Desde el otro lado

Más allá del derrumbe de la oposición

Un desprendimiento del PRI podría ser la base de un nuevo partido, pero no se ve cómo los tránsfugas podrían sacudirse la carga negativa de su pasado.

Hace cuatro meses, mencioné en este espacio que, aunque todo apuntaba a que Claudia Sheinbaum sería la próxima presidenta, el lopezobradorismo tenía fecha de caducidad. Afirmé que estábamos ante un movimiento poco vertebrado que dependía casi exclusivamente del propio López Obrador, lo que dificultaría su longevidad, a diferencia, por ejemplo, del peronismo, que se ha mantenido vigente por décadas gracias a su conexión íntima con el sindicalismo argentino.

El lamentable estado en que el tsunami electoral del 2 de junio dejó a la oposición abre un espacio para que, a pesar de no estar bien estructurado, el lopezobradorismo se extienda en el tiempo. Sin una oposición vigorosa, Morena tiene el campo libre para mantenerse en el poder más allá de López Obrador. La crisis es tal que el futuro del sistema de partidos dependerá más de lo que ocurra dentro de Morena que de lo que suceda en el campo opositor.

La situación en el PAN es crítica. Marko Cortés carece de visión y ha tenido resultados desastrosos. A pesar de esto, se aferra al poder, cerrando espacios a otros grupos y figuras emergentes. Felipe Calderón, entre muchos panistas, lo ha acusado de la debacle electoral y de adueñarse del partido. Cortés ha respondido acusando al expresidente por su relación con Genaro García Luna, como si eso no dañara al partido que preside.

En medio de estas disputas, no se vislumbra ningún intento serio de reflexionar sobre los resultados electorales ni de revitalizar el partido. El PAN se ha convertido en una fuerza sin dirección que no genera entusiasmo en la oposición ni inquieta al oficialismo. Mientras Cortés y su círculo continúen viendo al partido como un coto de poder, será imposible que el PAN salga de la crisis en la que se encuentra.

En este contexto, el Frente Cívico Nacional anunció el fin de semana pasado su intención de convertirse en un partido político nacional. La propuesta cuenta con el apoyo de figuras como Guadalupe Acosta Naranjo, Cecilia Soto, Fernando Belaunzarán, Emilio Álvarez Icaza y José Antonio Crespo, entre otros. Este sábado se espera den a conocer la ruta para la construcción de un nuevo partido que, aunque algunos de sus líderes lo nieguen, intentará montarse sobre la ‘marea rosa’.

La limitada convocatoria demostrada en el Encuentro Nacional Ciudadano del fin de semana pasado me hace dudar de que tengan la capacidad para movilizar todos los apoyos y cumplir con todos los requisitos que exige la formación de un partido nuevo. Habrá que ver si lo logran.

En todo caso, el planteamiento del nuevo partido enfrenta una tensión difícil de resolver. Varios líderes del Frente Cívico piensan en un partido socialdemócrata. Además de que esta es una estrategia que nunca ha funcionado en México, la mayoría de los participantes en las marchas y manifestaciones de la ‘marea rosa’ son los mismos que votan por el PAN y apoyaron a Xóchitl Gálvez. Este electorado, naturalmente inclinado hacia la derecha, difícilmente se sentiría atraído por una opción socialdemócrata.

Por otra parte, el PRI no es ni de lejos lo que fue. Tiene la peor imagen de todos los partidos en las encuestas y está inmerso en un conflicto interno que probablemente lo dejará fracturado. En estas condiciones, seguramente continuará la migración de militantes y legisladores priistas hacia Morena, lo que dejará al PRI convertido en un partido menor.

Un desprendimiento del PRI podría ser la base de un nuevo partido, pero no veo cómo los tránsfugas podrían sacudirse la carga negativa de su pasado. Muchos de los inconformes son priistas de la vieja guardia que llevan tatuado un emblema que nada les suma. Las figuras más jóvenes, entre las que destaca Aurelio Nuño, tienen un discurso más interesante, pero son pocas y carecen de capacidades organizativas o base social.

El PRD ya no existe más que como partido local en algunas entidades del país, y MC, que tuvo un resultado relativamente bueno en las pasadas elecciones, no deja de ser un partido de figuras regionales.

Un PAN paralizado, un PRI debilitado, un PRD sin registro nacional y un MC sin estructura ni propuesta dejan el campo libre a Morena para mantenerse en el poder. No veo un partido nuevo capaz de competir con Morena en el horizonte. No desde la derecha, ya que, como lo muestran las encuestas, el grueso del electorado no se encuentra en ese lado del espectro ideológico. Pero tampoco desde la izquierda o la centroizquierda, pues ese espacio está ocupado por Morena.

Es precisamente en esa franja ideológica donde las encuestas ubican a la mayoría del electorado. Por ello, contrario a lo que se ha dicho sobre la nueva oposición surgiendo desde la derecha, creo que, al igual que ocurrió con el PRI en los ochenta, una eventual fractura de Morena será lo que origine un nuevo sistema de partidos. Considerando la conflictividad de algunas de sus facciones internas, este es un desenlace probable, ciertamente más que la reinvención de los partidos existentes.

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