Desde el otro lado

Trump contra las cuerdas

Frente a la idea de Donald Trump de restaurar la grandeza de Estados Unidos, Kamala Harris ha optado por un mensaje más optimista y orientado hacia el futuro.

No ha pasado ni un mes desde que Joe Biden anunció que no buscaría la reelección, y lo que parecía imposible se ha vuelto probable: la victoria de los demócratas en las elecciones presidenciales de noviembre. Hace unas semanas, la mayoría de los estadounidenses daba por hecho que ganaría Donald Trump. Ahora, según una encuesta de The Economist/YouGov, el 44 por ciento de los electores creen que Kamala Harris ganará, frente al 40 por ciento que le da la ventaja a Trump. Todavía faltan 81 días para las elecciones y muchas cosas pueden pasar, pero la contienda es hoy radicalmente distinta a lo que fue con Biden como candidato.

La candidatura de Harris ha generado una ola de entusiasmo entre los demócratas, que se ha extendido a los votantes indecisos e incluso a algunos republicanos. Los datos de la misma encuesta son particularmente reveladores: mientras que a principios de julio solo el 37 por ciento de quienes apoyaban a Biden se sentían entusiasmados, el 53 por ciento de quienes ahora respaldan a Harris expresan ese sentimiento, superando al 48 por ciento que registra Trump. En línea con esto, el promedio de encuestas de The New York Times ya coloca a Harris dos puntos porcentuales por encima de Trump en las preferencias electorales, la misma ventaja que tiene en Michigan y Wisconsin. En Pensilvania, donde Trump iba claramente adelante, la contienda está empatada.

El cambio se debe en gran parte a la decisión de Biden de retirarse de la candidatura presidencial. Aunque Trump tiene una fuerte oposición entre una parte significativa del electorado, Biden, con su imagen de fragilidad y sus momentos de desorientación, no lograba presentarse como una alternativa convincente para captar a esos votantes. El solo contraste con Biden fue lo que le dio el primer impulso a la candidatura de Harris, que desde el primer momento se mostró entusiasta y llena de energía. De pronto, se abrió una alternativa que atrajo la atención de votantes que hasta entonces se sentían incómodos con las opciones en juego.

Frente a la idea de Trump de restaurar la grandeza de Estados Unidos, basada en una visión casi apocalíptica de un país en declive y cuya supervivencia está en riesgo, Harris ha optado por un mensaje más optimista y orientado hacia el futuro. Reconoce los desafíos, pero subraya que Estados Unidos sigue siendo la nación más poderosa del mundo. Mientras Trump busca recuperar algo perdido, Harris enfatiza que el camino es hacia adelante. “No vamos a retroceder” se ha convertido en una especie de eslogan de la campaña de Harris y Tim Walz. En un tono más combativo, su mensaje ha sido que Trump y J.D. Vance son ‘raros’ (weird), lo cual ha resonado fuertemente en las redes sociales.

Este cambio de juego ha descolocado completamente a Trump. Ya no es el candidato que, como buen bully, aplasta a su oponente y se muestra seguro de que arrollará en las elecciones. Lejos de eso, se le ve errático, fuera de guion, dejando de lado los temas que podrían darle la victoria para improvisar ataques e insultos contra Harris y Walz, que solo le alejan a las mujeres y a los independientes.

Las últimas semanas han sido especialmente difíciles para Trump. Comenzó cuestionando la identidad afroamericana de Harris, luego atacó al gobernador republicano de Georgia y a su esposa, arremetió contra una de sus donantes y perdió la batalla que él mismo inició sobre el tamaño de los actos de campaña de su contrincante, entre otras cosas. Todo esto en contra de los consejos de sus asesores, quienes le han recomendado centrarse en los temas que más resuenan con el electorado.

Harris cuenta con el entusiasmo generado por su candidatura, un ciclo noticioso muy favorable que se prolongará hasta el final de la Convención Nacional Demócrata, y las pifias de Trump. Sin embargo, a medida que las campañas avancen, la sorpresa inicial de la candidatura de Harris se desvanezca, los ataques se intensifiquen y los medios pongan más lupa sobre la candidata y su compañero de fórmula, el viento a su favor podría ir perdiendo fuerza.

El mayor riesgo que enfrentan los demócratas, sin embargo, es que no califican bien en los temas que más importan a los votantes: migración y economía. Si los asuntos económicos son los que mayor peso tienen en una elección, Trump mantiene una gran ventaja, ya que la percepción predominante, aunque no necesariamente la realidad, es que la situación empeoró con Biden. Lo mismo ocurre con la migración, debido a la percepción generalizada de que los demócratas han perdido el control de la frontera.

Hoy por hoy, Harris y Walz tienen la iniciativa y han puesto a Trump y a Vance contra las cuerdas. Pero eso podría cambiar si los asesores de Trump logran que se concentre en los temas que importan y deje de lado las diatribas sin sentido en las que suele enredarse. Sin embargo, para que eso suceda, Trump tendría que dejar de ser quien es, algo poco probable.

COLUMNAS ANTERIORES

Trump o Harris: ¿Quién nos conviene?
Trump, de nuevo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.