La Aldea

Planes de contingencia

El propósito del gigantesco paquete aprobado por el Congreso de EU es proteger al empleo y al pequeño negocio o empresario. ¿Y México?

A lo largo de esta semana el Senado de los Estados Unidos ha debatido, con intensidad y controversia, el paquete de estímulos financieros y económicos que pondrá en vigor a partir de la siguiente semana. Un breve resumen para usted:

Fondo total de dos trillones de dólares (dos billones de dólares para nuestro sistema de conteo: es decir, dos millones de millones de dólares). El más grande jamás aprobado en la historia de Estados Unidos, mayor que el Plan Marshall después de la Segunda Guerra Mundial.

El gobierno enviará directamente a la población apoyos por mil 200 dólares a los contribuyentes cuyos ingresos van de los 75 mil dólares al año, hasta los 99 mil dólares por año. Se entregarán 500 dólares adicionales por niño, para garantizar sus condiciones de crecimiento, alimentación y aprendizaje.

Se ampliarán los beneficios contra el desempleo de forma significativa: seguro de 13 semanas y se incluirán trabajadores eventuales, freelance o hasta conductores de Uber y repartidores de alimentos.

Pequeños negocios recibirán préstamos garantizados por el gobierno bajo la condición de NO despedir a sus trabajadores. Estos créditos serán perdonados si se cumple con el requisito de que el empleador pague a sus trabajadores durante la crisis.

Las empresas en condiciones críticas podrán recibir rescates del gobierno:

445 mil millones de dólares destinados al rescate de empresas, fondos controlados por la Reserva Federal de los Estados Unidos (no por el gobierno).

75 mil millones de dólares en préstamos dirigidos a industrias como las aerolíneas y hoteles.

Hospitales e instalaciones de salud asfixiados por el coronavirus, recibirán ayuda económica:

100 mil millones de dólares destinados a clínicas, hospitales y aparatos de salud.

Especial énfasis en equipo protector a personal médico, suministros de curación, construcción de áreas para pacientes.

El debate entre republicanos y demócratas tuvo muchos matices políticos, como por ejemplo, transparentar los destinatarios de los recursos. En el rescate financiero de 2008 a Wall Street y bancos en riesgo, fue ampliamente criticado que los fondos de rescate se aplicaron a corporaciones, ejecutivos acaudalados a quienes sacaron de la quiebra.

Otra condición fue que ninguna de las empresas de Trump o su familia, o incluso otros miembros del gobierno –recordemos que hay varios multimillonarios en el gabinete– puedan recibir ningún tipo de crédito gubernamental.

El propósito de este gigantesco paquete es proteger al empleo y al pequeño negocio o empresario. La línea de mayor riesgo por la parálisis económica provocada por el virus, está justamente en los pequeños negocios, aquellos que cubren su nómina con márgenes muy pequeños de ganancias, 4-6 por ciento. Ahí es donde el cierre provocará los mayores daños. El gobierno y los legisladores han decidido enviar la mayor cantidad de recursos, supervisada –la desconfianza no es gratuita– por la Reserva Federal y no por el propio Departamento del Tesoro.

¿Y México?, ¿dónde estamos?, cuando nuestra economía es 100 veces más frágil, débil, dependiente precisamente de la propia economía estadounidense.

¿Dónde están aquí los planes de contingencia? El Congreso mexicano aprobó la semana pasada un paquete extraordinario por 180 mil millones de pesos y el presidente señaló antier que incrementarían las tandas del bienestar, préstamos de seis mil pesos a pequeños comerciantes. ¿Es suficiente?

No están claras las reglas de cómo o a quién se distribuyen estos recursos, mediante qué metodología, especialmente considerando que todos los recursos de la Secretaría de Trabajo no han logrado ser entregados en su totalidad.

El presidente posee, entre sus muchos prejuicios ideológicos, esta grave percepción de que toda empresa es un centro de explotación y abuso laboral, corrupción y privilegios obtenidos por regímenes políticos corruptos. Probablemente haya empresas que sean eso, me parece que las menos, pero el presidente ignora en su juicio lapidario que la empresa privada es la generadora de 70 por ciento del empleo en este país.

Más aún, la economía informal en México, la del changarro, el puesto y el mercado ambulante, alcanza 55 por ciento (Inegi) del total de la economía. Ahí hacen falta planes urgentes a pequeños negocios que quedarán estrangulados.

Si empresas e industrias en crisis, bajo el azote de la pandemia, no reciben ayuda y apoyo por parte del gobierno, el empleo sufrirá gravemente en los próximos cinco meses en México.

Que se establezcan reglas ejemplares como en Estados Unidos: el crédito tiene como función primordial proteger al trabajador y al empleo. Se otorga a la empresa que siga pagando a todos sus trabajadores, aunque no asistan por la cuarentena. Se apoya a aerolíneas, hoteles (la industria turística será una de las más dañadas, y con ella, todos los negocios secundarios y complementarios: transporte, alimentación, entretenimiento).

Y que opere el Banco de México a través de la banca privada: sin comisiones, ni réditos. Nadie gana, sólo el pueblo de México. ¿Será capaz el gobierno morenista y sus bancadas en el Congreso, tan inclinados siempre a obtener beneficios políticos de sus votos y medidas, de despolitizar un plan de ayuda?

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