La Aldea

Más de lo mismo

Si uno revisa a los Batres, a los Monreal, a los Osorio o los Zambrano, a los Creel o Zavala, son los mismos presentes en el escenario político desde hace dos décadas o más.

La frase no es mía. Pertenece en el argot político a una de estas genialidades de los estrategas de campaña, que en aquel lejano e histórico 1999, acuñaron para Vicente Fox y con ello referirse a la oferta del PRI en aquella contienda transformadora. Más de lo mismo, una oración simple, sencilla, concreta que aludía a una propuesta del PRI anquilosada, repetitiva, poco innovadora.

Y no es poca cosa. Cuando un país es incapaz de renovar su clase política, ofrecer al electorado liderazgos nuevos, propuestas de cambio, de transformación, la conclusión es: más de lo mismo. Buena parte de la victoria de Fox en aquel inolvidable año 2000 obedece a este concepto que engloba muchas percepciones, sensaciones, demandas de la ciudadanía por construir un país mejor. La necesidad urgente de ir en otra dirección.

Sucedió con Fox. Sucedió con Peña bajo la premisa de que la guerra contra el crimen organizado de Calderón había ensangrentado al país y de que mejor regresaran los supuestos 'profesionales'.

Y sucedió también con AMLO y el hartazgo absoluto por un gobierno anterior escandalosamente corrupto, que permitió y cerró los ojos ante la aplastante corrupción.

Ya la historia hará sus balances, pero así de rápido, ni Fox transformó al gobierno ni al país, el famoso gobierno del cambio se quedó en una entelequia; ni Peña acabó con la violencia y pacificó a México, por el contrario, se salió de las manos y de control el tema de la seguridad, ni tampoco AMLO terminó con la corrupción ni transformó al país –todavía.

Hoy los hechos y los números retratan a un país más pobre –hay más pobres en México desde 2018– con un enorme gasto social no transparente, y con un fenómeno de licitaciones y contratos oscuro, en franco retroceso y con graves señales de tráfico de influencias. Es decir, la corrupción sigue viva. (El 83 por ciento de los contratos otorgados por el gobierno federal se hizo en 2019 y 2020 por asignación directa, sin concurso, sin licitación). Para ya no hablar del deterioro a la democracia mexicana tan costosamente construida, al desmantelar organismos autónomos, cooptar a otros –CNDH– y atacar a los aún independientes que sobreviven.

Pero el narrar el pasado resulta relativamente sencillo. El problema serio para el electorado radica en la pregunta clave: ¿qué opciones tenemos?

El día de ayer el PAN –en un auténtico ejercicio de cerrar filas y cicatrizar heridas– anunció las candidaturas de Margarita Zavala, Santiago Creel Miranda, Roberto Gil, Francisco Ramírez Acuña y otros más para la Cámara de Diputados. Es una oferta, ciertamente de personas que han tenido experiencia prolongada en el servicio público, como legisladores, altos funcionarios o embajadores. Bien, aplaudo la experiencia.

Debo decir además que guardo profundo respeto por Margarita Zavala como una mexicana comprometida con la democracia y la justicia, así como por otros más de este grupo.

Me preocupa justamente la percepción del electorado: más de lo mismo. Son los mismos panistas de antes, los que a juicio de los simpatizantes de Morena, consideran responsables de varias de las desgracias nacionales.

Más de lo mismo hay también del otro lado, con la impresentable y vergonzosa candidatura de Félix Salgado Macedonio para la gubernatura de Guerrero. Un hombre de inexistente calidad moral, sujeto a investigación por acusaciones penales de abuso sexual y violación que al señor Mario Delgado, líder de Morena, le parecen menores, tanto así que avaló y registró su candidatura.

El PRI anda por ahora muy silencioso respecto a nombres y futuros aspirantes, pero adelanto que caerá en igual categoría: más de lo mismo.

Cada vez que se aborda este tema, aparecen virulentos los líderes partidistas a decir "por qué no te postulas tú", "por qué no ofrecen nuevas candidaturas para renovar los cuadros".

Es difícil responder a ello cabalmente. Una de las causas por las que los cuadros políticos carecen de renovación obedece al desprestigio aplastante de la clase política en general.

Si uno revisa a los Batres, a los Monreales, a los Osorios o los Zambranos, a los Creel o Zavala, son los mismos presentes en el escenario político desde hace dos décadas o más. Muy pocas nuevas figuras emergentes que refresquen el terreno político electoral y que logren capturar la atención de los ciudadanos. Quién ofrece algo distinto, quién tiene una carrera que no lo vincule, a los ojos del electorado, a un pasado cuestionable, señalado o castigado por algún sector de votantes. Muy complicado.

Mucho me temo que la contienda de 2021 para la Cámara y su control, eje del que depende la segunda mitad del gobierno actual, estará en lo que la oposición llamará 'el rescate de México' y los simpatizantes del presente régimen, la transformación total.

Me preocupa la carencia de oferta renovada, la ausencia de figuras que aporten nuevos mensajes, nuevos discursos y posturas. Más de lo mismo, corre el riesgo de asegurar una victoria de quienes hoy indudablemente han empobrecido a México.

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