Expreso doble
¿Saben cuál es la mentira más extendida por Internet? Sin temor a equivocarme, les puedo asegurar que es:
“He leído y acepto las condiciones generales…”. ¡Niéguenmelo!
Sí, todos mentimos cuando hacemos clic en una crucecita que nos permitirá descargar un programa, una aplicación, un documento, escuchar música, un pódcast o lo que sea.
Abrimos una noticia o entramos a una plataforma y aceptamos todas las cookies; no tenemos ni idea qué son, pero tampoco nos importa, y ojo, las cookies son invasoras y entran a nuestro dispositivo. Agárrense, pues a partir de ese momento pudimos haber expuesto ante cuando menos 900 entes extraños nuestra ubicación, nuestras búsquedas, nuestras fotos y contactos. ¡Quihúboles!
Fuerte doble
Es probable que un anunciante, una farmacéutica o un tercero autorizado sepa, antes que ustedes -inhalen y exhalen-, que la embarazaron, que lo mandaron a calacas o que su salud está perfecta.
Esto sucede porque las plataformas públicas, los trámites por Internet, se van haciendo de nuestros datos, los van guardando, los pasan por el algoritmo y los exponen públicamente a través de buscadores.
De esta manera es como los call centers, a pesar de no haberles dado nuestro número y menos aún nuestro nombre, nos marcan y hablándonos por nuestro nombre de pila nos ofrecen desde un crédito bancario o, peor aún, ¡para pedirle su voto por el Verde!
Y, dependiendo de nuestra profesión o a lo que nos dediquemos, nos vamos exponiendo aún más y nuestra identidad, nuestra imagen y reputación puede ser alterada o atacada por voraces haters.
Como periodista fui expuesta por la denuncia difamatoria del criminal confeso Emilio Lozoya.
Manchó mi nombre, lo denuncié, le gané el daño moral y con la resolución judicial limpié mi nombre, pero si buscan en Internet Lady Chanel aún aparecen menciones por una mentira con la que buscaba ser testigo colaborador de la 4T para no irse a la cárcel, a pesar de que todo lo que había denunciado era mentira.
A él sus fechorías hasta hoy no le han costado su libertad. Si se fue dos años tres meses a la cárcel fue por la foto que le saqué en el Hunan, exponiendo que hasta ese momento había un pacto de impunidad entre Lozoya, el gobierno de AMLO y la FGR. Aún no he podido judicializar la denuncia por falsedad en declaraciones, a pesar de que mi prueba es la propia denuncia de la FGR de que Lozoya y su familia son los únicos beneficiarios del cochupo de Odebrecht y que este criminal se desdijo de todos sus dichos y hasta lo ratificó. De hecho, la fiscalía de la CDMX, Lord Cúspide, la quiere enviar al no ejercicio de la acción penal. Increíble pero cierto. Ojo, presidenta Sheinbaum, pues Ulises Lara anda protegiendo a Lozoya.
¿A qué viene todo esto?
A que por el libro Derecho al olvido, presentado por el Inai y que tuve el honor de comentar en la FIL de Monterrey, supe que existe un derecho humano que no está suficientemente legislado en nuestro país.
Redoble de tambores
El derecho al olvido es un derecho humano sobre el que falta mucho conocimiento, una legislación que lo regule y una autoridad con atribuciones y responsabilidades claras para garantizarlo.
Porque entidades públicas o privadas pueden hacer uso indebido de nuestros datos y no hay autoridad que lo vigile ni norma que lo regule.
Pónganse buzos
Pues el derecho al olvido puede permitirnos borrar información nuestra que esté en Internet y que sea inexacta y que no sea de interés público.
Contexto
El derecho al olvido es un término que comenzó a utilizarse a partir de la emisión de la sentencia C 131/12 del Tribunal de Justicia de la Unión Europea contra Google Spain y Google Inc en mayo de 2014. Dicha sentencia estableció que las personas físicas tienen derecho a solicitar a los buscadores que retiren determinados resultados de las consultas relacionadas con el nombre de una persona.
En 2018, la UE aprobó el Reglamento General de Protección de Datos, en el que se precisa que quien publicó nuestros datos será el responsable de suprimir, sí, de eliminar todo enlace a ellos, o las copias o réplicas de tales datos.
En México, el derecho al olvido no está expresamente reconocido; sin embargo, se materializa en el derecho a cancelar u oponerse al tratamiento de sus datos personales.
Tras resolverse el expediente PPD. 001/15 de Ulrich Richter, a pesar de que se acreditó que el servicio del motor de búsqueda es prestado en Estados Unidos por Google Inc, y no por Google México, esto no ha representado impedimento alguno para que cualquiera pueda bajar esa información.
El Inai, al rescate
Sí, el Inai, organismo autónomo que la 4T quiere desaparecer, es quien cuida de nuestros datos personales.
Y les cuento que uno de los muchos asuntos que ha resuelto el Inai en este sentido es el PPD.0099/15, donde se ordenó eliminar la información de un menor de edad de una nota periodística que le involucraba con un suicidio.
El derecho al olvido es particularmente relevante para personas privadas, que debido a diversas circunstancias ajenas a su voluntad se han convertido en públicas, al verse involucradas en un evento de impacto social o ejercer sus derechos.
El acoso cibernético mata
Sí, el bullying en línea no es un tema menor. Baste recordar el trágico caso de Amanda Todd, quien a sus 12 años fue persuadida para mostrar su pecho en una conversación en video en línea y un año después su imagen se propagó por Internet. El ciberacoso fue implacable y, al no contar con el apoyo necesario, terminó suicidándose a sus 15 años.
Como periodista y como demócrata siempre estaré en favor de la libertad de expresión, pero precisamente los periodistas fuimos expuestos con nuestros datos personales sin importar si nos ponían en riesgo o no desde Palacio Nacional y no hubo ley ni autoridad que nos protegiera de AMLO.
Por eso celebro esta obra, que es gratuita y que la pueden bajar del sitio del Inai.
Ah, y si se quedó parado de pestañas, le cuento que en la reforma de la 4T para acabar con el Inai no viene ¿qué harán con los más de 16 mil millones de datos que hay en su plataforma?
¿Se imaginan el peligro en el que estamos?
Té con güisqui
Pues ya saben que a los morenos y rémoras no les interesa nada más que acabar con las instituciones que se construyeron para robustecer nuestra democracia y gracias a las cuales llegaron, y asegurarse de que ninguna oposición pueda volver a llegar.