Sobremesa

La F1 en la era de la 4T

La zona de 'paddocks' no tuvo el lleno de otros años, al menos no de políticos, sus familiares e invitados, que usaban este evento para presumir sus buenas relaciones con los empresarios.

Aun cuando este año fueron casi 350 mil aficionados al Gran Premio de México, 6 mil más que en la edición anterior, déjenme decirles que el efecto de la 4T sí se sintió. La zona de paddocks no tuvo el lleno de otros años, al menos no de políticos, sus familiares e invitados, que usaban este evento para presumir sus buenas relaciones con los empresarios. El único funcionario que apareció en esa exclusiva zona fue Miguel Torruco, secretario de Turismo, quien tenía el pretexto de entregar el trofeo al ganador. Estuvo acompañado de su esposa Gloria Garza, quien no sé si andaba de malas o eso de tener que saludar a todos los que se acercan a su marido la incomoda, pues se le nota que lo hace a fuerzas; por cierto, llevaba una chalina con muñecas oaxaqueñas, por aquello de que se presentaría la Guelaguetza, en lugar del tradicional desfile de Día de Muertos. Entre otras personalidades estuvieron el expresidente Felipe Calderón, quien nunca falla y estuvo muy apapachado, así como los empresarios Carlos Slim, Carlos Hank Rhon, la familia Baillères, Olegario Vázquez con María de los Ángeles Aldir, quien, por cierto, se la pasó plática y plática toda la carrera con Christiane Martel. También estuvieron Miguel Bosé, Alejandro Fernández y Belinda, quien seguro pensó que iba a dar un concierto, pues su chamarra Louis Vuitton cero venía al caso.

Muy cerca del área de premiación, la aerolínea Emirates, uno de los grandes patrocinadores a nivel mundial y hoy acérrimo rival de Aeroméxico, aprovechó la oportunidad para invitar a agentes de viajes y periodistas (a mí no, eh) para presumir su nuevo vuelo a México, que, dicho sea de paso, está en veremos, pues la aerolínea del capitán galán Conesa no les deja levantar en vuelo por las demandas que le ha interpuesto. Ahora bien, su aventura en el autódromo tampoco fue buena, ya que aplicaron una mala estrategia de relaciones públicas y sólo envió una entrada y para un solo día de los tres de la carrera. ¡Así ni ganas! De los paddocks más animados anoté el de Renault, Red Bull, Carso y Unifin, donde la fiesta se prolongó terminadas las pruebas y las calificaciones.

Quienes se llevaron la nota fueron Alejandro Murat y su adorada y guapísima esposa Ivette, pues han puesto a Oaxaca de moda. Además, les cuento que se vieron megatruchos y lograron salir antes de que literal se cayera el cielo, y sorprendieron a más de uno, pues lo hicieron usando el Metro. Aficionados, invitados y asistentes en general cumplieron con el outfit del gran premio, pero no faltaron quienes se disfrazaron de pilotos o mecánicos de una escudería con chamarra, camisa, gorra y pantalones del mismo equipo. La mejor chamarra fue la que usó el corredor Daniel Ricciardo, titular de Renault, que tenía un estampado con máscaras de la lucha libre.

El tache es, sin duda, para las horas de fila, así como los precios de alimentos y bebidas en la zona de las tribunas.

Mejor atracción, sin duda, los simuladores de la F1.

Checo Pérez, el piloto más amable. Por cierto, el más sangrón, Hamilton, quien no firma cascos a los niños, así de gacho. Se le acercan y atina a contestar: "I don't sign helmets". El más criticado en redes por haber asistido fue Antonio Attolini.

La porra, 'en el agua clara que brota en la fuente...', la dedicaron a nuestro Presidente.

Finalmente, DJ Tiesto se llevó los aplausos del público, pues tocó más tiempo que los djs de años anteriores y dio uno de sus mejores espectáculos en el Foro Sol al concluir la premiación. Así comienza la cuenta regresiva para la sexta edición de la Fórmula 1, que ahora será el 1 de noviembre del siguiente año.

Standing ovation se merece, sin duda, Alejandro Soberón y la mismísima jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien dio su brazo a torcer y permitió que la F1 siguiera en la CDMX.

Con aroma clientelar

No hay otra manera de describir lo que está pasando en Reforma con las calaveras. Si bien la idea es formidable, cómo podemos entender la llegada de muchísimos vendedores ambulantes, quienes incluso no dejan ni caminar ni ver las calaveras. Esto no había pasado antes. De hecho, no sólo huele feo y está lleno de basura, sino que hasta robos ha habido. ¿Qué autoridad aprueba esto? De facto, no lo sé, pero el alcalde morenista Néstor Núñez se ha hecho de la vista gorda. ¿O será que, por debajo del agua, se aventó para ganar adeptos una política pública clientelar? Lo cierto es que Reforma parece romería y a la jefa de Gobierno tampoco le ha llamado la atención.

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