El presidente convirtió los espacios matutinos en el eje de su política de comunicación a lo largo de estos 15 meses. Son espacios multiusos: pueden ser informativos -no siempre-, pueden servir de vehículo para la propaganda del régimen, para señalar o fustigar a sus detractores -con enorme frecuencia- mediante la creación imaginaria o no de un frente de oposición denominado "los conservadores", a cuya lista o filas agrega indistintamente a todos aquellos quienes discrepan con el mandatario.
Las mañaneras, lo reconoció el presidente esta semana cuando algún asistente le preguntó acerca de reducir o reorganizar sus mensajes matutinos. López Obrador respondió de inmediato y a bote pronto "n'hombre, me tumban". Es decir, sin ese espacio de 'interlocución' diaria, el presidente y su gobierno estarían en riesgo. De ese tamaño es la relevancia del foro y la importancia que el titular del Ejecutivo le adjudica.
Las razones están realmente a la vista: se ha convertido en el púlpito máximo de la República; desde ahí se predica acerca de una transformación que seguimos esperando, de un crecimiento que nada más no llega, de un combate contra la corrupción que en 15 meses ha encarcelado a tres personas e inhabilitado a no más de 20 exfuncionarios –una de las encarceladas por cierto, con un documento apócrifo que un juez con conflicto de interés aceptó como evidencia.
En la lógica presidencial, repetir una y mil veces datos imprecisos, afirmaciones francamente falsas ("no hay desabasto de medicamentos", "los feministas son conservadores"), informes pobres e incompletos, acuerdos y grandes logros que se derrumban ("la inversión privada que ya está comprometida", "salvamos los gasoductos y le ahorramos al país") parecieran sustentarse en la premisa de Goebbels: una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.
En principio, el ejercicio de 'comunicación' diaria pudiera parecer un modelo de transparencia, apertura, pluralidad, donde el mandatario encara todas las mañanas a los medios para responder abiertamente a su cuestionamiento. El ejercicio es falso, porque está truqueado. La mañanera está repleta de patiños y rellenos cuya función esencial consiste en sembrar temas a modo, burlarse de los críticos del presidente, introducir iniciativas para provocar una respuesta del poderoso. Los penosos sucesos de ayer, donde uno de estos personajes –a sueldo de quién, nos preguntamos muchos– lee un texto en el que sugiere –periodistas que sugieren ya de por sí, sospechoso, no preguntan, proponen– que la Unidad de Inteligencia Financiera investigue el movimiento 'Un día sin nosotras' y los fondos que –según él– le hacen llegar. El individuo responde al nombre de Marco Olvera, un excolaborador de René Bejarano y otros ilustres perredistas –para más señas de su impoluto compromiso con la libertad de expresión, incluso menciona a Frida Guerrera, una activista quien ha tomado la palabra en anteriores ocasiones inquiriendo al presidente sobre su compromiso y el de su gobierno acerca de los feminicidios. Olvera pide en la conferencia que se investigue a Guerrera, quien se encontraba presente.
Intercambios verbales, aclaraciones, increpaciones de por medio, se acaba la conferencia.
El coordinador de Comunicación de la Presidencia es el señor Jesús Ramírez, quien aprueba la lista de reporteros y periodistas que acuden todos los días. Desde esa oficina se fijan los temas, se acomodan las 'preguntas y sugerencias' de tan distinguidos informadores, para que sirvan al propósito presidencial del día. Que si la rifa y los cachitos, que si la incapacidad gubernamental para comprender la dimensión del llamado de las mujeres e interpretar con total desviación que es orquestado, dirigido, apuntado a la persona del presidente. Nada más erróneo y más equivocado.
Pero ellos siguen en su prédica, en descalificar movimientos sociales que no sean los propios, los dueños del monopolio de las causas sociales. Vergonzoso.
Lo que se puso en evidencia ayer son los patiños y rellenos, ujieres y portavoces del poder, al servicio de la Presidencia –¿serán pagados por el Presupuesto también?– para centrar el balón en el área y que el caudillo anote con un cabezazo espectacular.
La mañanera se convirtió en el instrumento central para la construcción de un personaje, cuyas promesas, planes, decisiones muy pronto dejarán de ser sustanciales para el país. El daño está hecho: la economía está paralizada, la inversión privada –73 por ciento del PIB nacional– ausente, atemorizada, desconfiada; los proyectos de infraestructura, quimeras inalcanzables como el tren que nunca va a circular o la refinería que se inundará sistemáticamente desde antes de ser construida.
Con todo y comparsas, actores penosos de un parlamento preescrito –como el alegato del Sr. Olvera– cada vez engañan a menos personas y le toman el pelo a menos ciudadanos. Lo invito a que revise en detalle las encuestas de aprobación presidencial, todas en caída y retroceso. Y no es obra de los conservadores.