Desde el otro lado

Biden: ¿de héroe a villano?

Si Joe Biden se hiciera a un lado, tendrían que resolver quién podría sustituirlo y cómo encauzar ese proceso para evitar una fractura interna.

El debate presidencial fue un desastre para Joe Biden y su campaña. Antes de que concluyera el encuentro con Donald Trump, algunos de los principales donantes del presidente ya habían encendido las alarmas. Desde ese momento, comenzó a plantearse entre ellos, dentro del Partido Demócrata y en algunos de los medios más importantes de Estados Unidos, la conveniencia e incluso la necesidad de un relevo de candidato presidencial.

Como si el resultado del debate no hubiese sido lo suficientemente negativo, la reacción posterior del presidente y su equipo lo empeoró aún más, al aferrarse a la candidatura e inventar excusas para tratar de explicar su lamentable desempeño. Empezaron por decir que tenía gripe, pero luego culparon a los viajes internacionales del presidente; insistían en que había que ver su energía al día siguiente en un evento de campaña para entender que solo había sido un mal momento. Lo cierto es que esa imagen no cambió en nada la percepción de que Biden no está en condiciones de gobernar por otros cuatro años.

Además, semanas antes del debate, el Wall Street Journal había publicado un reportaje que citaba a personas que se habían reunido con el presidente y que decían no haberlo visto bien. En esta semana, otros medios siguieron esa pista y documentaron lo mismo. Claramente, no se trataba solo de un mal momento, sino de la lucidez del presidente. Hasta Nancy Pelosi salió a decir que era “legítimo preguntarnos si lo que vimos fue un episodio o se trata de una condición”.

La falta de comunicación inmediata con los liderazgos de su partido, aunada a que solo apareció en público en actos en los que se limitó a leer un prompter, agravó las dudas sobre las habilidades cognitivas del presidente.

Para los demócratas, está en juego no solo la Presidencia, sino la posibilidad de mantener el control del Senado y de darle la vuelta a su favor a la Cámara de Representantes. La debilidad de Biden podría ser desastrosa para ellos y dejar el camino abierto a los excesos de Trump y los republicanos.

La decisión de la Suprema Corte de Estados Unidos de este lunes, que le dio una amplísima inmunidad a un Trump con sed de venganza, le dio una importancia aún mayor a la elección y a un buen resultado para los demócratas. Para muchos, Biden ya no es, como lo fue en 2020, quien puede pararlo.

Es cierto que para los demócratas no hay salidas sin riesgos. Si Biden se hiciera a un lado, tendrían que resolver quién podría sustituirlo y cómo encauzar ese proceso para evitar una fractura interna. Eso estaría por verse. Pero lo que es un hecho es que Biden es un candidato aún más débil de lo que era antes del debate y su triunfo se ve cada vez menos probable.

Las encuestas publicadas después del debate muestran que se abrió la ventaja de Trump frente a Biden. La del New York Times y la del Wall Street Journal colocan a Trump 6 puntos porcentuales arriba de Biden, el doble de lo que le daban antes del debate. Tal vez más importante es que casi dos terceras partes de los electores registrados piensan, según estas encuestas, que Biden no tiene la lucidez para ser presidente.

Esto no sorprende, pues, además del impacto del debate, lo que ha sucedido desde entonces es que la atención de los medios ha estado volcada en el presidente y su posible reemplazo, lo que le dio un respiro a Trump. Así, por ejemplo, el que Steve Bannon haya ido a prisión o que Rudolph Giuliani haya sido inhabilitado para ejercer como abogado, fueron notas muy menores.

A pesar de todo, parece que Biden, asesorado de manera decisiva por su esposa Jill, quiere seguir en la contienda. Desde el miércoles, comenzaron a surgir reportajes que sostienen que el presidente ha dicho a algunos de sus allegados que sabe que los próximos días serán decisivos y está consciente de que es posible que no pueda salvar su candidatura. La Casa Blanca ha desmentido estos informes. Habrá que ver qué dice al respecto, pero, sobre todo, qué tan agudo se ve este viernes en la primera entrevista que tendrá después del debate en ABC News.

En cualquier caso, el daño está hecho y es mayúsculo. Quienes piden la renuncia de Biden argumentan que lo importante es derrotar a Trump por el riesgo que representa para Estados Unidos. Insisten en que el presidente debe poner al país por encima de sus aspiraciones políticas y que, de no hacerlo, estaría actuando como Trump. En este contexto, si Biden decidiera seguir adelante y triunfara, quedaría como el gran salvador de la democracia en Estados Unidos. Sin embargo, si el resultado le fuese adverso, pasaría a la historia como quien facilitó su destrucción. No sería un héroe, sino un villano.

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