La última jugada legal de Emilio Lozoya que di a conocer aquí en la Sobremesa del pasado lunes 15 de julio y que consistió en descalificar la denuncia que él mismo presentó, como parte de acuerdos inconfesables con la FGR y vaya usted a saber con quién más del gobierno federal, fue materia de dos preguntas al presidente López Obrador en las mañaneras del martes y miércoles de esta semana.
Café con piquete
Pues más allá de las preguntas, que celebro se hayan hecho, porque claramente no resultaron del todo cómodas, las respuestas vaya que me llamaron la atención.
Después de más o menos mil 300 mañaneras, podemos sostener que el Presidente no sólo opina desde su plataforma, sino que gobierna, marca pauta, agenda y anticipa muchas veces lo que habrá de suceder tanto en políticas públicas como en asuntos judiciales, y el caso Lozoya es uno de ellos.
Dice el Presidente que su pecho no es bodega, que no es su fuerte la venganza, pero desde aquí yo le pregunto: ¿y las consecuencias, Presidente?
El martes pasado, cuando se le preguntó su opinión respecto de que Lozoya mintió para obtener un beneficio para ser “testigo protegido”, el Presidente respondió que es un asunto que tiene que ver con la fiscalía y que, si mintió, que se retracte, que estos asuntos son muy “cuesta arriba” y que la denuncia no fue en su gobierno.
Siéntese cómodamente, pues se puede caer
Como una víctima de las mentiras de Lozoya en su denuncia, una periodista que ha hecho de este asunto la crónica de más largo aliento y con más detalle, pero sobre todo como mexicana, le pregunto con respeto, Presidente:
¿y las consecuencias?, ¿basta una retractación de un criminal confeso, un embaucador que lo engañó a usted y a su gobierno entero y que por su culpa personas fueron a la cárcel, están siendo perseguidas y años de trayectoria en servicio público manchados para siempre?, ¿no hay consecuencias para quien miente a la autoridad que investiga los delitos?
Estas preguntas las hago con los pelos de la burra en la mano, porque de que mintió, ya no hay duda; y de que todo el dinero de Odebrecht está en sus cuentas y de su familia, tampoco.
De que le mintió a usted, a su gobierno, al fiscal y de que trató de usarlos, ¡tampoco!
Es verdad legal. Está condenado en definitiva.
De que se retractó, tampoco; ya dijo y ratificó y reconoció que su denuncia es nula, que la firmó sin presencia de abogado, el pobrecito, y que, en todo caso, dijo lo que dijo para que le cumplieran un ofrecimiento de impunidad total. Un criterio de oportunidad, un acuerdo reparatorio pegado como sanguijuela a Alonso Ancira y su chequera, o una suspensión del proceso, y no sólo para él sino para toda su familia.
¿No le da curiosidad, Presidente, saber quién acercó a Lozoya a la ‘4T’? ¿No le enoja que Lozoya, en su más puro estilo, haya exhibido a su gobierno como una entidad no confiable y que hace acuerdos al margen de la ley para favorecer delincuentes y perseguir adversarios?
Inhale y exhale, pues…
Lo pregunto porque usted es una víctima más de Lozoya, una piedra más de su empedrado para obtener la impunidad que tanto ansía. Porque Lozoya nunca ha pedido justicia como yo, ha exigido impunidad. A costa de todo y al precio que sea.
No está por demás recordarle a usted y al respetable que, en la mañanera del 20 de agosto de 2020, el titular del Poder Ejecutivo federal, con una de las aprobaciones más altas en la historia de México y en el mundo entero, dijo que le parecía que la denuncia era cierta y recomendó, a todo el país, su lectura y difusión en las redes sociales. Y no sólo eso, en un video desde Palacio Nacional, esta patraña de mentiras le mereció a usted calificarla como “lectura obligatoria”, “durísima”.
Y vuelvo a preguntar, ¿no habrá consecuencias para quien manipuló al hombre más seguido, más admirado y más poderoso de México? El peso de sus palabras, Presidente, y la credibilidad que le vendió Lozoya y su familia, es uno que todos los que fuimos señalados venimos cargando en nuestras reputaciones y que cambió nuestras vidas para siempre.
Usted dijo el martes que la denuncia se presentó en el gobierno pasado; un lapsus. Sin embargo, dejo aquí, para el registro, que la denuncia fue presentada y producto de acuerdos entre Lozoya y funcionarios de este gobierno. De su gobierno, el 11 de agosto de 2020.
Como una de las víctimas de Lozoya lo he denunciado por daño moral; vamos 3-0. Por falsedad en declaraciones, fiscalía CDMX, ¿cuándo comenzamos en juicio, así como por amenazas?, y sigo esperando las medidas cautelares pertinentes.
De hecho, Lozoya ya aceptó que no pudo probar ninguno de sus dichos en mi contra y de mi hija, faltando a la ética de #ConLosNiñosNo. Y lo que hizo fue echar al agua a su gobierno, a la fiscalía, diciendo que su denuncia fue producto de un acuerdo, que firmó solito, sin abogado, y que su denuncia es nula y vale cero, igual que él.
En mi caso, no es venganza lo que quiero, pero haber probado que sus dichos son mentiras, al punto de que tuviera que desestimar su denuncia com-ple-ti-ta, no es suficiente. Busco que haya consecuencias legales y dejar un precedente que deje claro que no se puede denunciar en falso, y lo invito a dejar otro para que los corruptos no jueguen con las instituciones.
Para un México con justicia, tiene que haber consecuencias: castigos y reparaciones. ¿Por qué la fiscalía no decide relanzar el asunto, ordenarlo y reencauzar el poder del Estado contra el criminal confeso? ¿Por qué no pedir el sobreseimiento de Jorge Luis Lavalle, quien perdió su libertad, su reputación, pero, sobre todo, tuvo que procesar en una celda el dolor más grande que un padre puede sentir? ¿Por qué no cancelar la orden de aprehensión que pesa sobre Carlos Treviño, que antes que defenderse decidió denunciar las mentiras de Lozoya y no le han dado acceso a su carpeta desde hace más de un año? ¿Por qué someter al país a tener que ver al criminal confeso de Lozoya bajándose de un Mercedes Benz, como si fuera a la audiencia en Madrid y pitorreándose de México entero?
Yo ya hice mi parte, Presidente, y voy a seguir. Lozoya ya mintió, ya se retractó. Que sigan las consecuencias. Es lo menos que merece él y merecemos los mexicanos. Y como lo dijo el miércoles en la mañanera, “la justicia puede tardar, pero va a llegar”. Sentencia demoledora contra Lozoya y su familia.
PD. He sido crítica del mal actuar de la fiscalía CDMX. Lo seguiré siendo porque soy ciudadana y periodista. Espero que el retraso a proceder contra Lozoya no sea una represalia por mis textos y mi labor.