La Aldea

Los olvidos de Andrés

En su discurso en el Jardín de las Rosas en la Casa Blanca, López Obrador agradeció a Trump por haber tratado a México con respeto. ¿Es en serio? ¿De verdad?

El día de hoy regresa el presidente López Obrador a México, después de la apresurada visita de poco más de 36 horas a Washington. Salió muy orondo el presidente mexicano al declarar a medios "no nos peleamos, aunque muchos querían". Sin embargo, en su discurso en el Jardín de las Rosas en la Casa Blanca, López Obrador ofreció a su anfitrión una serie de elogios que se sustentan en la desmemoria o el olvido de nuestro mandatario.

Agradeció a Trump por haber tratado a México con respeto. ¿Es en serio? ¿De verdad?

Olvida el presidente López Obrador que Trump en su primera campaña presidencial (2016) llamó a los mexicanos "violadores, criminales, delincuentes, malos hombres". En casi cuatro años al frente de todas las cámaras y micrófonos del mundo, ha dicho que lo peor viene por la inmigración desde la frontera con México, que todos los vicios, drogas, crimen y descomposición de la sociedad obedecen a los migrantes. Para nadie es un secreto el pensamiento antimexicano de Donald Trump. Resulta comprensible que nuestra vecindad nos obligue a buscar los mejores términos para una relación llevadera, y en eso, hay que reconocer a Andrés Manuel su tacto, su distancia, su mesura para no confrontarse. Nadie quiere meterse al ruedo con el toro furioso y desbocado. Andrés lo ha tanteado y capoteado con relativa prudencia.

Pero de ahí a decir que ha sido respetuoso con México, es una absoluta falsedad que se derrumba en cientos de tuits, videos, websites y registros de las miles de sandeces que declara todos los días el señor de la Casa Blanca.

Otro olvido de nuestro presidente consiste en afirmar que "no intentó imponernos nada ni tratarnos como colonia". Les pregunto a ustedes, ¿y por qué la Guardia Nacional dedica el 64 por ciento de sus elementos y recursos a resguardar las fronteras y detener a migrantes centroamericanos? Parece que AMLO olvida la amenaza de los aranceles, cuando demandó que se detuvieran en México a los migrantes o impondría sanciones comerciales cuando el nuevo T-MEC ya había sido negociado y firmado por Peña Nieto –cuyo gobierno lo negoció– y por Trump.

Más registros y datos para la memoria: ¿recuerda usted aquella política e inflamada declaración de "hermanos centroamericanos las puertas están abiertas", pronunciada por AMLO apenas con unas semanas de haber tomado posesión? Estrategia y política que en efecto se puso en marcha al permitir el ingreso a México de caravanas con miles de inmigrantes, que fueron atendidos en campamentos, transportados y además subsidiados. Cómo olvidar a la señora Sánchez Cordero afirmando que había visas temporales y de trabajo y una serie de descalabros de un gobierno extraviado. ¿Y luego?, ¿qué pasó? Súbitamente cambiaron la política, cerraron las puertas, renunció el muy aperturista director del Instituto Mexicano de Migración, y el supersecretario Marcelo Ebrard tuvo que asumir esa tarea que Gobernación no pudo. ¿Por qué la Cancillería?

La razón es simple, porque la demanda venía del exterior. Era el Departamento de Estado, la Casa Blanca, la Oficina Comercial del Presidente quienes advertían que, o se tomaban medidas, o se aplicarían dolorosas sanciones.

Cerraron las puertas de las fronteras con Guatemala y Belice, con 27 mil elementos de la recién creada Guardia Nacional, para cumplir la imposición de Trump.

Se olvida Andrés de estas imposiciones, de las respuestas ásperas y ofensivas cada vez que encuentran un túnel, o que un mexicano –muy pocas veces– se ve involucrado en una investigación policíaca en Estados Unidos.

Muchos sapos hay que tragar para sostener una relación medianamente civilizada con el orate del norte, pero de ahí a mentir, a propinarle elogios y agradecimientos, resulta ofensivo, lamentable, hasta servil.

Nunca un presidente americano nos había tratado tan mal en el discurso, pero también en los hechos, con el muro, las visas, el DACA, los aranceles y las amenazas. Ni modo, los tenemos de vecinos, hay que aguantar y buscar el mejor camino. Pero eso no quiere decir darle las gracias por un respeto inexistente y un trato de igual a igual, sin imposiciones. Trump no le otorga un trato igualitario a nadie en este planeta desde que ganó las elecciones. Es famoso por su trato hostil, de acosador humillante especialmente con aquellos a quienes percibe débiles o en desventaja.

Fue Andrés a Washington, lo hizo con dignidad y decoro, un par de ofrendas florales, reuniones a solas, un discurso exageradamente laudatorio y de regreso. Se cumplió con esa otra exigencia en nuestra asimétrica relación, de asistir y posar, con todo y meternos en la campaña electoral. Del T-MEC y el comercio, nada nuevo, sólo declaraciones. Nuevos acuerdos para inversión como presumió el secretario de Hacienda o la señora de Economía, nada. ¿Quién va a querer invertir aquí si el gobierno cambia las reglas, viola las leyes, rompe los contratos?

Cualquier otro presidente en el pasado hubiera sido crucificado por este acto de gentil caravana por el entonces líder de la oposición, un señor López Obrador.

Prueba una vez más de que no es lo mismo ser borracho que cantinero.

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