La Aldea

Marzo fatídico

Marzo ha sido el peor mes para la gestión de López Obrador. También en el que han quedado expuestas algunas de las más graves incapacidades de su gobierno.

Este mes de marzo que terminó hace un par de días, el número 16 desde la toma de posesión del presidente López Obrador, y el número 21 desde su victoria electoral en que empezó a tomar decisiones de facto a pesar de ser sólo presidente electo, ha sido el peor, el más difícil y el más complicado para la gestión del mandatario. Pero también, en el que han quedado expuestas algunas de las más graves incapacidades del gobierno.

El mes inició con diversas encuestas que mostraron una aprobación pública descendente hacia la figura del presidente. Menos respaldo popular a su gestión, mayor rechazo a sus decisiones.

El 1 de marzo arrancó con la repartición de boletos para la rifa –no rifa– del avión presidencial. Así estaba previsto, pero tuvo que ser cancelado y pospuesto por los graves acontecimientos de esa semana. Primero la convocatoria a la marcha de mujeres el domingo 8 y al día siguiente, el paro generalizado de la fuerza laboral femenina en el país.

Ambos acontecimientos, delicados social y políticamente para México, recibieron primero el rechazo y la descalificación del presidente, luego el desdén y finalmente un modesto reconocimiento.

El primer fin de semana el presidente realizó una gira por su tierra, Macuspana, Tabasco, donde por primera vez su evento y acompañantes, recibieron rechiflas y abucheos. López Obrador, engallado, desafiando a la gente, los retó a que le chiflaran a él y la gente se contuvo. Pero el acto puso de manifiesto un creciente sentimiento de desaprobación en torno a unos programas sociales que no llegan, pensiones y becas que no son distribuidas con puntualidad, según lo prometido por el presidente. Esto, además del rechazo al gobernador local.

En marzo se desató una guerra internacional por los precios del petróleo entre Arabia Saudita y Rusia, que se enfrentan al interior de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) para controlar los precios. Arabia rompe las negociaciones, detiene la producción y derrumba los precios en el mercado para eliminar a sus competidores. Como consecuencia, la mezcla mexicana de petróleo se derrumba sucesivamente a lo largo del mes, a niveles de 10 dólares y centavos por barril.

El mes de marzo marca tal vez, el peor momento –desde la cancelación del aeropuerto de Texcoco– en la relación con el empresariado mexicano y con la inversión internacional. El anhelado proyecto de desarrollo energético está congelado ante la negativa rotunda del gobierno de abrir la puerta a la inversión en proyectos energéticos de todo tipo. Para colmo, el presidente cierra el mes con un video desde la Rumorosa, al norte del país, burlándose y criticando ventiladores eólicos de generación eléctrica. Con argumentos falsos, amañados, difunde la idea de que la energía eólica daña al medio ambiente. ¿Es trampa o producto de la ignorancia?

El presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, declara que "tenemos un gobierno destructor de la inversión"; el presidente se enoja y responde que la Coparmex lo critica todos los días, que ya parece el PAN.

Por si faltaran elementos de fricción con el sector, el gobierno avala un sondeo 'patito' que rechaza la inversión de Constellation Brands en una planta cervecera en Mexicali por mil 400 millones de dólares, de los cuales 900 millones ya fueron invertidos. El gobierno envía un mensaje de ruptura jurídica de contratos, atropello a la inversión extranjera y rechazo a la generación de fuentes de empleo. Caos total en el sector al que se le sigue pidiendo confianza, credibilidad e inversión.

La crisis mundial por el coronavirus enfrenta al gobierno, a su debilitado aparato de salud pública, a su presupuesto no ejercido en más de 57 por ciento, a la pandemia más amenazante para la humanidad en más de 100 años. El presidente extraviado, dubitativo, se niega a tomar decisiones de confinamiento y reforzamiento de medidas para protección de la ciudadanía. Él mismo envía constantemente mensajes contradictorios, que desautorizan a los mandos de la Secretaría de Salud. El mundo al revés. En el planeta entero se toman medidas extremas y emergentes para evitar la pérdida de vidas humanas, y en México nuestro presidente es el hazmerreir de medios internacionales que lo retratan en giras, mítines, abrazos y besos a la población.

Terminamos marzo con medidas sanitarias –que esperamos no sean tardías– para evitar la velocidad de contagio y la propagación del virus.

El mes llega a su fin con una economía en picada, el peso a 25 por dólar, las calificadoras disminuyendo el grado de inversión en un Pemex esclerótico, que el gobierno insiste en rescatar a pesar de la evidencia en contra.

Es la tormenta perfecta dicen los expertos: todas las condiciones internacionales en contra: mercados ensangrentados, volatilidad cambiaria, guerra de petróleo, paquetes de rescate en Europa y Estados Unidos, mientras que en México inyectamos miles de millones a una refinería inservible y a un tren innecesario.

Se extiende con preocupación la creciente percepción pública de un gobierno incapaz, con un líder guiado por prejuicios ideológicos, carente de profesionalismo para encausar con estrategia y precisión un barco en medio de la tempestad.

Marzo nos deja a la deriva y, tristemente, lo peor está aún por venir.

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