Democracia Eficaz

Las primarias de la oposición

Es la primera vez que una coalición política elige a su candidato mediante una elección primaria a sus militantes y a la ciudadanía en general.

El método que ayer anunciaron los partidos de oposición es una buena noticia. No sólo se trata de una convocatoria incluyente a todos los militantes de partidos y personas de la sociedad civil que quieran competir, sino que la organización y la vigilancia del proceso estará en manos de personas sin partido, de expertos y líderes sociales.

Asimismo, es la primera vez que una coalición política elige a su candidato mediante una elección primaria a sus militantes y a la ciudadanía en general.

Aunque algunos partidos ya han organizado primarias en el pasado —por ejemplo, el PRI llevó a cabo primarias para elegir a su candidato presidencial en 1999 y lo mismo hizo el PAN en 2005 y 2011— en ambos casos fueron elecciones circunscritas a militantes de esos partidos políticos.

En esta ocasión, los partidos de la coalición proponen un padrón base cero para construirlo durante las siguientes semanas mediante un registro directo de las personas interesadas, sean militantes activos o personas sin partido.

Sin duda hay riesgos de las primarias como mecanismo de elección. Por ejemplo, que los gobernadores de Morena inunden las casillas para elegir a la peor opción; o que haya zafarranchos inducidos para denigrar el proceso electoral; o que ganen las estructuras clientelares de los partidos frente a los votos independientes.

Por ello parece razonable que el resultado final para escoger a la persona ganadora sea la suma de la elección directa más una encuesta nacional (50-50). De esa forma se compensan los riesgos del mecanismo participativo y se apela también a un criterio de competitividad electoral: no solo debe ser candidato quien sea más apoyado por los partidos de la coalición y por simpatizantes, sino por el público en general quienes son, finalmente, quienes votarán en 2024.

Finalmente, el proceso incluye seis debates para que los competidores expresen su visión del futuro del país.

Aunque Va por México (PAN-PRI-PRD) y Morena buscan evadir la regulación de las precampañas, la primera tomó un atajo legal con base en una figura existente en la Constitución (el frente político), mientras que Morena lo hizo sin asidero legal alguno.

Finalmente, la regulación de las precampañas es una respuesta a una crítica al fenómeno de Vicente Fox quien inició su precampaña en 1997, tres años antes de la elección presidencial en la que resultó ganador. También un cuestionamiento al fenómeno de Peña Nieto, quien como gobernador del Estado de México inició su promoción años antes de 2012.

La respuesta fue prohibir los inicios antes de tiempo, como si fuera una carrera de caballos. Pero están mal reguladas. El tema no es cuándo empiezas a promoverte —de hecho, los políticos están en promoción permanente—, sino cómo pagas tu promoción. Este es el tema de fondo. Las enormes cantidades de dinero que necesitas para ser conocido es el germen de la inequidad y la corrupción, no cuándo lo anuncias.

Y aquí yace la principal crítica a Morena. Sus tres principales aspirantes hicieron promoción personalizada desde sus cargos de gobierno, con cargo al erario y, en la última semana, una de ellas ha mantenido la celebración de mítines multitudinarios que requieren apoyo oficial y mucho dinero. A eso se suma los espectaculares y bardas que inundan el país y que implican cientos de millones de pesos.

¿De dónde sale tanto dinero?

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