

¡Que nadie se atreva a tocar a una mujer, porque la sociedad entera se vuelca contra el agresor! Ese pareciera ser el sentido de esta movilización.

Sin embargo, el paro del día 9 pretende alcances mucho mayores en lo laboral, lo profesional, lo industrial, lo familiar. Poner en evidencia la grave ausencia de la fuerza productiva femenina, no sólo coloca a múltiples industrias en una situación crítica, sino que arroja luz sobre el verdadero valor de su trabajo y su aportación económica.

He presenciado en esta semana debates intensos en empresas y universidades, en corporaciones y escuelas, que 'apoyan' el movimiento, pero 'siempre sí vengan a trabajar' o la ridiculez del home office.

De lo que se trata es de poner el foco en la extraordinaria valía del trabajo de todas las mujeres en el país. Olvidemos el hogar, ya trillado y añejamente descontado; pensemos en el comercio, en los bancos, en las editoriales y escuelas, en la industria toda. La mujer es esencial para que México camine, funcione, opere y si me apura un poco, para que conserve algunos mínimos niveles de convivencia sana y respetuosa. Cada vez menos, por cierto, gracias a la escalda de polarización política promovida diariamente desde el altar presidencial.

El paro del día 9 debe ser asumido en toda su dimensión. Nada de trabajar desde casa ni 'mire usted sí venga porque es esencial'. ¡Pues que se refleje en la nómina!

¿Tendrá consecuencias económicas? Sin duda. De eso se trata, no de causar pérdidas, sino por el contrario, de enfocar la mirada en el valor de lo que se genera, se crece, se gana, se factura y se ingresa. Sin la mujer, no hay sociedad, no hay familia, no hay educación (formal o informal, escolarizada o no), tampoco hay comercio, y la industria manufacturera depende, en buena medida, de la mujer igualmente.

En los medios, olvide usted el talento a cuadro de mujeres brillantes y talentosas frente a la pantalla o al micrófono; no hay redacción, producción, mesa de información o cuerpo de reporteras, donde las mujeres no jueguen los papeles fundamentales.

Con todo por 'Un día sin ellas'.

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